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sábado, abril 19, 2025

¿América Latina se está volviendo autoritaria?

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«Los libros, según se ha descubierto, son una forma de vivir mil vidas, o de encontrar fuerzas en una vida muy larga». V. E. Schwab

Releyendo el libro La revancha de los poderosos del escritor venezolano Moisés Naím, he tomado con permiso del autor unas palabras de la obra con cuyo contenido concuerdo. ¿Los autócratas están reinventando la política en el siglo XXI?

En todo el mundo las sociedades libres se enfrentan a un enemigo nuevo e implacable. Este no tiene ejército ni armada; no procede de ningún país que podamos señalar en un mapa; está en todas partes y en ninguna, porque no está ahí fuera, sino aquí dentro. En lugar de amenazar a las sociedades libres con la destrucción desde el exterior, como hicieron los nazis y los soviéticos, las amenazan con corroerlas desde el interior.

Un peligro que está en todas partes y en ninguna es esquivo, es difícil de identificar, de distinguir, de describir. Todos lo notamos, pero nos cuesta darle nombre. Se derraman ríos de tinta para describir sus elementos y sus características, pero se nos sigue escapando.

Nuestro primer deber, por tanto, es nombrarlo. Solo así podremos comprenderlo, combatirlo y derrotarlo.

¿Qué es este nuevo enemigo que amenaza nuestra libertad, nuestra prosperidad y hasta nuestra supervivencia como sociedades democráticas?

A comienzos del siglo XXI, unas inquietantes transformaciones hicieron que empezara a tambalearse la estructura de la posguerra.

Era inevitable una reacción. Quienes estaban decididos a obtener y ejercer un poder ilimitado desplegaron viejas y nuevas tácticas para protegerlo de las fuerzas que lo debilitaban y lo limitaban. El propósito de estas nuevas formas de conducta es detener el declive del poder y permitir reconstituirlo, concentrarlo y volver a ejercerlo sin restricciones; pero, esta vez, con tecnologías, tácticas, organizaciones y mentalidades del siglo XXI.

En otras palabras, las fuerzas centrífugas que debilitan el poder han despertado unas nuevas fuerzas centrípetas que tienden a concentrarlo. El choque entre estos dos tipos de fuerzas es una de las características fundamentales de nuestra época. Y el resultado de ese choque no está nada claro.

Lo que está en juego no puede ser más importante; y no existen garantías. No solo está en juego la posibilidad de que la democracia prospere en el siglo XXI, sino incluso su propia supervivencia como sistema de gobierno predominante, como configuración predeterminada de la aldea global. La supervivencia de la libertad no está garantizada.

¿Pueden sobrevivir las democracias a los ataques de unos aspirantes a autócratas empeñados en destruir los pesos y contrapesos que limitan su poder? ¿Cómo? ¿Por qué en algunos sitios el poder está concentrado, mientras que en otros está dividiéndose y degradándose? Y la pregunta más importante: ¿qué futuro tiene la libertad?

Estos aspirantes a autócratas tienen opciones nuevas y herramientas distintas que pueden utilizar para reclamar un poder ilimitado. Muchas son herramientas que no existían hace tan solo unos años. Otras son muy antiguas, pero ahora se combinan con las nuevas tecnologías y con las tendencias sociales, y acaban siendo mucho más poderosas que nunca.

Esa es la razón de que durante los últimos años haya triunfado una nueva casta de políticos ávidos de poder: líderes nada convencionales que vieron el declive del poder tradicional y comprendieron que una estrategia radicalmente nueva podía ofrecer oportunidades hasta ahora inexploradas.

Surgen en todo el mundo, tanto en los países más ricos como en los más pobres, en los que poseen instituciones más complejas y en los más atrasados. Viene a la mente Donald Trump, por supuesto, pero también Hugo Chávez y Maduro en Venezuela, Andrés Manuel Obrador y Claudia Sheinbaum en México; Viktor Orbán en Hungría, Rodrigo Duterte en Filipinas, Narendra Modi en la India, Jair Bolsonaro en Brasil, Tayyip Erdoğan en Turquía, Nayib Bukele en El Salvador y muchos otros.

Los nuevos autócratas han sido los primeros en utilizar técnicas innovadoras para hacerse con un poder ilimitado y conservarlo el mayor tiempo posible. Su principal objetivo, no siempre alcanzable, pero por el que siempre luchan con ahínco, es el poder para toda la vida. Sus triunfos, además, provocan que otros se atrevan a intentar emularlos en todo el mundo. Han tenido muchos éxitos, pero también algunos fracasos notables.

Estos dirigentes están adaptándose al nuevo paisaje, improvisando nuevas tácticas y rediseñando las viejas para atesorar más capacidad de imponer su voluntad sobre los demás. A pesar de las enormes diferencias nacionales, culturales, institucionales e ideológicas entre los países en los que estos líderes se han hecho con el poder, sus estrategias son increíblemente similares. Por ejemplo, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, y Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, no pueden ser más distintos desde el punto de vista ideológico, ni más parecidos en su forma de gobernar. El diminuto, empobrecido y atrasado El Salvador, en Centroamérica, y la enorme y avanzada superpotencia que es Estados Unidos son países diferentes en todo y, sin embargo, Nayib Bukele y Donald Trump se guian por unas reglas inquietantemente iguales a la hora de gobernar.

¿Cuál es su fórmula? ¿Cuáles son sus componentes? ¿Y cómo se aplica en el mundo real? Estas son las preguntas fundamentales que se hace el libro.

En la opinión del autor, la fórmula puede resumirse en tres palabras: «populismo», «polarización» y «posverdad».

Las llama las «tres pes». Y quienes utilizan estas herramientas son los «autócratas 3P».

Los autócratas 3P son dirigentes políticos que llegan al poder mediante unas elecciones razonablemente democráticas y luego se proponen desmantelar los contrapesos a su Poder Ejecutivo mediante el populismo, la polarización y la posverdad. Al mismo tiempo que consolidan su poder, ocultan su plan autocrático detrás de un muro de secretismo, confusión, burocracia, subterfugios seudolegales, manipulación de la opinión pública y represión de los críticos y adversarios.

Cuando la máscara cae, ya es demasiado tarde.

Los autócratas del siglo XXI empiezan de esta forma más suave y se esfuerzan en mantener las apariencias, mientras socavan la democracia a escondidas. ¿Cómo lo hacen? Recurriendo al populismo, a la polarización y a la posverdad.

¡Estos líderes y este estilo de gobernar forman la vanguardia de la revancha de los poderosos!

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