El fallecimiento del Papa Francisco este lunes 21 de abril marca el fin de una era histórica para la Iglesia Católica en América Latina. Como primer pontífice latinoamericano, su legado en la región es complejo y contradictorio, según los analistas consultados por ACI Prensa.
Su pontificado de 12 años se enfrentó a desafíos cruciales como las crisis democráticas en Cuba, Nicaragua y Venezuela, las migraciones masivas y los escándalos de abusos sexuales en la Iglesia, dejando una huella profunda en el catolicismo latinoamericano.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Durante tiempo al frente de la Iglesia Católica creó 149 cardenales, de los cuales 32 son latinoamericanos: 23 de ellos serán electores en el próximo cónclave.
La elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa el 13 de marzo de 2013 generó una ola de esperanza y entusiasmo en Latinoamérica. Sin embargo, con el paso de los años, la percepción positiva de los católicos latinoamericanos hacia el Pontífice fue disminuyendo. Según una encuesta del Pew Research Center publicada en septiembre de 2024, la popularidad del Papa Francisco en la región cayó significativamente a lo largo de la última década, siendo Argentina el caso más notorio: allí, la aprobación pasó de un 98% en 2013 a un 74% en 2024.
Otros países encuestados y donde se registró un descenso fueron Colombia (del 93% al 88%), Brasil (del 92% al 84%), México (del 86% al 80%), Perú (del 83% al 78%) y Chile (del 79% al 64%).
Sin embargo, en los seis países la mayoría también consideró que Francisco representaba un mayor cambio para la Iglesia Católica.
Una Iglesia de América para el mundo
Como Papa, el Cardenal Bergoglio llevó a Roma su experiencia pastoral latinoamericana, haciendo que la Iglesia en el continente dejara de ser “una ‘Iglesia-reflejo’ de la europea” e iniciara el proceso “de ser una ‘Iglesia-fuente’”, destacó Rodrigo Guerra, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina.
En entrevista con ACI Prensa, explicó que “esto puede constatarse fácilmente mirando con atención” la primera exhortación de Francisco, Evangelii gaudium, o el Sínodo de la Sinodalidad, que “poseen el aire de familia eclesial-latinoamericano, y simultáneamente, ambas cosas ya son patrimonio de la Iglesia universal”.
Guerra también destacó el legado de Francisco en su enseñanza social, que “recupera y hace madurar muchas de las intuiciones más queridas de la experiencia de la Iglesia Católica latinoamericana”, como son “la opción preferencial por los pobres, entendida como una opción cristológica y no partisana”, su “fuerte crítica a toda ‘colonización ideológica’” y la “‘espiritualidad popular’ como verdadera acción teologal de Dios en el pueblo creyente”.
Por su parte, el doctor en Estudios Latinoamericanos Jorge Trasloheros explicó que la guía pastoral que Bergoglio aplicaría en el mundo se puede ver en el documento de Aparecida —en el que el entonces arzobispo argentino tuvo una participación importante—, y cuya “consigna es que todo católico tiene que ser un discípulo y misionero de Cristo”.
Se trata de un documento en el que “no hay una consigna política propiamente, como sí pudo haber en las anteriores conferencias episcopales”, sino que anima al católico a ir en “búsqueda de las periferias” de la humanidad.
Además, otra característica latinoamericana del Papa Bergoglio ha sido el desafiar a la gente y “el asunto de la sinodalidad”. Aparecida llama “a aprender a caminar en comunidad y la sinodalidad es este caminar en comunidad”, afirmó.
Trasloheros aclaró que el pontificado no consistió en “hacer de la Iglesia Universal una América Latina, sino que los aportes de la experiencia del Episcopado Latinoamericano sirvan para inspirar muchas iniciativas dentro de una Iglesia europea totalmente agotada, la Europa que llamamos occidental, en Iglesias florecientes como la africana, como la asiática, en Iglesias un poco cansadas como las de América Latina”.
