Ryan Coogler hace su gran apuesta lejos de las películas de franquicias y, tras las exitosas Creed y Pantera Negra, juega un pleno al cine de terror con comentario social en la atractiva Pecadores.
El halo religioso que envuelve a la película aparece de entrada, antes incluso del título, con el aviso de que la música es un ritual mágico poderoso que une comunidades, convoca espíritus pasados y futuros e incluso puede atraer al mismísimo demonio. Más adelante habrá ceremonias, sacrificios y hasta un bautismo en esa sintonía mística.

El director invoca al cine de John Carpenter, Martin Scorsese, Robert Rodriguez y Jeremy Saulnier inspirado vagamente en la leyenda del músico Robert Johnson, quien alguna vez aseguró, allá en el mismo tiempo y espacio de la película (los años 30 en el delta del Mississippi), haberle vendido el alma al diablo a cambio del don para tocar la guitarra.
Pecadores sigue a un joven guitarrista, hijo de un predicador, que hace oídos sordos a las advertencias de su padre al escapar con sus primos, dos hermanos gemelos (ambos interpretados por Michael B. Jordan) que vuelven de Chicago, donde trabajaron para la mafia, desbordados de bebidas alcohólic y dinero malhabidos con la intención de abrir un memorable boliche para la comunidad del pueblo rural que los vio nacer.
Todo en un único día
Coogler parte en dos la película, que transcurre durante un único día, para separar los horrores cotidianos de los sobrenaturales. La primera parte muestra los preparativos diurnos de la gran apertura, aprovechados para pintar un retrato social de la comunidad local en tiempos de segregación racial.

La mitad final se centra en la descontrolada fiesta sangrienta, que transcurre del crepúsculo al amanecer como una especie de batalla cultural en la que se pone en juego quiénes son los verdaderos dueños de la noche.
El cineasta consigue una secuencia prodigiosa en el punto más alto de la fiesta, cuando Sammie agarra la guitarra y consigue que se hagan presentes en la pista de baile los espíritus del pasado y futuro de la comunidad para tirar unos pasos todos juntos. El fiestón que armaron los hermanos llama de entrada la atención del Ku Klux Klan, pero los planes de todos cambian con la irrupción de tres integrantes de una banda de música irlandesa que busca cambiar el rumbo de la celebración.
El blues resuena a lo largo de las más de dos horas con la misma fuerza en las dos mitades, como si fuera el corazón que hace latir esta película de terror, que tendrá en su gran villano una alegoría a los vampiros de la industria musical.
El chupasangre encara sin vueltas al hijo del predicador reclamando “quiero tus historias, quiero tus canciones”. La cuestión racial jamás se pierde de vista y por eso el talentoso armonicista interpretado por el hilarante Delroy Lindo asegura que “a los blancos les encanta el blues, solo que no les gusta quiénes lo tocan”.

Michael B. Jordan se luce al darles diferentes tonos a los gemelos Smoke y Stack. Coogler viste al primero con una boina y un pañuelo azul para diferenciarlo de su su hermano con sombrero y corbata rojos, pero enseguida afloran los rasgos propios y las personalidades complementarias de los hermanos que permiten descartar la señalización del vestuario.
El debutante Miles Caton tiene un papel destacado como el candoroso Sammie, a quien una única noche de descontrol le sirve para perder la inocencia y elegir para el resto de su vida el camino de la música, bien lejos de las exigencias religiosas de su padre. Y Jack O’Connell encarna la maldad en Remmick, personaje carismático de una seducción diabólica.
El pecado imperdonable que comete el director aparece con la innecesaria utilización de la muerte de un bebé como herramienta para agregar profundidad al arco narrativo de uno de los protagonistas. La tragedia le da una gravedad forzada a la película, que contaba con la ligereza, aún en el preciso retrato social, como una de sus mejores armas.
Coogler además exagera tras el clímax con los múltiples desenlaces, que no se detienen ni siquiera con los créditos finales, incluyen la sorpresiva aparición del guitarrista Buddy Guy y permiten profetizar una nueva e incipiente franquicia en la carrera del cineasta.
«Pecadores»
Buena
Terror. Estados Unidos, 2025, 131’. SAM16. De Ryan Coogler. Con: Michael B. Jordan, Hailee Steinfeld, Miles Caton, Jack O’Connell y Delroy Lindo. Salas: Hoyts Abasto, Cinépolis Recoleta, Multiplex Belgrano, Cinemark Palermo