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sábado, abril 19, 2025

Umberto Eco en verso: La traducción de filósofos en libertad llega al castellano

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Filósofos en libertad (Libros del Zorro Rojo, 2024), fue publicado originalmente en Italia en 1958, firmado con el seudónimo Dedalus, que ocultaba el nombre de su verdadero autor: el filósofo, escritor y semiólogo Umberto Eco.

Enmarcado dentro de un género que él mismo inventó, el “ensayo ligero”, es una breve introducción a la historia de la filosofía, escrita casi por completo en verso. “Bromear sí, pero seriamente”, dijo el propio autor de esta sorprendente obra, traducida por primera vez al idioma castellano.

Eco fue especialmente conocido por El nombre de la rosa (1980), novela histórica de misterio ambientada en un monasterio benedictino en la Edad Media, llevada al cine en 1986 por el director francés Jean-Jacques Annaud, pero también por obras de ficción como El péndulo de Foucault (1988), entre otras, y ensayos como Apocalípticos e integrados (1964) o La estructura ausente, (1968).

La biblioteca de Umberto Eco. Archivo Clarín.
La biblioteca de Umberto Eco. Archivo Clarín.

Cuentos infantiles ilustrados

En sus inicios en la narrativa, en 1966, publicó dos cuentos infantiles ilustrados por Eugenio Carmi, un pintor y escultor italiano considerado como uno de los principales referentes del abstraccionismo en su país. Eran La bomba y el general y Los tres cosmonautas.

Décadas más tarde publicó otros relatos, también ilustrados por Carmi pero para adultos: Los gnomos de Gnù (1992) y El misterioso fin del planeta Tierra (2002).

Las viñetas que acompañan la edición de Filósofos en libertad fueron realizadas por el propio Eco, “primero, en cantidad diez veces mayor, durante algunos congresos en la Universidad de Turín”, según él mismo cuenta en el prólogo, escrito en 1992.

“Animado por la respuesta del mundo científico, añadí luego los poemas rimados, que acabé leyendo en la Plaza San Marcos, en septiembre de 1958, durante el Congreso Internacional de Filosofía de Venecia, frente a un auditorio compuesto por las más bellas mentes filosóficas de nuestro país”, dice también en esas líneas.

Umberto Eco. Archivo Clarín.Umberto Eco. Archivo Clarín.

Las viñetas contienen situaciones graciosas ideadas por Eco, siempre en referencia a sus temas de estudio. Tanto los dibujos con diálogos cómicos como los textos fueron creados por diversión, pero él insistía en destacar su rigor científico.

La editora española de Libros del Zorro Rojo, Diana Hernández, encontró el libro en una reedición italiana de 2022, luego de haber sido editado antes en la década del 90. Le impresionó de sus páginas “la libertad del joven Eco”, y los dibujos que acompañaban los textos.

Se preguntó por qué no habría sido publicado en otros idiomas y pensó que quizás nadie se había atrevido porque se trataba de poemas, o porque la traducción hubiese sido una tarea difícil. Sin dudarlo, optó por emprender ella la tarea. Su pasaje favorito, confesó, es el de los presocráticos, sin quienes “no existiría el pensamiento occidental como lo conocemos”, según consideró.

“En tiempos de los argivos/ vivían despreocupados/ y andaban dichosos/ por bosques y prados/ señores ociosos/ que en tono profundo/ preguntaban, dudosos/ de qué está hecho el mundo”, dice Eco en algunos de esos versos, los primeros del libro.

El escritor italiano Umberto Eco posa el 9 de octubre de 2010, durante el foro «Monde des livres» («Mundo de los libros»), en la sede del diario Le Monde en París. . AFP PHOTO MIGUEL MEDINA  El escritor italiano Umberto Eco posa el 9 de octubre de 2010, durante el foro «Monde des livres» («Mundo de los libros»), en la sede del diario Le Monde en París. . AFP PHOTO MIGUEL MEDINA

Y continúa más adelante: “Heráclito dice/ pensando en un río/ y concibe esa ley/ que llaman panta rei: “¡quien moja los pies/ en pleno torrente/ entiendo que fluye/ el agua corriente!”. También se refiere en ese poema a Anaximandro, Anaxímenes, Pitágoras y Parménides, y finaliza con una reflexión: “Confirman mis versos/ que solo han quedado/ fragmentos dispersos/ de tanto pasado”.

Eco se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Turín, en 1954. Su trabajo de doctorado, publicado dos años después, se tituló El problema estético en Santo Tomás de Aquino.

Al teólogo escolástico también dedicó unos versos de Filósofos en libertad: “El Santo Tomás de Aquino/ elabora con gran tino/ un pensamiento rotundo/ que reduce todo el mundo/ a un sistema de respuestas/ calibradas, bien dispuestas/ que, con fórmulas sagaces/ sin error sean capaces/ de explicar al ser humano/ desde Dios hasta el gusano”.

Y continúa, más adelante: “Sostiene Santo Tomás/ que las cosas son causadas/ que no suceden sin más/ Una cosa la otra causa/ sucediéndose sin pausa/ y si voy yendo hacia atrás/ esa causa no causada/ al final alcanzo yo: que esta es, sepan, siempre Dios”.

El escritor italiano Umberto Eco en la feria del libro de Frankfurt, Alemania, el 11 de octubre de 2007. EFE/EPA/ARNO BURGI El escritor italiano Umberto Eco en la feria del libro de Frankfurt, Alemania, el 11 de octubre de 2007. EFE/EPA/ARNO BURGI

Versos y textos en prosa

Aristóteles, René Descartes, Immanuel Kant, Hegel, el existencialismo, Karl Marx, son algunos de los otros nombres y temas que aborda en el libro. En el apartado «Escritores en libertad», Eco incluyó versos y textos en prosa sobre Marcel Proust, Thomas Mann, James Joyce, Edipo Rey y Un inédito de Dante sobre Saussure, entre otros.

En Confesiones de un joven novelista (Sudamericana, 2011) se había referido a la cotidianeidad y cercanía con la que podía tratar temas sobre los que había investigado a nivel académico: “El nombre de la rosa la escribí en solo dos años, por la sencilla razón de que no tuve que investigar nada sobre la Edad Media. Como he dicho, mi tesis doctoral versaba sobre estética medieval, y después de presentarla seguí estudiando la Edad Media. Con el paso de los años, visité un montón de abadías románicas, catedrales góticas, etcétera. Cuando decidí escribir la novela, fue como abrir un gran armario donde había estado amontonando mis archivos medievales durante décadas. Todo ese material estaba a mis pies, y yo no tenía más que seleccionar lo que necesitaba”.

Después de doctorarse, Eco trabajó como editor cultural para la RAI, (Radiotelevisión italiana). A su vez, fue profesor en las universidades de Turín, Florencia y Milán.

Además del gran reconocimiento de los lectores y el éxito de ventas de sus principales libros, fue nombrado Doctor Honoris Causa por 25 universidades de todo el mundo y condecorado con la Legión de Honor de Francia y el Premio Príncipe de Asturias, entre otros destacados galardones.

Después de su muerte, en 2016, su gran biblioteca privada, compuesta por más de 50 mil ejemplares, entre ellos 1200 volúmenes anteriores al siglo XX, 36 incunables y 380 impresos de los sidlos XVI y XVII, fue repartida entre la Universidad de Bologna, donde él fue profesor durante más de cuarenta años, y la Biblioteca Braidense de Milán, ciudad en la que el autor residía.

Redacción

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