Este domingo a las 18 horas, el Ballet del Teatro Argentino de La Plata llevará a escena una versión coreográfica del drama shakesperiano Romeo y Julieta, creada por el conocido bailarín Iñaki Urlezaga sobre la partitura homónima de Serguei Prokofiev.
Una versión entre otras muchas más, hay que decir, porque excepto La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky -con más de cien traducciones a la danza- no hay otra fuente tan elegida por los coreógrafos más variados como la dramática historia de los amantes de Verona.

Adaptaciones muy distintas
Considerando la cantidad de circunstancias, intrigas, acotaciones humorísticas, malentendidos y asesinatos -voluntarios e involuntarios- que recorren el drama original, resulta curioso cómo la historia de Romeo y Julieta ha sido un punto de partida muy apreciado tanto para el ballet neoclásico como para la danza contemporánea con no menos de cincuenta adaptaciones muy distintas entre sí a lo largo del siglo XX.
Pero un aspecto interesante de la cuestión es que, al apartarse del lenguaje literal de las palabras y expresándose sólo a través del movimiento, cada coreógrafo puede arrojar un punto de vista personal sobre la obra de Shakespeare.
Hay adaptaciones que siguen puntualmente la historia, como la del británico Kenneth MacMillan que se desarrolla en tres actos; otras muy sintéticas como la del también británico Antony Tudor, que concentra todo el argumento en un solo acto. El argentino Oscar Araiz, por su parte, estrenó en 1970 una versión propia con tres Julietas; cada una encarna una etapa de la vida del personaje.

La adaptación más estrambótica es la del Romeo y Julieta de 1926 interpretada por la compañía Les Ballets Russes. Bronislava Nijinska -hermana del gran Vaslav y ella misma una coreógrafa genial- ubicó a los protagonistas en una clase de danza y eligió un final para nada trágico y muy surrealista: Romeo y Julieta huyen juntos de sus respectivas familias en una avioneta de utilería, con antiparras y ropa de pilotos. Un grupo de supuestos espectadores sube al escenario para aplaudirlos. Los vestuarios y la escenografía habían sido diseñados por los pintores Joan Miró y Max Ernst.
En 1966, Maurice Béjart estrenó en Bruselas su Romeo y Julieta, pero el resultado le pareció aburrido y trivial. Así que en un solo día agregó un prólogo -una clase de danza en la que el maestro elige a los protagonistas de un Romeo y Julieta– y un epílogo: ruidos de metralletas y una voz que grita la vieja consigna hippie: “¡Hagamos el amor y no la guerra!”.
Otro francés, contemporáneo, Angelin Preljocaj, creó en 1990 un Romeo y Julieta que transcurre en un paisaje posnuclear y en una ciudad vigilada por soldados y por perros verdaderos de aspecto feroz. Los amantes pertenecen a dos clases sociales opuestas: Romeo a la de los oprimidos y Julieta a la de los opresores. Los vestuarios fueron diseñados por el dibujante de comics Enki Bilal.
En 2013 el creador sueco Mats Ek hizo su propio Romeo y Julieta, que no se ubica ni en un lugar determinado ni en una época precisa; tiene mucho humor, una atmósfera por momentos muy pop y el encuentro inicial de los amantes tiene la ternura, la timidez y la incipiente sensualidad de una primera vez. En la tragedia de Shakespeare Romeo tiene 16 años y Julieta, apenas 14.
Opina Iñaki Urlezaga
Pero por qué continuar llevando Romeo y Julieta a la danza? ¿Qué puede decirnos en la segunda década del siglo XXI?
Responde Iñaki Urlezaga: “Porque es uno de los grandes temas universales; hasta tanto nos extingamos como humanidad, todos juntos, para no seguir padeciendo las torturas de vivir en estas sociedades esclavizantes, digo, las grandes preguntas siguen siendo las mismas: la esclavitud, aun en el siglo XXI, las limitaciones sociales y el patriarcado que sigue existiendo aunque con algunas reformas y con algunos maquillajes.

-¿Qué relación como espectador tuviste con otras versiones de “Romeo y Juleta”?
-Vi alguna vez la primera versión del siglo XX, la de Leonid Lavrosky de 1938, que todavía se continúa bailando tanto en el Ballet Mariinsky de San Petersburgo como en el Ballet Bolshoi de Moscú –a pesar de que siempre fueron compañías rivales- y que llevan habitualmente de gira.
-Y para la que creó especialmente la música Serguei Prokofiev, que después utilizaron la mayor parte de los coreógrafos, como es también tu caso, ¿qué impresión te produjo?
-La vi en San Peterburgo cuando yo mismo estaba de gira y ya se veía un poco anticuada. Sabés que la gran Galina Ulanova, que fue la Julieta original de esta versión, odiaba la música de Prokofiev, que era muy avanzada, muy moderna para la época.
-Ahora, sobre tu propia versión, ¿cuál fue tu punto de vista sobre la historia?
-Como te decía antes, Romeo y Julieta contiene los temas neurálgicos por los que casi todos nosotros vamos a terapia. Creo que Shakespeare fue el más grande psicoanalista de la historia, vigente hasta hoy. La humanidad no avanza tan rápido.
Había comenzado a pensar la obra para una compañía dirigida por mí que se había creado en el marco del Ministerio de Cultura de la Nación. La compañía se disolvió después de cinco años y no llegué a montarla; pero después de la pandemia me invitó el Teatro Argentino a que les llevara una obra y empecé a retomar aquel proyecto.

-Ya con otros bailarines.
-Sí, por eso también fue otro proceso. Porque yo puedo tener la coreografía en mi cabeza pero lo que más me interesa es lo que cada bailarín puede poner en su rol. Le muestro a Romeo los movimientos y le digo qué me interesa que exprese; pero no lo que tiene que sentir. Es el artista el que da verdad y vida al personaje.
-¿Incluiste a todos los personajes o solo a los principales?
-Los principales. Por supuesto a los padres y madres de las dos familias, a Marcuccio, Teobaldo y el pretendiente de Julieta. La nodriza también, que para mí, que fui criado por mi madre pero además por mi abuela, representa justamente esa protección, ese cuidado maternal que en la nodriza va más allá de haber amamantado a Julieta.
-¿Y el fraile Lorenzo, que celebra el matrimonio secreto entre los amantes?
-Sí, claro. Para mí es como el papa Francisco.
Romeo y Julieta sube a escena este domingo 27 de abril, a las 20, en la sala Alberto Ginastera del Centro Provincial de las Artes Teatro Argentino, Av. 51 entre 9 y 10.
Las entradas son gratuitas con reserva online ingresando al link disponible en las redes sociales del Instituto Cultural y del Teatro Argentino. Funciones hasta el domingo 4 de mayo.