El nuevo régimen cambiario que estrenó la Argentina abunda entre los países de la región, pero no es de los más elegidos en el mundo. Según un relevamiento del Fondo Monetario entre 196 casos, cerca de la mitad de las economías tiene un esquema de devaluación controlada o un tipo de cambio fijo, mientras solo un 17% se rige con una flotación administrada, como la adoptada por la gestión de Javier Milei.
Los datos surgen del informe anual del organismo sobre regímenes y restricciones cambiarias, publicado en diciembre con datos hasta 2023. Por entonces, Argentina mantenía un sistema de ajuste gradual del dólar fijado por el Banco Central (crawling peg). Pero desde la semana pasadael Gobierno dispuso un dólar con bandas de flotación de entre $ 1.000 y $ 1.400, donde el precio es fijado por el mercado con intervenciones en los márgenes.
De esa manera, se sumó al grupo de 32 países que en 2023 utilizaban ese patrón cambiario, como es el caso de Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Perú, Uruguay, Bielorrusia, Liberia, Yemen, Albania, República Checa, Georgi, Hungría, Islandia, India, Indonesia, Israel, Kajistán, Corea del Sur, Mauritania, Moldavia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Tailandia, Filipinas y Suiza, entre otros.
.jpg)
De acuerdo con la clasificación del Fondo, 87 países utilizan alguna variante de tipo de cambio menos estricto, la mitad con alguna variante de crawling peg (24%) y la otra con un tipo de cambio fijo (21%); 32, poseen una flotación administrada (17%), 31 flotación libre (16%); 18, otros regímenes controlados (9%); y 26, sistemas estrictos, de los cuales 14 funcionan sin moneda de curso legal (7%) y 12 con cajas de conversión o convertibilidad (6%).
«Cuando se dice que todos flotan, en realidad las grandes potencias tienen flotación libre y la flotación administrada es predominante en la región de Latinoamérica, pero en su mayoría después de haber pasado por un período de tipo de cambio fijo, como nosotros en los 90″. Después volvimos al descontrol, mientras ellos exterminaron la inflación fijando el tipo de cambio», señaló Federico Machado, economista de la consultora Open Economía.
Según el reporte, la flotación administrada significa que «el tipo de cambio flotante está determinado en gran medida por el mercado, sin una trayectoria determinable ni predecible», y las intervenciones son para prevenir «situaciones indebidas», mientras en la flotación libre son «excepcionales» con información provista por las autoridades de que fueron limitadas a un máximo de tres veces en seis meses, no más de tres días hábiles en cada ocasión.
Después de abrir en forma parcial el cepo y recibir US$ 12.000 millones del FMI, el Gobierno busca alentar una baja del dólar a $ 1.000 que desacelere las expectativas de inflación (desde el 3,7% en marzo) y aliente inversiones en pesos, algo que algunos economistas ven como un «regreso al crawling peg». «Esto nunca se vio porque nunca viste superávit fiscal financiero, emisión cero y flotación cambiaria libre», dijo Milei la semana pasada.
Lo singular en el caso de Argentina es que además se adoptó una política de agregados monetarios, que implica un control más estricto de la cantidad de dinero para bajar la inflación, algo que el gobierno comenzó a hacer -con menos intensidad- en julio del 2024 luego de la primera corrida cambiaria. Si bien 26 países utilizan ese enfoque, solo 6 lo hacen con un dólar flotante (Bielorusa, Liberia, Madagascar, Seychelles, Suriname y Yemen).
Del estudio de casi 5.000 páginas, se desprende que la mayoría de los países que flotan en forma libre o sucia utilizan objetivos de inflación(45), como Australia, Canadá, Japón y Rusia, y los de la región. Esto supone que si sobrecumplen la meta de inflación, bajan la tasa de interés para aumentar la oferta de dinero, y si la incumplen, suben la tasa de interés para contraer la expansión monetaria. La FED de Estados Unidos, en cambio, tiene un mandato doble de política de inflación y objetivo de empleo.

Argentina ya probó todas las recetas, sin éxito. Federico Sturzenegger aplicó las metas de inflación con flotación libre cuando ocupaba el Banco Central en 2017, pero fracasaron por la aceleración de los precios en 2018. Luego, ese año, Mauricio Macri acordó un crédito por US$ 57.000 millones con el FMI (utilizó US$ 44.000 millones), en octubre desembarcaron las bandas cambiarias (zona de no intervención) y en 2019 se sumaron los agregados monetarios hasta la corrida desatada por las PASO.
Lo que refleja la investigación del Fondo es que la política monetaria más elegida a nivel global (81) es el ancla cambiariapara controlar el valor del tipo de cambio a través de compras y ventas sistemáticas de sus bancos centrales y así controlar la inflación. Y se trata de un enfoque asociado con los regímenes de tipo de cambio fijo o crawl, como el de los países petroleros de Medio Oriente, el sureste asiático y Centroamérica y el Caribe.
«Los países desarrollados se inclinan por libre flotación y los que vienen de muchos desequilibrios y necesitan bajar la inflación, por regímenes mas rígidos. Los más inflacionarios están con crawl o figuran en otros regímenes, los que tienen flotación están en el medio con baja y moderada inflación, de 8 a 12% anual, nosotros tenemos alta inflación. Y los que tienen tipo de cambio fijo o convertibilidad la inflación es baja o nula», explicó Machado.