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lunes, abril 28, 2025

Vencedores vencidos: Full Metal Jacket y el trauma de Vietnam en el cine

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En esta nota intentamos reflexionar sobre los efectos de la guerra de Vietnam en la sociedad norteamericana y su representación en el cine de Hollywood, al cumplirse 50 años del fin del enfrentamiento. Analizaremos la película Full Metal Jacket, dirigida por Stanley Kubrick en 1987. Por las dudas avisamos que tiene muchos spoilers de la trama.

El trauma de la guerra fue tan grande para la sociedad norteamericana que el gobierno de Estados Unidos armó una gran campaña de propaganda política ideológica desde sus medios de comunicación y la industria hollywoodense para mostrarse ante el mundo no como los victimarios que fueron, sino como las víctimas de la guerra, como plantean en sus publicaciones Florencia Dadamo y Leandro Della Mora que investigaron distintas aristas sobre las representaciones fílmicas de la Guerra de Vietnam y su contexto. [1]

En ese sentido, el trauma de la guerra fue utilizado en gran medida como un factor disciplinante en la sociedad estadounidense, que sobre todo apuntó a moldear ideológicamente a los jóvenes, que habían sufrido con más fuerza las consecuencias de la guerra y al mismo tiempo protagonizaron el movimiento anti bélico. Este movimiento tuvo un gran componente de lo que es posible definir como “contra hegemónico”, ya que cuestionó el rol del imperialismo y de Estados Unidos en el mundo. Por eso, la construcción de un relato bélico que muestra a los Estados Unidos como víctima de la guerra, es también una respuesta a esa reacción juvenil que sacó conclusiones críticas contra el gobierno norteamericano y su accionar.

Retomando el análisis de Dadamo y Della Mora, el cine de Hollywood fue fundamental a la hora de edificar un relato de esta guerra a través de la construcción del enemigo como un agresor del cual los Estados Unidos supuestamente se tuvo que defender, en muchos casos deshumanizado a los vietnamitas. Al mismo tiempo, distinguen 3 tipos de categorías entre las cuales se pueden clasificar a las películas sobre la guerra, por un lado, las que hacen propaganda del sistema estadounidense, por otro las que denuncian parcialmente a la guerra por su mal funcionamiento debido a la inoperancia de sujetos individuales, y por último las que son más críticas, pero no terminan de romper el consenso. [2]

Dentro de este último grupo podemos incluir a Full Metal Jacket que retoma esa tradición transgresora presente en otras representaciones cinematográficas y culturales de la guerra que transmitieron de manera cruda el terrible proceso por el cual pasaron los soldados que fueron entrenados para ir a la guerra. De esta forma se ridiculizó y cuestionó al ejército estadounidense y su aventura militar.

La película de Kubrick expone las graves consecuencias psicológicas que devienen de esos malos tratos ejercidos por los militares en las vidas de los jóvenes reclutas, y retrata cómo en estas prácticas también están presentes las marcas y opresiones de género propias de la experiencia bélica. Esta película retrata las atrocidades de la guerra de Vietnam desde una postura crítica hacia el gobierno y el ejército de EE.UU. A su vez, también intentó reflejar las vidas de los jóvenes soldados que eran enviados, en muchos casos contra su voluntad, a morir en una guerra injusta.

Teléfono rojo: El significado de la Guerra

Antes de adentrarnos en el análisis de la película, haremos un repaso del contexto en el cual tiene lugar la guerra. En 1964 el presidente Lyndon Johnson envía las primeras tropas estadounidenses al territorio vietnamita, y de esta forma comienza la historia que llevará a los Estados Unidos a perder por primera vez una guerra. Esta incursión militar hay que entenderla como parte del contexto más general de la Guerra Fría, ya que al finalizar la Segunda Guerra Mundial se realizan los acuerdos de Potsdam y Yalta en los cuales Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética se dividen al mundo en zonas de influencia sellando la polaridad que marcará a esta etapa entre el mundo “capitalista” y “socialista”.