Los viajes al continente
En sus 12 años de pontificado, Francisco visitó 61 países en 47 viajes. De Latinoamérica visitó Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Cuba, México, Colombia, Chile, Perú y Panamá. Pero paradójicamente nunca visitó oficialmente su natal Argentina.
Sobre esto, Guerra recordó que “muchas veces” el Santo Padre declaró “su interés en visitar a su amada Argentina”, un país que se ha volcado a las iglesias para rezar por el eterno descanso del que fue su pastor.
Sin embargo, explicó que la decisión sobre qué países visitar “siempre es de orden prudencial y en ella intervienen ponderaciones de muchos factores”.
“La realidad social y política de los pueblos, por supuesto, es uno de esos factores. Sin embargo, no es el único y muchas veces, no es el principal”. Por ello, aclaró que el no haber ido a uno u otro país no es “por falta de interés o de cariño”.
Guerra indicó que “los viajes pontificios no son una suerte de termómetro de los lugares o los temas a los que el Santo Padre o la Iglesia atiende con especial afecto e interés”.
El Papa Francisco constantemente estuvo “atento de la vida y peripecias de la región latinoamericana”. Guerra recordó que “la única región del mundo que posee una Pontificia Comisión en la estructura de la Curia romana es América Latina”, donde viven el 48% de los católicos del mundo.
El primer viaje del Papa Francisco fue a Brasil con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013, donde lanzó su llamado a los jóvenes a “hacer lío”.
En Ecuador, Francisco se dedicó a promover la protección de la familia, a rechazar la cultura del descarte y a recordar que evangelizar “es nuestra revolución».
Durante la visita a Bolivia en julio de 2015 tuvo un encuentro con los movimientos populares en el que dijo que algunos poderes se empeñan en borrar el catolicismo de los pueblos latinoamericanos “tal vez porque nuestra fe es revolucionaria, porque nuestra fe desafía la tiranía del ídolo dinero”.
El entonces vocero vaticano, P. Federico Lombardi, afirmó que cuando el Papa habló de “procesos de cambio, de la fe revolucionaria”, se refirió a “una revolución fundada en el amor”. “No hay un vocabulario de lucha o violencia, es un vocabulario de amor y compasión», explicó desde Bolivia.
Ese mismo año viajó a Paraguay. En su encuentro con la sociedad civil dijo que no sirve hacer “una mirada ideológica” de los pobres porque terminan siendo instrumentalizados «a favor de otros intereses políticos o personales» en perjuicio de su dignidad humana.

En septiembre de 2015 se convirtió en el tercer Pontífice en visitar Cuba, donde tuvo un encuentro informal con Fidel Castro. Además pidió libertad y espacios para que la Iglesia pudiera cumplir con su misión en las periferias.
Al año siguiente viajó a México y visitó la Basílica de Guadalupe, donde rezó un momento ante la imagen mariana. Además celebró una Misa con los indígenas en Chiapas y otra en Ciudad Juárez, cerca a la frontera con Estados Unidos.
En esta Misa denunció la migración forzada como “una tragedia humana” que ha alcanzado niveles globales. “Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias. Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado”, señaló.
Francisco visitó Colombia en 2017, al año siguiente de firmarse el acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC. Por ello, en su viaje, el Papa alentó a los colombianos a seguir trabajando por la reconciliación, además de pedir una solución a la crisis en Venezuela.

También beatificó a dos mártires colombianos: a Mons. Jesús Jaramillo, Obispo de Arauca, y al P. Pedro Ramírez, el cura de Armero.
El viaje a Chile en enero de 2018 fue un punto de quiebre en la lucha contra los abusos sexuales. Luego de defender el nombramiento de Mons. Juan Barros como Obispo de Osorno, tomó en cuenta las acusaciones contra el prelado por presuntos encubrimientos y decidió ordenar una investigación de cómo actuó la Iglesia ante las denuncias de abusos.
