El enfado -o enojo- es una emoción que surge de manera natural en el momento en que sentimos que algo es injusto, frustrante o nos amenaza.
Aunque puede ser útil para defender nuestros límites, un mal manejo de la ira puede afectar nuestras relaciones y nuestro bienestar.
Sonia Díaz Rois es experta en gestión de la ira y en uno de sus libros afirma que el enfado permanente es una señal de alarma para detenernos y reflexionar sobre si es necesario cambiar algo en nuestra vida.
“Es como si nuestra paciencia tuviera un depósito y, cuando está lleno, cualquier chispa lo desborda: dormir mal, el estrés, una respiración superficial…”, afirma la especialista.
1-Analizar
Primero, es muy importante analizar con posterioridad por qué nos hemos enojado ya que esto puede darnos pistas sobre lo que ocurre en nuestro interior.
En este sentido, tal vez descubramos que estamos acostumbrados a enfocarnos en lo negativo, pretendemos siempre tener la razón, controlar o perseguir el perfeccionismo, detalla Díaz Rois.
Puede parecer obvio, pero el primer paso es darnos cuenta de que nos hemos enojado. A partir de ese momento,la experta recomienda autorregularnos desde nuestro cuerpo, mente y espíritu.

2-Reconocer el patrón
En este caso, debemos ver si se trata de una reacción instintiva e impulsiva. Hay que identificar si es una reacción habitual o puntual: “Es como si saltara una alarma interna. Se activan estructuras del cerebro como la amígdala, que es la responsable de desencadenar esa sensación de enfado», explica la experta.
Así, si elegimos responder con calma, estaremos reforzando un nuevo camino mental.
3-Cuestionar nuestros pensamientos
La emoción del enfado dura una media de 90 segundos, pero si añadimos pensamientos negativos la emoción se extiende y se convierte en un sentimiento persistente.
Si nos damos cuenta de lo que estamos pensando, tendremos más poder para transformar nuestra respuesta.
Es importante detenerse y prestar atención a nuestros pensamientos para saber si estamos aumentando la sensación de enfado con nuestra propia negatividad.
4-Respirar y cuidar nuestro cuerpo
Al enojarnos, nuestro cuerpo se pone en modo alerta, acelera el pulso y aumenta la respiración.
Esa sensación puede llevarnos a sentirnos agotados o tener problemas de salud. En este caso, puede ser útil la respiración diafragmática.
De acuerdo a Díaz Rois, «esa respiración consciente y profunda permite que el aire llegue hasta el abdomen. Lo que conseguimos respirando de este modo es que nuestro sistema nervioso parasimpático se active y nos conecte con la calma«.

Cómo utilizar el enojo a nuestro favor
Conocer mejor el origen de nuestro enfado y las emociones que despierta en nosotros puede ayudarnos a conocernos mejor.
Aprender a escuchar esta emoción nos ayuda identificar patrones, conocer mejor lo que necesitamos y actuar de manera más consciente.
El enojo bien gestionado, así, se convierte en una guía que nos muestra lo que realmente es importante para nosotros.
La especialista termina reflexionando sobre lo útil que puede ser comprender el enojo. Como conclusión, asegura que enfadarse no es malo, que lo importante es aprender a gestionarlo con respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Al hacerlo, no solo nos entenderemos mejor a nosotros mismos, sino que también ayudaremos a los demás a conocernos y a entender qué es lo que realmente necesitamos.
Christian Jiménez, La Vanguardia.