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martes, mayo 6, 2025

Un aluvión de factores seca los lagos de la Patagonia argentina

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En menos de una década el emblemático lago Colhué Huapi, en el sur de Chubut, se secó por completo

El paisaje contrastante de tierras secas, frondosos caudales y, a un costado, la imponente Cordillera de los Andes se ha alterado en apenas décadas. El cambio climático, la gestión inadecuada de los recursos hídricos y la minería han provocado sostenidamente la desaparición de los lagos y la pérdida de ecosistemas en la Patagonia argentina.

Algunos vecinos cuentan, cargados de nostalgia, que sus hijos o nietos desconocen los tesoros naturales que había en esa inmensa y recóndita región austral de Suramérica. Hablamos en pasado, dice  Augusto Guaiquil, agricultor. “¿Te acuerdas cuando nadábamos. Cuando bordéabamos los lagos y pescábamos la trucha arco iris, el pejerrey?”.

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Facundo Scordo y parte de su equipo de investigación / Radio3

En esas historias llenas de estupor y desconcierto está el del emblemático  lago Colhué Huapi, ubicado en el sur de Chubut, que se secó por completo en menos de un decenio, convirtiéndose en un desierto de dunas. Esta situación alarmante y, seguramente sin retorno, también afecta a otras lagunas y albuferas de la región. Como el Musters que está a su lado y sobrevive a niveles mínimos.

Cinco lagos del Parque Nacional Laguna Blanca, una reserva natural en la provincia de Neuquén, vieron reducida su superficie  hasta en 52% desde 2007. Un estudio publicado en Science of the Total Environment, alerta sobre el barrido de hábitats esenciales para diversas especies de flora y fauna. Incluidas aves migratorias y especies en peligro de extinción. Refugio del cisne de cuello negro, los zampullines plateados, las ranas endémicas de manchas oscuras y toda una cohorte de amigos.

En el recuerdo algunos lagos de la Patagonia

En las últimas dos décadas, la superficie de la Laguna Blanca  de alrededor de 1.700 hectáreas, se ha reducido drásticamente. Una vara de madera utilizada para medir los niveles del lago, ahora está completamente expuesta, pues no tiene nada que cuantificar. Al igual que rocas secas que antes estaban sumergidas, hoy están exhibidas.

“Al ver las reglas que se usaban para medir hace 20 años, uno no creería que el lago alcanzara esos niveles”, comentó Facundo Scordo, geógrafo argentino residente en la Universidad de Nevada, Reno, y autor principal del estudio. Según sus hallazgos, la superficie de Laguna Blanca y otros cuatro lagos más pequeños dentro de ese parque nacional en la Patagonia argentina ha disminuido hasta en un 52 % desde 2007.

Estos cambios radicales son particularmente preocupantes debido a la condición del parque como sitio Ramsar, un humedal de importancia internacional reconocido por la UNESCO. «Alguna vez albergó una comunidad de aves tan maravillosa que fue el primer sitio Ramsar de Argentina», afirmó Esteban Balseiro, profesor de la Universidad Nacional del Comahue a Inside Climate News. Especializado en limnología que estudia los ecosistemas acuáticos continentales.

Sin embargo, ahora «la población actual de aves acuáticas es mínima», añadió Balseiro, que no participó en el estudio. Siendo afectados el Macá Grande, el Cauquén Real, el Pato de Anteojos y el Pato Zambullidor.

Scordo y sus colegas analizaron imágenes satelitales de los cinco lagos y un índice de sequía para cada año entre 1998 y 2024. «Luego analizamos si la recesión observada en el lago es solo producto de la variabilidad climática o también de factores antropogénicos», explicó el experto.

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Leonardo Buria, director de Parques Nacionales de la Patagonia Norte, sostiene una regla que en 2007 quedó completamente cubierta de agua / Facundo Scordo

Los desaciertos de la mano del hombre

Las explotaciones mineras también han socavado el equilibrio medioambiental. Esta región tiene importantes reservas de oro, plata y uranio y lucen atractivas para los capitales extranjeros. También se destaca por la producción de minerales como yeso, bentonita, diatomita y caolín; por la explotación de petróleo y gas. 

En la provincia de Neuquén se han denunciado operaciones de fracking desde principios de la segunda década del siglo XXI. El área, conocida como Vaca Muerta, alberga decenas de comunidades mapuche. Sus líderes han ventilado el caso de esas actividades extractivistas en la Bolsa de Nueva York por su afectación al medio ambiente.