Ese mismo mes visitó Perú, donde tuvo un encuentro con los pueblos amazónicos, a los que pidió defender de la minería ilegal, la deforestación, la prostitución y la trata de personas.
Panamá fue el último país latinoamericano que visitó Francisco. Fue con motivo de la JMJ Panamá 2019 y en la Misa de envío animó a los jóvenes a seguir el ejemplo de María que, con su «hágase», dijo sí a la misión que Dios le había encomendado.
Además, dio al continente 11 santos: los tres niños mártires de Tlaxcala, José Sánchez del Río, la Madre Laura Montoya, la Madre María Guadalupe García Zavala, Mama Antula, Artímedes Zatti, José del Rosario Brochero, Nazaria Ignacia y Mons. Óscar Arnulfo Romero.
También dejó listas las canonizaciones de los dos primeros santos venezolanos: el doctor José Gregorio Hernández y Carmen Elena Rendíles Martínez, fundadora de la Congregación de las Siervas de Jesús.
¿La teología de la liberación o teología del pueblo?
Siendo sacerdote y luego Arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio tocó la realidad social latinoamericana, marcada por la pobreza y las migraciones, tal como conoció en las llamadas villas de la capital argentina.
Sin embargo, sus gestos y pronunciamientos desde el inicio de su pontificado hicieron que se le etiquetara como sacerdote de izquierda y cercano a la teología de la liberación, la corriente marxista que se originó en América Latina en la década de 1960.
Para el doctor Trasloheros, hubo una manipulación por ambos lados del espectro político. “A unos salían y decían, ‘claro, es el Papa progresista’, y eso lo utilizó la extrema derecha para decir ‘ya ven, es un Papa ilegítimo, o es un Papa que está desviando el camino de la Iglesia’”.
“Pero uno y otro estaban perdidos en su propio mundo. Es decir, se ve que nunca leyeron a Francisco, nunca observaron a Francisco, nunca lo vieron realmente actuar al Papa. El Papa no es de izquierda ni de derecha, el Papa es católico”, afirmó.
El experto dijo que la misma radicalidad que mostró Francisco al defender la vida “desde el primer momento hasta la muerte natural”, la exhibió al proteger la dignidad de los migrantes. “Pero cuando empieza a hablar de la defensa de los migrantes, ‘¡ah, claro, es izquierda!’. Para Trasloheros, son intentos de grupos de confundir “la fe con la política” para manipularla hacia “sus intereses, rechazando o haciendo ver un Papa que no existe”.
Por su parte, Guerra dijo que “la geometría política de las ‘derechas’ y las ‘izquierdas’ no logra apreciar la irreductibilidad del acontecimiento cristiano”, y que “cada vez que los Papas no complacen a los poderes del mundo, se intenta etiquetarlos con categorías reductivas”.
“El Papa —afirmó el funcionario vaticano— es el garante de la recta interpretación del depósito de la fe, y su enseñanza sobre la dimensión social del Evangelio es parte también de su Magisterio. Perder esto de vista, rápidamente genera mentalidades que rompen explícita o tácitamente con la debida comunión eclesial”.
Uno de los gestos de Francisco que fue cuestionado en su momento fue la canonización del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 en El Salvador y a quien se le vinculó con la teología de la liberación.
Sin embargo, este vínculo fue rechazado por Mons. Jesús Delgado, quien fue secretario del santo centroamericano y quien aseguró que “de la Teología de la Liberación (Mons. Romero) no supo nada, no quiso informarse de eso, él estaba adherido fielmente a la Iglesia Católica y sobre todo a la doctrina de los Papas”.
Pero hubo también otros gestos que fomentaron esa percepción como la carta que el Papa envió al P. Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de la teología de la liberación, por sus 90 años. “Te agradezco por cuanto has contribuido a la Iglesia y a la humanidad —escribió el Papa—, a través de tu servicio teológico y de tu amor preferencial por los pobres y los descartados de la sociedad».
