En su mensaje pascual, monseñor Mario Cargnello no esquivó la sombría realidad que rodea a la humanidad. Desde el púlpito de la Catedral, su voz se elevó para señalar con preocupación los «signos de muerte» que ensombrecen el presente, tanto a nivel global como en la propia provincia de Salta.
En su mensaje pascual, monseñor Mario Cargnello no esquivó la sombría realidad que rodea a la humanidad. Desde el púlpito de la Catedral, su voz se elevó para señalar con preocupación los «signos de muerte» que ensombrecen el presente, tanto a nivel global como en la propia provincia de Salta.
Con profunda preocupación, enumeró los múltiples «signos de muerte» que afligen al mundo y a la provincia: las guerras sin fin en Ucrania, Tierra Santa y Asia; el preocupante descenso de la natalidad; la persistencia del aborto, calificado directamente como «muerte»; la desgarradora visión de niños y jóvenes consumidos por las drogas.
«Hay muchos signos de muerte que nos preocupan: las guerras y situaciones que no se solucionan en Ucrania, Tierra Santa, países asiáticos, pero también en nuestra provincia vemos signos de muerte que nos preocupan y nos hacen sufrir. Ha disminuido el número de natalidad, nacen menos chicos, y el número de aborto no baja, hay que decir la verdad, es muerte. Es muerte ver chicos y niños drogándose, entraron en un círculo de muerte que daña a las personas, son terriblemente destructoras, destruyen familias, hogares, quitan la paz», expresó el jefe de la Iglesia salteña.
Cargnello también advirtió el uso de las plataformas virtuales que «están dañando a nuesros niños». Ante este panorama desolador, el arzobispo declaró con fe: «hoy procalamamos que la vida tiene la última palabra, no la muerte».
«No digan, ‘yo no puedo porque soy pecador’, igual tenemos que reaccionar», añadió. Y luego de recordar el rol que cumplió el discípulo Pedro, expresó que «Pascua es una experiencia de vida, que tiene la última palabra. No tengo que venir como niño perfecto a celebrar la Pascua, vengo como soy, con el peso de mis propios límites, con esas experiencias negativas, vengamos así».
El arzobispo también destacó: «En esta sociedad con tanto signo de muerte, tenemos que ser signos de vida, son tantos a los que nos tenemos que unir». Cargnello hizo referencia cientos de jóvenes que «trabajan, estudian se superan y luchan, matrimonios que confian y se abren a la vida, la gente honesta que no se deja abrumar por las malas noticias, superando climas corruptos, son una masa nueva y capaces de transformar la sociedad con pequeños gestos, que nadie las ve, no importa, Dios si la ve». Y siguió enumerando a «la gente que la pelea a la vida para salir adelante con honradez, gente que trabaja por los pobres, por los drogadictos en centros de recuperaciones, padres que están con sus hijos, e hijos que dan todo por sus padres».
Para Cargnello, estas personas son invisibles para los medios, pero reiteró que constituyen una «masa nueva» capaz de transformar la sociedad, y su labor, aunque discreta, es profundamente significativa a los ojos de Dios.
Finalmente, con un mensaje de renovación y perdón, concluyó: «aunque tengamos el peso de nuestras culpas, empecemos de nuevo».