En este marco, Estados Unidos lleva adelante el acuerdo de Bretton Woods y el Plan Marshall a partir del cual financió a muchos de los países europeos a la salida de la Segunda Guerra Mundial, para de esta forma aumentar la sumisión y los lazos de dependencia con la política económica del imperialismo estadounidense. Ya en la década de 1960, Estados Unidos se encuentra ante una crisis en su estructura social de acumulación por el agotamiento del complejo militar-industrial, con el cual sostuvo su economía durante las dos guerras mundiales. El gobierno estadounidense impulsa a nivel local un nuevo acuerdo capital-trabajo por el medio del cual la industria y el gobierno planificaron las directrices económicas del país sometiendo a las mayorías populares a tener que ajustar su economía, disciplinando a grandes sectores con despidos masivos y un aumento en los estándares del nivel de vida que no tenían correlato en el deterioro de salarios. [3]

En este sentido, Alicia Rojo plantea que detrás de la Guerra de Vietnam se anidan tanto los intereses económicos del complejo militar industrial que busca recomponerse, como también los intereses políticos por parte de los Estados Unidos que busca conservar su lugar como la principal potencia hegemónica ante el mundo. Para consolidar este rol durante la post guerra, el imperialismo norteamericano intenta ubicarse como el gendarme del mundo a partir de la construcción política ideológica del comunismo como enemigo a enfrentar. De esta forma, se pretenden legitimar los objetivos militaristas que buscaban frenar el avance de la Unión Soviética y de los movimientos revolucionarios que crecían en el mundo, como era el caso de Vietnam. [4]

Sin embargo, esta guerra no logró que Estados Unidos supere la crisis económica, ni tampoco la crisis política en la que se encontraba, ya que el enorme gasto que generó la larga contienda no se tradujo en suficientes victorias militares, y todos los días llegaban al país los cadáveres de soldados estadounidenses muertos en combate. En este panorama, surge el movimiento contra la Guerra de Vietnam en el corazón del imperialismo norteamericano, pero rápidamente se extiende a otras partes del mundo, y uno de sus factores más distintivos fue el componente juvenil y particularmente de estudiantes que hasta llegaron a tomar facultades. Millones de jóvenes llenaron las calles y se enfrentaron a la policía, incluso en las puertas del capitolio en Washington. Uno de los hitos culturales de aquella época fueron los festivales de Woodstock, en los que se reunieron miles de jóvenes y también se escucharon los reclamos contra la Guerra, como cuando Jimi Hendrix versionó el himno estadounidense a modo de protesta en el festival de 1969.

Pese a la falta de datos oficiales y de investigaciones exhaustivas al respecto, el historiador Christian G. Appy realizó un trabajo muy interesante acerca de la composición de quienes verdaderamente protagonizaron estos horrores. Retomaremos algunos de sus postulados para analizar la composición social y racial de los jóvenes soldados. [5] El autor plantea que:

No puede hacerse un estudio totalmente preciso de las clases sociales en las fuerzas estadounidenses, pero yo creo que lo que sigue es una estimación razonable: los hombres enrolados en Vietnam eran pobres en un 25 por ciento, de clase obrera en un 55 por ciento, y en un 20 por ciento de clase media, con un número estadísticamente insignificante de clase alta. [6]

¿Por qué se dio esto? Sin dudas detrás de estas cifras no hay puro azar. Existió un Estado y un gobierno que buscó materializar la desigualdad estructural del capitalismo también en el terreno militar. Utilizando con este objetivo los mecanismos institucionales, como el sistema de servicio selectivo, para condicionar la composición social y racial de los enrolamientos y, por ende, de quienes iban en gran medida a morir en la contienda bélica. Appy nos muestra en su trabajo cómo los enrolamientos se daban de manera planificada en un sentido geográfico y de clase, en donde se ponderaba el reclutamiento de jóvenes de los suburbios y ciudades pobres, donde el peso obrero y la presencia de población negra era mayor.

Otro de los mecanismos de selección se dio a través del otorgamiento de prórrogas especiales para profesionales y estudiantes universitarios, que tenían permiso de recurrir a las mismas para no ir a pelear a los frentes de batalla. En este punto encontramos una clara diferenciación de clase, porque en general, quienes tienen acceso a ese tipo de estudios superiores son una minoría de la población, y en el caso de Estados Unidos es aún más desigual que en otros países de esa época, ya que la mayoría de los establecimientos de educación superior eran y son privados. Aunque, entre 1962 y 1972 se triplicó la inscripción en las carreras cortas de dos años, dictadas en instituciones educativas que eran más asequibles para la población, el acceso a este nivel de instrucción seguía siendo restringido.