Asimismo, levantó las suspensiones a divinis que San Juan Pablo II había impuesto a Miguel D’Escoto, Fernando Cardenal y Ernesto Cardenal, sacerdotes nicaragüenses de dicha corriente, por su participación política en el gobierno sandinista.
El Vaticano informó que Francisco accedió al pedido de D’Escoto de «volver a celebrar la Santa Eucaristía antes de morir» y de Ernesto Cardenal de “ser readmitido al ejercicio del ministerio presbiteral”.
En mayo de 2022, el Papa relató en un mensaje a la Pontificia Comisión para América Latina que en los comienzos de la teología de la liberación “apareció un/dos volúmenes, sobre la intuición latinoamericana, sobre la identidad latinoamericana para seguir este camino, y casi el ochenta por ciento de las notas estaba en alemán, no tenían ni la menor idea”.
“Era una ideologización de lo que es un camino telúrico latinoamericano. Y digo telúrico porque la espiritualidad latinoamericana está agarrada a la tierra, no se le puede separar”.
En enero de 2017, el Papa Francisco dijo al diario español El País que «la teología de la liberación fue una cosa positiva en América Latina. Fue condenada por el Vaticano la parte que optó por el análisis marxista de la realidad”.
“El Cardenal (Joseph) Ratzinger hizo dos instrucciones cuando era prefecto de la Doctrina de la Fe. Una muy clara sobre el análisis marxista de la realidad. Y la segunda retomando aspectos positivos. La teología de la liberación tuvo aspectos positivos y también tuvo desviaciones, sobre todo en la parte del análisis marxista de la realidad», señaló.
El sacerdote jesuita Juan Carlos Scannone, uno de los maestros de formación de Jorge Mario Bergoglio, afirmó que el Pontífice nunca compartió los postulados del P. Gustavo Gutiérrez, sino que se guió por la corriente argentina de la teología de la liberación, en la que “no se usa el análisis social marxista, sino preferentemente un análisis histórico-cultural, sin desechar el socio-estructural, pero no basado en la lucha de clases como principio determinante de interpretación de la sociedad y la historia».
“La línea argentina de la teología de la liberación, que algunos llaman ‘teología del pueblo’, ayuda a comprender la pastoral de Bergoglio como obispo; así como muchas de sus afirmaciones y enseñanzas», explicó el P. Scannone.
El secretario de la Pontificia Comisión para América Latina Rodrigo Guerra explicó que el P. Scannone creó “una tipología para clasificar las diversas ‘teologías de la liberación’”, que incluye a la “escuela de Río de la Plata” y que es también conocida como “teología del pueblo”, “una forma no-marxista de desarrollar creativamente una teología no-conformista, crítica y liberadora con fuerte enfoque cultural”, afirmó.
“El Papa Francisco se inscribe en parte en esta tradición pero la rebasa en más de un aspecto. El Papa Francisco de alguna manera es como la maduración creativa de la ‘teología del pueblo’, del magisterio episcopal latinoamericano y de la experiencia pastoral realmente vivida de muchas comunidades en la región”, indicó.
Trasloheros también destacó este punto, pues mientras la teología marxista de la liberación “se ideologiza, se identifica con partidos políticos y rechaza la religiosidad popular porque la consideran enajenante”, la línea que siguió Francisco acompaña la religiosidad popular y entiende la cultura que es propia del pueblo.
“Por eso él fue un ‘papa villero’, como le decían, y apoyó tanto a los curas villeros, de las ciudades perdidas, de las zonas marginales”, señaló.
Para David Lantigua, profesor adjunto de la Universidad de Notre Dame, “hoy en día, la teología de la liberación se ha multiplicado en varios otros temas como teología indigena y ecofeminista”.
Sin embargo, “el Papa Francisco no habla de la teología de la liberación sino de la teología de la pobreza, un teología popular desde el sensus fidei, que incluye la sabiduría de los seres humanos y movimientos populares y el medioambiente”, afirmó Lantigua a ACI Prensa.
