Velintonia, la casa que el poeta español Vicente Aleixandre habitó en Madrid durante más de cincuenta años y que sufre un prolongado abandono, fue un «faro de luz» durante la dictadura española, como muestra el documental Velintonia 3, escrito y dirigido por el cineasta español Javier Vila.

La casa de Aleixandre (Sevilla, 1898 – Madrid, 1984), que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1977, fue durante buena parte del siglo XX un lugar de peregrinaje para escritores y artistas de varias generaciones.
En el inmueble madrileño se dieron cita los grandes poetas de la Generación del 27, una de las más importantes de la literatura española, en reuniones en las que Federico García Lorca tocaba el piano y era el centro de atención o donde también iba de visita Miguel Hernández, que siempre llevaba naranjas.
El largometraje, que se estrenó en una sesión especial del 28.º Festival de Málaga de marzo pasado, recupera la memoria de este lugar que, como apunta Vila en una entrevista, «parece estar siempre de actualidad» por la falta de entendimiento entre las administraciones y los herederos del poeta sobre su uso y su futuro.
Vila, que considera mostrar el presente de la casa «una reivindicación silenciosa», recuerda que entrar en la casa fue «muy difícil», lo que complicó la logística de producción y el rodaje.
Según reconoce, uno de los objetivos del documental es «que aporte y provoque algo», como «un futuro hipotético en el que Velintonia vuelva a ser la casa de la poesía, que el jardín vuelva a estar abierto y que vuelvan a pasar cosas».

Un faro en el franquismo
Velintonia fue «un lugar importante en la época oscura de la dictadura», una «una especie de faro», porque muchos amigos del poeta o estaban muertos o en el exilio, y «se acabó convirtiendo en una luz para quienes estaban fuera y para la gente de la cultura».

Con su entrada en la Academia en 1949, Aleixandre «se volvió intocable» y su casa se convirtió «en una especie de sitio al que debía peregrinar cualquier joven poeta que se preciara».
«Cuarenta años después, en el rodaje del documental, quienes entonces eran jóvenes de 18 o 19 años han vuelto a entrar en la casa, porque muchos de ellos habían estado allí por última vez el día del velatorio de Aleixandre», en 1984, cuenta el director.
Según Vila, el documental es también «un ejercicio coral entre muchas personas de recuperación de la memoria de Aleixandre», con testimonios de figuras como el escritor Vicente Molina Foix, el poeta Guillermo Carnero o el actor Antonio de la Torre.

El documental recoge además cómo la concesión del Nobel a Aleixandre en 1977 se interpretó «como un reconocimiento a toda la generación del 27, porque se cuenta que no se sabía si sería para Jorge Guillén o para él, y «un símbolo de la resistencia contra el franquismo», que reconocía también el momento de apertura que vivía España.
Con información de EFE.