La impronta clasista y racista en los reclutamientos, se expresa también en la siguiente cifra que arroja el autor cuando menciona que “al comienzo de la guerra, los negros eran más del 20 por ciento de los muertos estadounidenses en combate, dos veces más que la proporción de negros dentro de la población de los Estados Unidos”. [7]

Este dato en sí mismo ya es brutal, pero si además le sumamos el de las legislaciones vigentes que discriminaban a los afrodescendientes con el aval del Estado norteamericano, se entiende por qué en la primera línea del movimiento antibélico, también se encontraban los afrodescendientes que peleaban por sus derechos en este contexto. Sumado a que, en esos años, el voto en Estados Unidos estaba habilitado a partir de los 21 años, es decir, que ni siquiera tenían derecho a votar muchos de los jóvenes que perdieron sus vidas en esta guerra imperialista.

Todo este descontento de la juventud que era excluida de las decisiones que destrozaban sus propias vidas se expresó en las manifestaciones por la paz. Que, a su vez, se combinaron con el movimiento por los derechos civiles contra la segregación racial en los Estados Unidos, como así también con las luchas de las mujeres y diversidades que tomaban la calle en lo que se conoció como la segunda ola feminista. Potenciando así un proceso de radicalización política en la juventud de todo el mundo, que tuvo uno de sus mayores símbolos en el Mayo Francés y los distintos movimientos obreros y juveniles de 1968 que cuestionan al sistema.

El movimiento antibélico jugó un papel muy importante a la hora de desafiar la hegemonía del imperialismo estadounidense, ya que denunció y expuso ante el mundo el rol del gobierno que invadió y masacró al pueblo vietnamita que finalmente lo terminó derrotando militarmente. La Guerra de Vietnam sin dudas es una las derrotas más significativas y traumáticas que tuvo Estados Unidos ante un país del llamado “tercer mundo”, que se impuso militarmente con la ocupación de Saigón el 30 de abril de 1975 por parte del heroico pueblo vietnamita, que resistió ante una potencia imperialista que hasta ese momento se mostraba ante el mundo como invencible.

En ese sentido, retomamos la definición que hacen Ruth Werner y Facundo Aguirre sobre el impacto de estos acontecimientos: “El Mayo Francés y la guerra de liberación nacional del pueblo vietnamita son quizás los acontecimientos emblemáticos de lo que constituyó el ensayo general revolucionario más importante del mundo de la Guerra Fría contra el orden de Yalta y sus componentes: el imperialismo norteamericano, la burocracia stalinista y las burguesías nacionales de la periferia capitalista.” [8]

Full Metal Jacket y la contracultura cinematográfica sobre el trauma de Vietnam

En Full Metal Jacket, ya desde la primera escena encontramos una ruptura en la vida de los jóvenes que ingresan a la maquinaria bélica. El film comienza con un primer plano de los distintos reclutas a los que se les rasura el pelo en un acto que, al alterar la individualidad de los sujetos, nos muestra un cambio en su aspecto físico que augura transformaciones en sus vidas cotidianas e incluso en sus personalidades, como veremos a lo largo de la obra. De telón de fondo suena una canción que dice Goodbye my sweetheart, hello Vietnam.

En el acto de rasurarles todo el pelo, también encontramos una búsqueda de deshumanizar a los futuros soldados que ya no son sujetos autónomos, sino parte de la institución militar. Al mismo tiempo, en este acto se les impone una marca de género, ya que el cabello largo era asociado a una característica “femenina” y a la cultura hippie.

Inmediatamente, en la segunda escena nos encontramos con la elección de un plano más amplio, en donde el film nos muestra el rol de la autoridad a través del sargento Hartman que los obliga a los jóvenes a llamarlo señor mientras los insulta. En este fragmento también vemos como desde la fotografía se intenta acentuar el rol del instructor, ya que cuando insulta, se toma como recurso el primer plano sobre su cara. En estos primeros diálogos, Hartman, recurre a insultos con una fuerte carga machista al insultar a sus madres, tratarlos de maricas o ladies, mientras realiza innumerables chistes con referencias sexuales al mismo tiempo que los humilla físicamente y les pone apodos en otra clara muestra de deshumanización de los jóvenes. Todos estos elementos componen la construcción de un tipo de masculinidad opresiva que se corresponde con los estándares militares y con los roles de género propios del sistema.

Entre estos insultos también identificamos el término comunista, lo cual nos da un indicador temporal que hace referencia a la Guerra Fría y el anticomunismo característico del gobierno estadounidense y su ejército en este periodo. En ese marco, también cobran sentido las apelaciones al catolicismo y la religiosidad que realiza Hartman, que podemos sintetizar en estas palabras que dice durante la noche de navidad:

“El capellán Charlie les va a decir como el mundo libre vencerá al comunismo con la ayuda de Dios y unos pocos Marines.”

