Puede que fuera gracias a Netflix y El juego del calamar o a Los parásitos de Bong Joon-ho o a las inquietantes películas de Park Chan-wook o puede simplemente obedecer al proceso de internacionalización de las cinematografías asiáticas, pero el caso es que Corea se ha convertido en una potencia del audiovisual. Y como cualquier industria que se precie tiene a su alcance una larga historia que explotar.
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