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sábado, abril 19, 2025

Los vínculos, el duelo y las clases sociales: el universo literario de Sally Rooney en Intermezzo

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¿Existe algo así como “la vida correcta”? ¿Por estos días, en eso que se llama presente, está la posibilidad de considerar una existencia de esas características, que aspire a la corrección? En primera instancia lo que surge es una pregunta que vuelve sobre sí misma, ¿correcta para quién y según qué parámetros?

Intermezzo (Random House), la cuarta novela de la narradora irlandesa Sally Rooney (1991), se percibe en una primera instancia como una historia sobre un duelo trascendente (la muerte del padre) y la deformidad que adquiere el cotidiano cuando sobreviene un vacío importante (la ausencia ocupa muchísimo lugar).

Pero luego las páginas comienzan a correr (Sally Rooney tiene una prosa que se puede definir como profesional, amable y correcta, muy de escuela de escritura, un pulso homologado y bajo control, lo suyo tiende a la corrección ahí también) y se va mostrando lo que parecen sus verdaderas intenciones: tratar de comprender qué ocurre en la actualidad con la moral (esa fuerza invisible que impone su poder para que se ejecute “la vida correcta”) que digita constantemente, en redes sociales (esa forma actual del poder concentrado) y, por supuesto, en todos lados, y lleva en su interior cuestionamientos que van siempre en la misma dirección: ¿es esto realmente lo que quiero hacer con mi días y con mi existencia toda?

Entonces, se pregunta esta historia en la página 53: “¿Y si la vida no fuese más que una sucesión de experiencias en esencia inconexas? ¿Por qué una cosa tiene que seguirse coherentemente de otra?”

Dos hermanos

En el principio de esta novela son dos hermanos que, como corresponde a cualquier familia de cualquier barrio, no se llevan muy bien: Iván y Peter. Los separa la edad (Iván entrando a los 20 y Peter promediando los 30), las profesiones (el menor un prodigio perdido del ajedrez, el mayor un abogado exitoso), y la vinculación que tienen con las mujeres (el más chico en pareja con una mujer que casi lo dobla en edad, el mayor con varias mujeres a su alrededor), entre otras cosas.

Y, lo más importante, es que acaba de morir el padre de los dos y eso los pone en una situación de orfandad extraña (la madre sigue viva) y que no terminan de asumir o comprender totalmente.

Es en esa desorientación en la que cada uno se sumerge en donde se juega el desarrollo de la novela: “Tengo la impresión de que quizás todavía no lo he aceptado. Que mi padre ya no está. No acabo de entender cómo puede ser eso”, dice Iván en la página 359.

Entonces, es en los vínculos que cada uno de los hermanos va armando y construyendo desde la falta, sobre todo con mujeres, se arma eso que se llama nueva vida con alguien que falta.

Reflexiona un personaje en la página 289: “No existe ninguna vida así, libre de ataduras: la vida misma es la red que sostiene a la gente en su sitio y da sentido a las cosas. No es posible romper con las limitaciones y seguir llevando sin más una existencia carente de sentido. La gente, el resto de la gente, lo hace imposible. Pero sin el resto de la gente, no habría vida alguna. La crítica, el reproche, la decepción, el conflicto: esas son las vías por las que las personas permanecen conectadas unas a otras”.

«Dónde estás, mundo bello», de Sally Rooney, salió en septiembre en Argentina (Literatura Random House, $1.599 papel; $849 audiolibro y $500 ebook).

Y es acá donde puede verse otra de las fibras de la novela: es una historia sobre vínculos. Lo que no deja de ser el gran tema de Sally Roney a lo largo de sus cuatro novelas: lo que siente la gente cuando se cruza con otra gente.

¿Es ella marxista?

Es llamativo que una de las mayores búsquedas en Google sobre Sally Rooney es si ella es marxista. Y esto se debe a que en las entrevistas que dio (en muchos perfiles se dice que casi no da entrevistas para darle un aura de misterio innecesario y sin embargo en YouTube hay muchas, otro malentendido de una época de malos entendidos) contó sobre su interés por hablar de las clases sociales (ella tiene formación religiosa) y cómo muchos de sus personajes están en situaciones económicas no siempre estables o, incluso, precarias.

Y es sabido que pensar, desde la pandemia para acá, el término de clases sociales puede acarrear una etiqueta equivocada de marxista e incluso comunista (“La utilidad y la especificidad del fascismo como tipología política en la actualidad. La nulidad estética de los movimientos políticos contemporáneos en general”, pág. 385).

Si bien lo de Rooney es la clase media con todo su imaginario, tics y aspiraciones, se encarga siempre de incluir personajes que muestren un abanico de posibilidades diversas en cuanto a la relación que tienen con el dinero.

Y eso es una marca de época: no hay otra forma de vivir en estos días que no sea preocuparse por el dinero, de dónde viene, cómo circula, en qué se gasta, cómo conseguir más y eso se traslada a la ficción, por supuesto.

¿Qué tanto de eso, de pensar en clases sociales, hay en Intermezzo? Los personajes femeninos, Naomi –con problemas de vivienda– y Sylvia –con problemas de salud y dolores crónicos, lo que le impide una buena vida sexual–, ambas relacionadas con Peter, son quienes llevan adelante esta mirada sobre lo actual en esa relación tan tensa con el dinero y la supervivencia diaria.

Una marca generacional

Intermezzo continúa una búsqueda de Sally Rooney, celebrada sobre todo por su debut Gente normal, que tuvo una exitosa adaptación al formato serie, de ver la forma en la que se atraviesan los sentimientos en estos días. Hay algo en sus historias que intenta ser una marca generacional: retratar el presente interno de los que heredaron un mundo con todas las instituciones ya no en crisis, sino en tu etapa terminal.

¿Qué sucede adentro de los cuerpos, corazones y mentes de quienes viven con la sensación de fin de mundo inminente y con los nuevos mandatos sobre cómo vivir a cada segundo y en cada aspecto de sus vidas?

Desde ese posicionamiento, con un presente tiránico en cuanto a corrección moral, Sally Rooney logra conectar, más allá de que es celebrada por cierta parte de la crítica (en Irlanda es una especie de ciudadana ilustre), con sus lectores y lectoras de todo el mundo.

Intermezzo, de Sally Rooney (Random House).

Redacción

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