Allí conoceremos a James T. Davis, que Hartman va a apodar como “Bufón”, y será el personaje a quien acompañaremos durante toda la película. A lo largo de estas escenas también se expone el ensañamiento particular del instructor con uno de los reclutas, Leonard, al que llamará “Patoso”. No es casual que este joven se encuentre excedido de peso y tenga una personalidad poco extrovertida, sobre la cual Hartman se apoya para realizar las mayores humillaciones, y trasladar este mecanismo al resto de los aspirantes a soldados que se suman a los ataques sobre su compañero. Todas estas torturas físicas y psíquicas que recibe el personaje de Leonard lo llevan a protagonizar una de las escenas más tensas y extremas de la película, en la que se venga del sargento por todos estos vejámenes, para luego terminar también con su vida.

Acto seguido hay un corte temporal y la película nos lleva a Vietnam en 1968, para mostrar la vida de “Bufón” que ahora es corresponsal de guerra del cuerpo de Marines. Mientras suena de fondo These boots are made for walking de Nancy Sinatra, la segunda parte del film comienza con “Bufón” y otro reportero pasando el rato en un bar de Saigón, en el que inmediatamente se les acerca una joven prostituta vietnamita a ofrecer insistentemente sus servicios. Esta escena termina con un estrafalario robo que de conjunto nos muestra tanto el desprecio de los pobladores locales a los estadounidenses, como así también la gran crisis económica que vivió Vietnam durante la guerra que arrojó a miles de personas, y particularmente a las mujeres, a recurrir a este tipo de prácticas para sortear la situación de penuria.

Otro elemento interesante para destacar de esta escena es uno de los diálogos entre los dos soldados, en el que dicen:

“Aquí la mitad de las prostitutas son agentes infiltradas del Vietcong, la otra mitad tienen tuberculosis, así que asegúrate de follar con las que tosen.”

Esta conversación pone de relieve el rol que jugaron las mujeres en esta guerra que contó con una gran cantidad de combatientes y oficiales femeninas que estaban al mando de algunos de los ejércitos combatientes del Vietcong. Como volveremos a ver en el final de la película.

Durante la segunda parte del film, seguiremos a estos dos personajes y sus experiencias en Vietnam desde el particular lugar que les toca jugar como corresponsales de guerra, lo cual los aleja en un primer momento de los enfrentamientos directos con el ejército enemigo, motivo por el cual se alegran cuando les asignan ir a cubrir el accionar de un pelotón en combate.

Allí veremos cómo se adentran mucho más en el mundo bélico a partir de realizar algunas entrevistas y tomarles fotografías a los soldados, entre los cuales se topan con uno extremadamente sádico que reivindica matar mujeres y niños vietnamitas, que son más fáciles de asesinar porque según él corren más lento. En esos diálogos con los demás soldados encontramos varios elementos de racismo y machismo en sus conversaciones con chistes contra las mujeres e incluso los negros que forman parte de las filas. En esta parte del film nos volvemos a encontrar con la prostitución que ahora se muestra regenteada por un hombre vietnamita que lleva prostitutas a las barracas.

A su vez, otro elemento interesante para destacar de esta parte de la película es el rol de “Bufón” como periodista, ya que muestra la manipulación mediática que lleva adelante el ejército y el gobierno estadounidense en el momento que comienzan a perder la guerra después de la Ofensiva del Tet de 1968, como se ve en varias escenas.

Otro de los diálogos que destacó es uno en el cual nuestro protagonista explica por qué lleva un casco que dice Born To Kill, pero que al mismo tiempo se contrasta con el pin pacifista que lleva en su pecho, alegando que tiene que ver con la dualidad opuesta del hombre sobre la cual reflexiona el psicólogo Jung, en una clara referencia al contexto de los 60.

La mayoría de los elementos señalados acerca de la película Full Metal Jacket, se condensan en el final de la trama. En el mismo, una mujer soldado es justamente quien va a oficiar de francotiradora, llevándose la vida de varios de los soldados del pelotón que fortuitamente termina integrando “Bufón” y su amigo fotógrafo. Al comienzo de esta escena final que empieza con un tiroteo, los soldados todavía no se enteraron siquiera de que es solo una persona y mucho menos una mujer la que los acecha.