Además de ese uso desmedido de los suelos, los resultados de la investigación  muestran que los cambios climáticos han reducido considerablemente la superficie de la Laguna Blanca y los lagos circundantes en la Patagonia argentina.  Por un lado, un aumento de los períodos de sequía y por el otro, una disminución de la humedad en la cuenca desde 2007. Condición que condujo a que hubiera menos agua en la cuenca.  Aun así, los hallazgos sugieren que la intervención humana en el paisaje natural ha influido mucho y con huella negativa.

En el trabajo de campo se identificaron 53 canales de riego construidos aguas arriba desde 2020, lo que podría estar agravando la situación.

Entre 2020 y 2025, agricultores locales construyeron estos canales de riego en la cuenca alta del arroyo Llano Blanco, principal fuente de agua de Laguna Blanca. Estos canales se levantaron  perpendicularmente al curso natural del arroyo. Desviando el agua para apoyar las actividades agrícolas y reduciendo el volumen del lago. 

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Ausencia de manejo integrado de las cuencas

Scordo aclara que los agricultores evidentemente no construyeron estos canales para secar el lago.“Lo hicieron simplemente por conveniencia productiva. Y porque no entendían los impactos que sus actividades podrían tener aguas abajo en la cuenca baja”.

La disminución resultante del volumen ha provocado una mayor concentración de nutrientes en el agua del lago. Como consecuencia, las floraciones de algas nocivas se han vuelto más frecuentes, afectando negativamente al turismo y, con ello, a la economía local.

El sitio web del Parque Nacional Laguna Blanca muestra una señal roja de advertencia: “La temporada de pesca en Laguna Blanca queda suspendida hasta nuevo aviso. Debido a una floración de algas extraordinaria en el cuerpo de agua”.

A pesar de la robustez del modelo de estudio utilizado, de alcance global, los investigadores subrayan la necesidad de disponer de más información para nutrirlo. “Los datos existentes resultaron suficientemente buenos para la investigación sobre los lagos de la Patagonia y sus hábitats. Pero el Servicio Meteorológico Nacional posee muy pocas estaciones, y con datos actualizados al 2015”, afirma.

Esa falta de datos y la ausencia de un manejo integrado de las cuencas están llevando a la desaparición de los cuerpos de agua, en una zona donde los recursos hídricos escasean, añade Scordo.

Lo sucedido con el Colhué Huapí y su desaparición en solo una década, tras superar los 800 km2 y poseer agitadas aguas, llevó al experto a hacer su tesis doctoral sobre ese lago. Y levantar una data que era inexistente entonces. Ana Liberoff, del Laboratorio Eco-Fluvial del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales, en Chubut, se une a la necesidad de seguir con las investigaciones.

Ningún país se salvará de la crisis climática

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La población de cisnes de cuello negro ha sido afectada

Liberoff agrega que en esa zona de la Patagonia se esperan fuertes disminuciones de agua para el futuro, tal como señala un trabajo publicado en Theoretical and Applied Climatology, que prevé aumento de la temperatura y disminución de las precipitaciones.

La desaparición de los lagos puede tener además otras consecuencias. Scordo indica que “si los sedimentos del fondo del lago son erosionados por el viento, van a terminar en la ciudad de Zapala, generando problemas respiratorios en la población, como ya sucedió en Comodoro Rivadavia con la sequía del Colhué Huapí”.

Ubicada en el centro de la provincia de Neuquén, Zapala tiene una población estimada de 34.000 habitantes y se encuentra a aproximadamente 40 km del Parque Nacional Laguna Blanca.

“El desmantelamiento y desfinanciación de organismos científico-tecnológicos, sumado a la desinformación sobre las problemáticas climáticas, ponen en riesgo la invaluable riqueza de flora, fauna y diversidad paisajística”, dice Liberoff.

Entretanto, Guillermo Folguera, del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de la Universidad de Buenos Aires, y especialista en filosofía de la ciencia, subraya que hay políticas que pueden empeorar la situación. “La extracción de hidrocarburos, la megaminería, el fracking, los agronegocios y las plantaciones forestales son causas directas de consumo de agua . Prefieren la exportación de commodities, antes que mejorar la vida de la comunidad”, afirmó.

A nivel regional, la deforestación y el desmonte, han agravado enormemente la capacidad de los ambientes de retener el agua y, sin dudas, los lagos de la Patagonia se han visto afectados. “Es necesario trabajar a nivel global para enfrentar la crisis climática. Ningún país se salvará en soledad”, subraya.

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Redacción

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