“El Evangelio de Cristo, quien ‘siendo rico, se hizo pobre’ (2 Cor 8:9), anuncia la palabra de Dios a los pobres y desde los pobres tiene dimensión social y liberadora. La exhortación Evangelii gaudium es como un documento de Aparecida, que fue dirigida por Bergoglio, para la Iglesia universal”, añadió.
En 2015, en el vuelo que lo llevó de Cuba a Washington, se le comentó al Papa que algunos lo consideraban un Papa comunista. A ello, Francisco señaló que nunca dijo “una cosa más que no hubiera estado en la doctrina social de la Iglesia”.
“Las cosas se pueden explicar, quizás una explicación ha dado una impresión de ser un poquitito más izquierdosa pero sería un error de explicación. No, mi doctrina sobre todo esto, sobre la Laudato Si’, sobre el imperialismo económico, todo esto, es la de la doctrina social de la Iglesia”, afirmó.
Para Trasloheros, la teología del pueblo “no es ni de izquierda ni de derecha. Por la experiencia pastoral trata de anunciar a Cristo y vivir a Cristo, por ello no tiene espectro político y no se puede ideologizar”.
El experto mexicano dijo que esta toma de posición causó que Bergoglio fuera marginado por un “grupo radical” de jesuitas inclinado hacia la teología marxista, que lo mandó “a un lugar muy apartado, en donde su principal misión era confesar. No se le permitía enseñar a los jóvenes, tener contacto con los jóvenes”.
Ello, hasta que el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Antonio Quarracino, se lo llevó como Obispo Auxiliar.
Los desafíos democráticos en Latinoamérica
Durante los años del pontificado de Francisco, América Latina continuó siendo un continente con grandes desafíos, entre estos la falta de democracia en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Francisco visitó Cuba en 2015. Un año antes, el Papa jugó un papel crucial para lograr el deshielo entre el régimen comunista y Estados Unidos durante la administración de Barack Obama, aunque esto quedó atrás con el gobierno de Donald Trump.
Pero además, a través de sus representantes diplomáticos, abogó por la liberación de los presos políticos, especialmente por aquellos apresados durante las protestas pacíficas de julio de 2021. Asimismo, aunque el gobierno cubano aún no completa las 553 liberaciones prometidas en enero, afirmó que estas eran por mediación del Papa Francisco.
En el caso de Venezuela, en sus primeros años el Papa brindó una mediación entre el régimen chavista y la oposición a través del secretario para las Relaciones con los Estados, Mons. Paul Richard Gallagher.
Aunque el proceso quedó trunco por la falta de voluntad del gobierno, Francisco siguió comprometido con los intentos democratizadores para Venezuela, ya fuera por medio de cartas privadas o a través de sus representantes, como el secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin.
Pero el caso más difícil y dramático ha sido Nicaragua, donde la Iglesia Católica sigue siendo perseguida abiertamente por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, con la expulsión de obispos, sacerdotes, órdenes religiosas y la expropiación de centros católicos.
Desde que en 2018 comenzó la actual crisis, el Papa apoyó la mediación de la Iglesia a través de la Nunciatura Apostólica. Sin embargo, el régimen de Ortega expulsó al Nuncio, Mons. Waldemar Stanislaw Sommertag en marzo de 2022.
A pesar de ello, el Pontífice siguió de cerca la vida de la Iglesia en Nicaragua. Su crítica a la dictadura sandinista provocó que Ortega respondiera solicitando el cierre de la embajada vaticana en Managua.
Al contrario de Nicaragua, el Vaticano aún mantiene sus sedes diplomáticas en Cuba y Venezuela.
Para Guerra, “los escenarios políticos complejos, como los de Venezuela, Cuba o Nicaragua, requieren de la sabiduría práctica del pastor, es decir, de eso que santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, llamaba ‘prudencia’”.
“La prudencia —aclaró— no es un cálculo astuto de medios y de fines. Mucho menos es ‘timoratez’. La prudencia es la ‘auriga de las virtudes’, es decir, es el hábito operativo que conduce las disposiciones estables para las decisiones moralmente buenas”, dijo.
Para el secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, el Papa impulsó “en cada escenario el ‘bien posible’”. “A diferencia de los dirigentes de los estados, el Papa es principalmente un pastor que busca el bien del pueblo y la necesaria libertad de la Iglesia para que pueda ejercer su misión evangelizadora”.
“Este factor diferenciador es fundamental para no esperar del Santo Padre decisiones o estrategias que responden a intereses de poder. El Papa es un líder eclesial que actúa siempre: pocas veces con la palabra, y muchas veces con discreción, cuidando simultáneamente a la oveja que está en el redil y a aquella que anda perdida”, afirmó.
Sínodo para la Amazonía
Entre el 6 y 27 de octubre de 2019 tuvo lugar en el Vaticano el Sínodo para la Amazonía, convocado por el Papa Francisco para reflexionar sobre la atención pastoral en esta amplia zona de Sudamérica.
Sin embargo, el evento no estuvo ajeno de situaciones polémicas, como un supuesto culto a la Pachamama (madre tierra) y el empuje de algunos sectores por introducir el sacerdocio femenino y de hombres casados, propuestas que fueron rechazadas.
Trasloheros afirmó que la convocatoria a este sínodo fue una iniciativa pastoral de Francisco hacia su continente de origen, reuniendo no sólo a obispos, sino también “muchas experiencias pastorales que se están llevando a cabo desde las comunidades indígenas” y misioneros.

“Desgraciadamente, cuando se tuvo la reunión, ya en el Vaticano para cerrar el sínodo, reflexionar sobre el sínodo sobre la Amazonia, la gente no entendió de qué se trataba”, expresó.
El experto dijo que no se comprendió que “lo que teníamos eran comunidades indígenas que expresaban su fe de acuerdo a sus propias categorías culturales, que eso es inculturar el Evangelio”.
“Al parecer hubo una especie de grupos que querían manipular este sínodo y pusieron elementos que se confundieron con la Pachamama, que quisieron desviar un poco la mirada que buscaba el Papa”, aseguró.
Por su parte, Guerra aseguró que en la ceremonia llevada a cabo en los Jardines Vaticanos, el 4 de octubre de 2019 “no hubo ningún acto de culto a la ‘Pachamama’”, sino que “se mostraron dones traídos desde la Amazonia, eso sí, difíciles de interpretar para el observador habituado a una mirada eurocéntrica”.
Sobre la figura de la mujer embarazada, a la que se vinculó con la Pachamama, Guerra dijo que no era una “efigie de la ‘Pachamama’ andina, sino un signo simple de fecundidad, y que muchos apreciamos, porque invita a ‘salvar a las dos vidas’, es decir, a respetar la dignidad inalienable del no-nacido y de la mujer que lo lleva en su vientre”.
“El Sínodo de la Amazonia hoy comienza a tener frutos visibles a través, por ejemplo, de la CEAMA, la Conferencia Eclesial de la Amazonia. Esta experiencia inédita es sin duda prometedora. El afecto y la paciencia la harán madurar. Los hombres y las mujeres que participan en ella saben bien de la importancia de su misión evangelizadora inserta fuertemente en el contexto y orientada por la enseñanza de la Iglesia en materia de ecología integral”, afirmó.
Las migraciones
Durante el pontificado de Francisco las migraciones masivas siguieron siendo una constante en América Latina, particularmente en Venezuela, con más de siete millones de emigrantes. Además, miles de personas continuaron cruzando la peligrosa selva del Darién, así como las caravanas de migrantes que recorrieron Centroamérica para llegar a Estados Unidos.