No casualmente, cuando lo descubren, el ensañamiento particular que tendrán contra esta combatiente del Vietcong será mayor, y esta escena será una de las más brutales de la película ya que atosigan al cuerpo casi moribundo de esta mujer a la que terminan asesinando salvajemente mientras se ríen y hacen chistes, desafiándose y demostrándose unos a otros su hombría.

Esta escena final plagada de violencia, también nos expone una práctica común que fue perpetuada durante la guerra por parte de los soldados estadounidenses contra el pueblo vietnamita. Sin embargo, dichas atrocidades no fueron presentadas ante el mundo en la mayoría de las películas de Hollywood que formaron parte de la operación ideológica antes expuesta, ya que hubiese demostrado el verdadero rol que jugaron los Estados Unidos como victimarios en la guerra.

¿Nacidos para matar o educados para la guerra?

Algunos aspectos de la película de Kubrick, rompe con muchos de los parámetros establecidos por la cultura hegemónica y los aparatos ideológicos de Estados Unidos que operaron y construyeron su propia versión de la contienda bélica y de los hechos históricos. Todo esto a través de muchas de las producciones cinematográficas sobre la Guerra de Vietnam que fueron funcionales a los intereses del poder norteamericano.

Pero algunas otras películas, dentro de las cuales podemos agrupar a Full Metal Jacket, fueron a contramano de su época ya que retrataron en la pantalla grande las atrocidades y las contradicciones de la Guerra, haciendo a su vez una crítica a los objetivos de la misma. Para eso utilizaron recursos irónicos que expusieron y ridiculizaron al ejército estadounidense, y su prototipo de hombre guerrero, fuerte y sin contradicciones. Mientras que, gran parte de la industria hollywoodense jugó un papel fundamental a la hora de construir la propaganda bélica que se impartió ante el mundo, tanto de la contienda militar como de la versión de los hechos que el gobierno de los Estados Unidos intentó imponer ante el mundo, frente a los grandes cuestionamientos internacionales por la guerra.

Todo esto en un momento de crisis para la hegemonía estadounidense, que por primera vez pierde una guerra y sufre un duro golpe político que erosiona su rol como potencia imperialista en ese contexto. Este gran cuestionamiento que se vió en el movimiento contra la guerra de Vietnam, no se dejó de profundizar. Ya que como plantea Alicia Rojo: “con los jóvenes que murieron en Vietnam, murió el sueño de un “siglo americano”. [9] Una pretensión imperial, que en la actualidad, está cada vez más en crisis.

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NOTAS AL PIE

[1Dadamo, Florencia y Leandro Della Mora. “La Guerra de Vietnam y el discurso cinematográfico: reconstruyendo la cultura de la victoria” en Fabio Nigra (coord.) El discurso histórico en el cine de Hollywood, CABA, Imago Mundi, 2014.

[2Dadamo, Florencia. “De silencios y consenso: la construcción del discurso hollywoodense sobre la Guerra de Vietnam”, en Fabio Nigra (coord.). Visiones críticas del pasado, CABA, Imago Mundi, 2018.

[3Samuel Bowles, David Gordon y Thomas Weisskopf, La economía del despilfarro, Madrid, Alianza Universidad, 1983, capítulos 4 y 5, págs. 95-162.

[4Alicia ROJO. “El imperialismo norteamericano y la guerra de Vietnam”, en Fabio Nigra y Pablo Pozzi (comps.). Invasiones bárbaras en la historia contemporánea de los Estados Unidos; Buenos Aires, Maipue, 2009.

[5Christian G. Appy. “Vietnam: una guerra de clase”, en Fabio Nigra y Pablo Pozzi (comps.), Huellas imperiales Historia de los Estados Unidos 1929-2000 – De la crisis de acumulación a la globalización capitalista. Editorial Imago Mundi, Buenos Aires, 2003.

[6Op Cit Christian G. Appy, página 13.

[7Op Cit Christian G. Appy, página 7.

[8Werner, Ruth y Aguirre, Facundo: Insurgencia obrera en Argentina 1969-1976.Clasismo,coordinadoras interfabriles estrategias la izquierda, Buenos Aires,Ediciones IPS, 2009, página 46.

[9Op Cit Alicia Rojo, página 330.

Vencedores vencidos: Full Metal Jacket y el trauma de Vietnam en el cine

Brenda Hamilton

Profesora de Historia, estudiante de la Maestría en Historia Argentina y Latinoamericana (FFyL UBA). Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica.

Profesora de Historia, estudiante de la Maestría en Historia Argentina y Latinoamericana (FFyL UBA).
Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica.

Redacción

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