En la Catedral Basílica se celebra el Domingo de Ramos, marcando el inicio de la Semana Santa. Con un templo repleto desde temprano, la misa de las 8 fue presidida por autoridades eclesiásticas que, en el marco del Jubileo 2025, alentaron a vivir estos días con una fe profunda y renovada esperanza.
“Los pasos del Maestro nos muestran la meta a la cual Él quiere llevarnos: su Pascua”, comenzó el sermón, mientras se evocaba la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. La ceremonia, transmitida en vivo por redes sociales, unió a los fieles bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”, uno de los ejes del Jubileo declarado por el Papa Francisco.
Durante la homilía, se destacó la necesidad de revestirse de humildad, sencillez y obediencia, virtudes que definieron el camino de Cristo hacia la cruz. “Nos congregamos para iniciar con toda la Iglesia la celebración del misterio pascual de nuestro Señor, que se realiza por su muerte y resurrección”, se proclamó al bendecir los ramos.
Uno de los momentos más emotivos fue la lectura del relato de la Pasión según San Lucas, en la que se recordó la entrega de Jesús ante el pueblo y su crucifixión. La escena fue acompañada de música sacra y el profundo silencio de los asistentes, que respondieron con devoción y recogimiento.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, expresaron desde el altar al rememorar las últimas palabras de Cristo en la cruz. Tras el pasaje del Evangelio, se invitó a los presentes a ponerse de rodillas y luego de pie, en un gesto simbólico que unió la liturgia con la vivencia corporal del sacrificio.
En el cierre del sermón, se reflexionó sobre el sentido de estos días santos: “El correr del tiempo, acompañando esta historia salvífica, pone su culmen en la Cruz y en la Pascua. Por eso el Domingo de Ramos hace presente los sucesos que acompañaron a Jesús hasta este término”, expresó el sacerdote, haciendo énfasis en el valor espiritual del camino hacia la Pascua.
La misa del Domingo de Ramos fue también una invitación a la penitencia, la oración y las obras de caridad, como preparación interior para la Pascua.
Con esta celebración, la Iglesia salteña dio comienzo a una de las semanas más importantes del calendario litúrgico, con actividades que continuarán el Jueves y Viernes Santo, y culminarán con la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección.