Este 25 de abril, más de 800 personas del continente se conectaron para vivir un emotivo homenaje de oración y gratitud por la vida y el ministerio del Papa Francisco, quien partió a la casa del Padre dejando un testimonio imborrable de misericordia, humildad y amor por los más vulnerables.
El encargado de convocar esta jornada fue el equipo continental para la animación del Sínodo, conformado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (Clar), Cáritas América Latina, Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), redes y organismos eclesiales de la región.
Desde el inicio, la jornada estuvo cargada de profunda emoción, por una parte, se expresaba la tristeza por la despedida del Papa Francisco, pero también había gratitud y esperanza. Un legado de un hombre que, aun en la partida, dejó encendida la alegría de una fe vivida desde las periferias.
Gratitud y legado en honor al Papa Francisco
El padre Pedro Brassesco, secretario adjunto del Celam, abrió el encuentro con unas sentidas palabras que tocaron la fibra de los presentes. Se expresó refiriéndose al Pontífice: “Tenemos el corazón movilizado (…) Gratitud sentimos por el regalo que Dios nos ha hecho con sus enseñanzas, sus gestos, su guía, su amor de padre y capacidad de escucha”.
Por su parte, monseñor Lizardo Estrada Herrera, secretario general del Celam, dio inicio al momento de oración con un mensaje donde destacó del Santo Padre opción por los más pobres y vulnerables. “Nuestro querido Papa Francisco nos deja un legado imborrable (…) que María de Guadalupe lo acompañe amorosamente hasta el encuentro definitivo con Jesús”.
Evangelio del Padre misericordioso: Lucas 15, 11-32
La proclamación de la Palabra sumergió en el corazón del mensaje que el mismo Francisco hizo vida: la parábola del Padre misericordioso. A la luz de este texto, monseñor José Luis Azuaje, primer vicepresidente del Celam, ofreció una reflexión que reflejó como espejo el alma y vida del Papa. “Francisco fue como ese padre de la parábola: acogía sin juzgar (…) era la misericordia hecha persona”.
El también arzobispo de Maracaibo recordó que Francisco no exigía perfección para amar, sino que abrazaba la fragilidad como Jesús, caminando con los pobres, los migrantes, las mujeres vulneradas, las pequeñas comunidades, los pueblos originarios, los que sufren. “Sembró la gratuidad del perdón (…) pidió que la confesión no fuera sala de tortura, sino de dulzura”.
Silencio, gratitud y testimonio continental
Después de la reflexión, el silencio se hizo oración. Un silencio fértil donde cada corazón presente agradeció a Dios por una enseñanza, un gesto, una cercanía vivida con Francisco.
Desde distintos puntos del continente, voces llenas de gratitud comenzaron a brotar. Hna. María Julia Suriel, presidenta del Consejo de la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), agradeció por el incansable llamado que hizo el Papa Francisco para construir un Pacto Educativo Global; Rosa Ramos, desde Uruguay, agradeció el lugar especial que dio a las mujeres; la hermana María Suyapa, de la pastoral Garífuna y Afroamericana de Honduras, expresó su emoción por el modo en que Francisco abrazó a los pueblos afrodescendientes.
Igualmente, Luis Ariel Fiscué, desde Colombia, habló con el corazón en la mano sobre el amor que el Papa mostró hacia los pueblos originarios; el padre Eleazar López, desde México, celebró su impulso a la teología india: y Rodrigo Martínez se unió desde el Pacto Educativo Global para agradecer su apuesta por una educación inclusiva y transformadora.
Rosario, oración, bendición y canción final
Desde Brasil, se rezó una decena del Rosario. Luego se leyó una oración escrita por el propio Papa Francisco por los difuntos. Antes de concluir, Monseñor Lizardo ofreció el responso y la bendición final.
El cierre de la jornada fue particularmente emotivo. Se proyectó un video con la canción “Vive Jesús”, aquella que fue interpretada durante su visita a México, y que ahora se volvió canto de despedida, ofrenda y gratitud. A lo largo de la jornada, otras melodías como “Gracias Señor” y “María, Madre del Silencio” acompañaron los corazones de quienes sintieron este emotivo momento de oración por el Papa Francisco.
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