Por debajo del puente de Ortaköy, una de las mezquitas más bellas de la ciudad y a orillas del Bósforo, puede pasar un crucero a plena marcha –neones prendidos y todo el «party» adentro –, mientras el imán llama a la última de las cinco plegarias del día. Desde hace algunos años el canto ya debe ser obligatoriamente en vivo y a las 4 de la madrugada volverá a llamar. La vida sigue en Estambul, pese a las interferencias de la política. Para nosotros comienza la feria de arte, que transcurre hasta el fin de semana.
Ali Güreli, director de la feria CI Bloom –en su IV edición, su nombre refiere a las flores en primavera–, reunió a media docena de periodistas extranjeros invitados para compartir la fecha del año destinada a las galerías turcas. A diferencia de CI Contemporary, abierta a galerías internacionales y que se realiza en septiembre, Bloom reúne a 263 artistas y 520 obras de arte, en 25 galerías de Estambul, de Ankara, la capital, y de Diyarbakir, hoy una ciudad pujante con una población mayoritariamente kurda.
Varios torbellinos a la vez
Un posteo reciente ironizaba que el presidente de EE.UU. en verdad lanzó su embestida tarifaria solo para encubrir la caída el mercado del arte en 2024. Con una baja del 12 % en el volumen de ventas globales, el país más perjudicado fue China, con una caída del 31 por ciento tras años dorados gracias a Art Basel Hong Kong. El resto de los centros mundiales, encabezados por lejos por EEUU. y Gran Bretaña, concentra hoy el 82,9 % del mercado.
Y a este cuadro de incertidumbre general, Turquía agrega su propio torbellino, con el intendente estambulí, el socialdemócrata Ekrem Imamoglu, preso desde mediados de marzo y procesado hace pocos días. En Taksim, la plaza pública de la ciudad, hace pocos días manifestaron 100 mil personas; todavía quedan cientos de los más de 1000 detenidos que se negaron a evacuarla. Permanece vallada esta semana. Error de cálculo y timing para el presidente Recep Erdogan, que vio en el líder del partido CHP a su primer competidor serio en más de dos décadas. La revista Foreign Affair dio su veredicto para Erdogan: «final de juego».

Los artistas, desde luego, saben transmutar las pestes de este mundo en imágenes. Distante de Taksim, en el Salón Rumeli abrió hoy miércoles para los profesionales la feria de arte. El disenso aquí está permitido, aunque seguramente su tono sería otro si las obras hubieran sido hechas en febrero, cuando todo parecía más esperanzador.
“Queremos dar un panorama de TODO lo que se crea en Turquía, y nótese que no hablo de un arte turco. No tenemos ese enfoque”, observó Güreli. Turquía, es llamativo, sigue la tendencia de la Argentina y otros países al promover crecientemente la participación federal, como forma de ampliar el coleccionismo y diversificar los gustos.

Muchos de los artistas consagrados en la escena mundial se alternan aquí con emergentes y menores de 30 años. La apertura de la feria son dos masivas columnas del artista inglés Toni Cragg, de la galería Dirimart, una de las más importantes del país, con el precio más alto del salón, un millón de dólares. Hace unos años Cragg tuvo su gran expo en el viejo Museo de Arte Moderno de Estambul.
Una de las cifras mundiales aportadas por Güreli, todas ellas pertenecientes al último informe de UBS, dan que pensar: aunque el monto total de las ventas decreció en el mundo, se amplió el coleccionismo. El segmento que más creció fue el de precios más bajos, y hay un aumento de nuevos compradores (el 5% más de primeros compradores que en 2023).