Panamá informó que en 2024 cerca de 300.000 personas atravesaron esta selva. Sin embargo, luego de las medidas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el flujo se ha reducido en un 98%.
Varias veces el Papa argentino se opuso a las políticas antiinmigrantes y apostó por “acoger al migrante”.
En el caso de América, rechazó las deportaciones masivas ejecutadas por el gobierno de Trump y pidió “no ceder ante las narrativas que discriminan” a estas personas. La postura del Papa causó un choque con el vicepresidente estadounidense JD Vance, un converso al catolicismo y una de las últimas personas en reunirse con Francisco antes de su fallecimiento.
Defensa de la vida
En los más de 12 años de pontificado, la cultura de la muerte del aborto continuó avanzando en América Latina. En 2017 fue despenalizado en Chile, fue legalizado en Argentina en 2020, liberalizado en Colombia en 2022, y actualmente es permitido en la mayoría de los estados de México.
Francisco expresó varias veces su condena al aborto, pero sin referirse a países en concreto. Semanas antes de la legalización del aborto en Argentina, el Episcopado publicó una carta que el Pontífice dirigió a sus alumnos y compañeros de colegio en la que respondió a la pregunta de por qué “no envía a la Argentina su opinión sobre el aborto”.
El Pontífice escribió que cuando envía una opinión sobre el aborto “la estoy enviando a todo el mundo (incluso a Argentina) desde que soy Papa”.
Abusos sexuales
En su pontificado, Francisco fortaleció la política de tolerancia cero contra los abusos sexuales cometidos por miembros del clero.
Entre los casos más sonados estuvo el episodio de Chile, a raíz de las acusaciones contra el Obispo de Osorno, Mons. Juan Barros, por supuesto encubrimiento.
Luego de su visita apostólica de enero de 2018, el Papa envió una misión especial cuyo informe llevó a que los obispos chilenos pusieran sus cargos a disposición, con lo cual el Papa comenzó a renovar el Episcopado.
Además, expulsó del estado clerical a Fernando Karadima, el sacerdote chileno que en el 2011 fue condenado por el Vaticano por cometer abusos sexuales.
Durante su pontificado continuó el acompañamiento a los Legionarios de Cristo, luego que los escándalos de abusos cometidos por su fundador y varios miembros remecieron a esta institución fundada en México.
Asimismo, se llevó a cabo la investigación al Sodalicio de Vida Cristiana, también por abusos sexuales y de poder, que culminó con la disolución de esta sociedad de vida apostólica fundada en Perú.
Finalmente, en enero de 2025 aprobó el nombramiento de dos delegados pontificios para el Instituto del Verbo Encarnado —que nació en Argentina— para ayudarle “a realizar un cambio efectivo”, dado que se seguía presentando a su fundador —fallecido en 2023— como sacerdote ejemplar, a pesar de que se le encontró culpable “de los crímenes de los que fue acusado”.
La voz de Francisco resonó con fuerza frente a los grandes desafíos de la región, y aunque su popularidad fluctuó a lo largo de los años de Pontificado, su mensaje fue siempre claro: “El bien común ha de ser una guía para la acción política, económica y social”.
El Papa no dudó en pedir perdón por los errores de la Iglesia y en reconocer el valor de los pueblos originarios, de las mujeres y de los jóvenes, animando a estos últimos a “hacer lío” y ser protagonistas del cambio.
Como él mismo expresó en su primera gran exhortación, “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”. Hoy, al cerrar este capítulo, queda el desafío de mantener viva esa llama de compasión, justicia y cercanía, recordando que, en palabras del Papa de América Latina, “el amor es más grande que todos los desacuerdos y eso trae paz”.
Eduardo Berdejo
Profesional en Comunicación Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Perú, tengo más de 20 años de experiencia en periodismo digital católico. Como parte de ACI Prensa he sido enviado a cubrir los viajes del Papa Francisco a Cuba, México, Colombia y Perú, además del Sínodo de la Sinodalidad en el Vaticano en 2023.