
Ante la actividad eruptiva del volcán de Fuego y los Colosos de Pacaya y Santiaguito, el Sistema de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) mantiene observación continua para dar a conocer a la comunidad sobre cualquier variación en las medidas de seguridad ante una posible urgencia.
Este martes 22 el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH) ha dado a conocer el más reciente boletín vulcanológico en el que expone la situación de estos tres importantes volcanes de Guatemala.

Actividad: se observa desgasificación proveniente del cráter, dispersandose en dirección este y sureste. Los sensores acústicos permiten identificar pocos pulsos de desgasificación y, los eventos de mayor amplitud sísmica, son asociados al movimiento de magma y gases dentro del edificio volcánico. Explosiones de características débiles y moderadas podrían generarse en cualquier momento. Si las condiciones atmosféricas son favorables, durante la noche y madrugada es posible observar incandescencia proveniente del cráter. Consultar y seguir las recomendaciones adjuntas a este boletin y al boletin especial BEFGO-08-2025. Considerar que, por las lluvias que puedan presentarse en horas de la tarde o noche, se pueden generar lahares en las diversas barrancas del volcán.
Actividad: es posible observar desgasificación proveniente del cráter Mackenney, la cual se dispersa 1 kilómetro aproximadamente en dirección sur. Las estaciones sísmicas permiten identificar eventos de desgasificación, de corta duración, lo cual confirma niveles bajo de actividad. Durante la noche y madrugada no se observó ningún reflejo incandescente, sin reportes de sonidos o explosiones. No se descarta la ocurrencia de períodos de desgasificación prolongados o columnas de desgasificación con abundante ceniza.
Actividad: se observa desgasificación de forma recurrente, que alcanza los 600 metros de altura sobre el domo Caliente. Durante la madrugada se logra observar incandescencia proveniente de la cúpula del domo Caliente y de la parte media del flujo de lava, lo cual indica que continúa la extrusión de lava en forma de bloques en dirección oeste y suroeste. La red de monitoreo de sensores sísmicos y acústicos permiten identificar explosiones débiles y moderadas, las cuales pueden provocar incandescencia y columnas de gas y ceniza con altura de hasta 3500 msnm (10498 pies), así como avalanchas en dirección este, sur, suroeste y oeste. La ceniza puede dispersarse de 15 a 40 km hacia el este y sureste, lo cual puede generar caída de ceniza fina en fincas y comunidades cercanas al volcán. El volcán Santiaguito continúa con alta actividad, por lo que no se descarta la ocurrencia de flujos de bloques y ceniza, de características moderadas a fuertes, como también posibles flujos piroclásticos de largo alcance en diferentes direcciones, por lo tanto seguir las recomendaciones del boletín especial BESAN-002-2025.

Debido a su ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico, los volcanes cubren gran parte de la geografía del país, lo que lo convierte en una de las áreas con mayor densidad de estas formaciones rocosas.
Sin embargo en Guatemala se han identificado al menos 324 estructuras de origen volcánico, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) identifica únicamente 32 volcanes, mientras que la Federación Nacional de Andinismo dice que son 37. Los 287 restantes son denominados por el INSIVUMEH como “focos eruptivos”.
Sin embargo, independientemente de las discrepancias, hoy en día son tres los volcanes que se encuentran activos y que son objeto de supervisión de las autoridades guatemaltecas: el volcán de Fuego, de Pacaya y de Santiaguito.
Ubicado entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, el de Fuego es el estratovolcán más activo de Centroamérica y uno de los que tiene mayor relevancia a nivel mundial.
Con más de 3763 metros sobre el nivel del mar, este volcán ha registrado a lo largo de su historia diversas erupciones violentas, como la de 1932, cuando cubrió con ceniza a la ciudad de Antigua Guatemala y algunas partes de Honduras y El Salvador; la de 1974 cuando sus flujos piroclásticos arruinaron parte de la vegetación de los alrededores y enterró parcialmente las comunidades de San Pedro Yepocapa y Acatenango.
El 3 de junio de 2018 tuvo su mayor erupción en lo que va del nuevo milenio, con columnas de ceniza que alcanzaron los 10 mil metros de altura sobre el nivel del mar. Esta actividad dejó 300 personas muertas, 200 extraviadas y 600 lesionados; así como dos millones de ciudadanos damnificados.
El reporte de su última actividad fuerte fue el pasado 12 de diciembre de 2022, cuando el volcán entró en erupción dejando columnas de ceniza de 500 metros de altura y generando un flujo de lava de 800 metros, con caída de ceniza en localidades de 45 kilómetros a la redonda.