En septiembre del año pasado, en una presentación para conmemorar el décimo aniversario de su primer encuentro con los movimientos populares, el Papa Francisco criticó al Gobierno nacional por el Protocolo Antipiquetes que se implementa desde el Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich.
En aquel momento, ya iban tres miércoles consecutivos que los jubilados organizados sindicalmente, y los que no, eran reprimidos por la Policía Federal con palos y gases lacrimógenos mientras marchaban en las inmediaciones del Congreso para exigirles a los diputados que no respalden el veto a la ley de modificación de la fórmula de movilidad jubilatoria. Pedido que la cámara legislativa no escuchó.
Gas pimienta de «primera calidad»
“Me hicieron ver una represión, hace una semana o un poco menos quizá. (Durante la movilización) Obreros, gente, pedía por sus derechos en la calle y la Policía lo rechazó con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad”, sentenció el Papa. En ese marco, auguró: “En vez de pagar la justicia social, pagaron el gas pimienta, ténganlo en cuenta”.
En ese sentido, ironizó: “No tenían derecho a reclamar lo suyo porque eran revoltosos, comunistas, no, no”. “El silencio frente a la injusticia abre paso a la división social, la división social a la violencia verbal, la violencia verbal a la violencia física y la violencia física a la guerra de todos contra todos”, arremetió. “Ahí está la cola del diablo”, lanzó.
“Esa actitud altanera es lo contrario a la compasión: regodearse en la propia supremacía frente a quien está peor”, deslizó. “Esto no pasa solo con los más ricos, mucha gente cae en esta tentación”, lanzó. “Es la gran tentación de nuestro tiempo. Mirar desde lejos, mirar desde arriba, mirar con indiferencia, mirar con desprecio, mirar con odio. Así se gesta la violencia: el silencio de la indiferencia habilita el rugido del odio”, culminó el Papa.