Como siempre, Casa FOA suele ser una plataforma para la generación emergente. Con ideas frescas y muchísima expectativa, representantes de cinco espacios cuentan su experiencia. La mayoría hizo su debut en la tercera edición cordobesa.
Cafetería premiada
La efervescencia y el atrevimiento de El Charly de Güemes (Gastón Balangero) y Lucas Ramacciotti no pasaron desapercibidas. La Cafetería que diseñaron en el Espacio N° 31 se llevó el Premio “Al Nuevo Talento”.
Arquitectos y ex compañeros de trabajo, cuentan con gran entusiasmo en su “primera nota a la prensa” que se animaron a participar por sugerencia de un proveedor. “Si bien nos dedicamos a espacios gastronómicos, pensábamos empezar por algo más chico. El año pasado vinimos a ver la muestra y nos preguntamos qué se sentiría estar del otro lado”, sinceran sobre la idea de formar parte de un evento que les parecía exclusivo y distante.

La magnitud del espacio los intimidó pero la realidad es que conocen muy bien el paño. Comenzaron hace años con Pablo Dellatorre, arquitecto especialista en locales gastronómicos, a quien recordaron más que con afecto y gratitud (NdeR: falleció días antes de comenzar Casa FOA).
“Sin duda, nos llamaron por lo que hicimos juntos, no por virtud individual. Así que encaramos juntos el proyecto”, cuenta Ramacciotti sobre la idea de construir algo que se sentía familiar. El resultado, en su definición: una moneda con una cara diurna y una nocturna. O dos espacios para dos momentos distintos: Olivea y Clubcita.
Así, desde la oscuridad del pequeño túnel con una única mesa para pocos y una barra detrás (Clubcita) se llega a la luz y a la sorpresa de descubrir un enorme salón en doble altura con grandes ventanales y distintas opciones para quedarse (Olivea).
Pero ese espacio, además suma historia: “acá era donde los estudiantes comían. Conceptualmente, nos parecía muy bueno armar este lugar como un club de amigos, pensado para el reencuentro”, explican. Un lugar donde viejas memorias traen consigo un sentido de calidez y comunidad.

Cada elemento del espacio fue cuidadosamente seleccionado para evocar una conexión emocional. Desde una alfombra vibrante a los cuadros de Carolina Rogé en Clubcita o el tótem con una frase que homenajea a Dellatorre en Olivea.
Playroom rojo
María Ramos y Eder Villareal también hacen su debut en Córdoba aunque no son cordobeses. “Diseñamos un espacio que busca conectar a los adultos con su niño interior. Queremos que se sientan estimulados y conectados con su creatividad “, explica Ramos, oriunda de España con residencia en Buenos Aires, sobre el Playroom del Espacio N° 5.

La elección del color rojo, que simboliza pasión y energía, juega un papel fundamental. “Hemos diseñado tres nodos principales: creatividad, imaginación e interconexión, todo envuelto en un ambiente natural”, añade en referencia a la biofilia. “Las plantas son reales, han sido dispuestas de manera innovadora, hacia abajo y utilizamos un gel especial que las mantendrá vivas toda la muestra sin necesidad de riego”, agrega Villareal.
Mudroom en la casona
Cayetano Llovell Curia, de CLC Interiores, debutó con su Hall y Mudroom en el Espacio N° 25. “Elegí este lugar porque quería potenciar la belleza de los ventanales y la arquitectura de la casona. Quería que tuviera un componente funcional pero también estético”, describe el arquitecto y agrega que quiso reinterpretar el concepto de Mudroom.

Cuenta que realizó una restauración muy cuidadosa en la vieja casona patrimonial recuperando vitrales y molduras originales. “Me encanta la mezcla de lo tradicional y lo contemporáneo. Quería que mi espacio reflejara mi estilo”.
Instalación interactiva
Las arquitectas Rocío Piñero Castellanos y Antonella Faucher Scataglini pensaron más que una instalación artística para el Espacio N° 26. Su trabajo para “Pausa Activa” propone un lugar para detenerse, reflexionar y conectar con las emociones. Recuperando también la memoria de lo que fue el lugar, proponen jugar en paredes imantadas, escribir frases en una pared que evoca un pizarrón y también dibujar.

“Queremos que dejen su huella en este espacio donde el arte es compartido, todos contribuyen”, subrayan y enfatizan en que esperan que la visita a Casa FOA se transforme en un recuerdo significativo para quienes logran hacer esa pausa.
Un refugio visual
Paula Ocaña reversionó el Jardín de Invierno en el Espacio N° 29. La arquitecta, que se presenta por tercera vez en la muestra, remarca que este jardín se centra en la permanencia y la conexión con el entorno. “Queremos devolverle la vida a un espacio olvidado”, explica.
La intervención combina elementos de la arquitectura original de la casona, como las paredes blancas restauradas, con un mueble espejado que asume el protagonismo del espacio junto a un gran sillón color uva que marida con la parra.

El piso de vidrio refuerza el concepto de transparencia y luminosidad. Agustín Sorrice, constructor del proyecto, resalta la inclusión de la baldosa de vidrio y el policarbonato que permiten mantener la conexión con el exterior.
El “Jardín de Invierno” no solo ofrece un refugio visual, sino que también apela a los sentidos: con flores autóctonas y elementos olfativos que enriquecen la experiencia. “Queremos que la gente se sienta cómoda, tanto en soledad como en compañía”, concluye Ocaña junto a Nori Seia, project manager del espacio.
De distintas maneras, estos espacios rinden homenaje a la historia y conectan sus propuestas con “Patrimonio y Evolución”, el lema elegido en esta oportunidad.