“La Generación Z ha salido al ruedo, aunque compre con el dinero de su familia”, observa. Antes que explorar con espíritu de apostador aventurero, “los coleccionistas más jóvenes se enfocan en obras de valor indudable y en adquisiciones motivadas por su tema”. El mundo natural y la amenaza del cambio climático son un clamor compartido, mientras que las estéticas queer y las subjetividades sexuales tienen en esta feria una presencia atenuada o menos explícita, en comparación con otras ferias en democracias abiertas.
“El nuevo dinero trae nuevos gustos”, concluyó Güreli. “Es nuestra responsabilidad educar a esos noveles coleccionistas. El arte está yendo a las manos de jóvenes, debemos cuidar lo que les ofrecemos”. Por último, el 31 por ciento de los dealers consultados sigue identificando que las ferias son el momento privilegiado para cerrar sus ventas.
Ci Bloom, al igual que su versión Internacional de septiembre, se nutre de coleccionistas nacionales y de los países de la esfera islámica. Esto incluye los abultados “petrodólares” de Medio Oriente, cuyos jóvenes despuntan en el coleccionismo.

Muchos de los artistas ofrecidos ya tienen un presente sólido en las instituciones occidentales que siguen marcando el estándar de consagración. Nos referimos, por ejemplo, a Halil Altindere, con telas en ese neo pop a la vez global y local, entre distópico y retro-futurista.
En “Tecno-past: astrónomos, drones y robots”, las naves espaciales conviven con el tributo a las miniaturas de la tradición del libro islámico. O a los “Flower studies”, cuatro pequeñas y formidables piezas de lapizlásuli hechas con la técnica de encastre “pietra dura” –en rigor, una labor procedente de Rajastán, India, ergo, un reclamo de reapropiación por parte de la pakistaní Hamra Abbas.
Ella ya expuso en el Guggenheim de Nueva York; el rumor dice que Abu Dabhi, en Emiratos Árabes, acaba de comisionarle una obra para abrir su próxima feria. Curioso, no se trata de piezas costosas. Cada panel de la serie, en esta piedra semipreciosa, cuesta 6000 U$. Ambos artistas, en la galería Pilot.
En términos generales, las preguntas sobre la tecnología y el cuerpo cyborg recorren muchas de las obras. Otro espacio interesante y “temáticamente motivado” –esto es, con una toma de posición–- es Galeri 77, que programáticamente reparte a su elenco de representados entre artistas armenios y turcos.

El derecho a inventar el arte
La galería Öktem Aykut, otro de los espacios destacados, ofrece obra de Renée Levi, artista turca de familia judía que actualmente expone en el Palais de Tokio de París. Su gran pieza “Angelica 1808” cuesta 25 mil euros. En junio ella tendrá su solo show en Art Basel de Suiza.
Aunque participan de esta feria numerosas mujeres, es curioso que se ofrezca poco arte textil, una de las tendencias que han traído las últimas bienales de Venecia, documenta y San Pablo y que se aprecia en ARCOmadrid, Art Basel Miami y arteBA. Y si en América Latina el arte busca recategorizar la cerámica como arte mayor, aquí se ve el mismo impulso en piezas de porcelana y mosaico, sus equivalentes regionales. Con menos preeminencia del videoarte, la fotografía tiene un lugar destacado, en ocasiones retrabajada en diversas intervenciones digitales, una suerte de video por otros medios.
Otra de las noticias de CI Bloom es el lanzamiento de la plataforma de remates digitales Artwide.com, que ofrecerá a los mismos artistas de la feria pero con diferentes obras. La iniciativa es audaz, dado que las ventas digitales bajaron un 11 por ciento en 2024, debido a la actual fatiga digital en los consumos culturales.
En Estambul, como en todo el mundo, reina el pop 2.0. y, en los artistas más jóvenes, un exhortación a tener derecho a la inocencia. Al cabo de la recorrida, nos detenemos en la pieza «Historia del arte de Bedri Baykam», (galería Piramid Sanat). Con su aire de lámina escolar, la maraña de apuntes manuscritos, digna de un panel de detective, es un bello ejercicio de ironía. En verdad, Baykram ha logrado una enciclopedia casera.

En el centro, claro, Picasso y la Torre Eiffel, y a su derecha la Bauhaus, el arte naif según el Aduanero Rousseau, y más allá el Che Guevara y León Trotski: todo el trauma cómico del artista periférico, más el santoral político. Y en medio del matete, entre patronos turcos y europeos, al sur de Frida Khalo y de Edward Hopper, digamos, un sorpresivo camafeo juvenil de Antonio Berni, en sus inicios surrealistas.