En un escenario global cada vez más fragmentado y multipolar, las relaciones entre América Latina y los países del Medio Oriente y África del Norte (MENA) han comenzado a intensificarse con renovado interés. Lejos de limitarse a una diplomacia formal, el diálogo entre ambas regiones está cobrando un impulso estratégico impulsado por necesidades complementarias: mientras los países del Golfo buscan diversificar inversiones, garantizar seguridad alimentaria y consolidar nuevos polos energéticos, América Latina se posiciona como socio natural por su capacidad productiva, sus recursos naturales y la búsqueda de nuevos aliados tecnológicos y financieros.
En este contexto, el rol de los think tanks como promotores de vínculos sostenidos y espacios de reflexión compartida se vuelve crucial. Con esa premisa, se llevó a cabo en la Feria del Libro de Buenos Aires una mesa redonda organizada por el Comité de Medio Oriente del CARI y TRENDS Research & Advisory. Bajo el título MENA – LATAM Relations: the relevance of the think-tanks, el encuentro convocó a diplomáticos y académicos de ambas regiones para debatir los puntos de convergencia y los desafíos del vínculo bilateral.

En ese marco, Escenario Mundial tuvo la oportunidad de conversar con el Dr. Mohammed Abdullah Al Aali, CEO y fundador de TRENDS, sobre los factores que están impulsando este acercamiento interregional, los sectores de mayor convergencia y el papel clave que juegan los centros de pensamiento en fortalecer estas relaciones.
Escenario Mundial: ¿Qué factores geopolíticos o económicos explican el renovado interés entre América Latina y los países del Medio Oriente y África del Norte?
Mohammed Al Aali: Este renovado interés surge de una reconfiguración del orden internacional. Tanto América Latina como los países de MENA buscan diversificar sus vínculos más allá de sus aliados tradicionales en Occidente. Estados como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita están ampliando sus carteras de inversión, asegurando fuentes de alimentos y explorando nuevos mercados energéticos. Por su parte, los países latinoamericanos buscan atraer capitales soberanos de Medio Oriente, expandir exportaciones en agricultura y minería, y establecer relaciones con nuevos socios tecnológicos y en defensa. Eventos como la expansión del BRICS o las cumbres del G20 han fomentado este acercamiento en un contexto de multipolaridad creciente.
EM: ¿En qué áreas se observa una mayor convergencia de intereses entre ambas regiones?
MAA: Existen fuertes sinergias en los sectores agrícola, energético e infraestructural. MENA depende en gran medida de importaciones de alimentos, y América Latina puede ofrecer capacidad productiva sostenible. En energía, hay coincidencias en torno a proyectos de hidrógeno y fuentes renovables, mientras que la inversión en infraestructura –como puertos, corredores logísticos o transporte– aparece como una prioridad compartida. Esta convergencia se sostiene sobre necesidades de desarrollo comunes y fortalezas económicas complementarias.

EM: ¿Cómo se puede fortalecer el papel de la diplomacia no estatal, como los think tanks, para fomentar estos vínculos más allá de los gobiernos?
MAA: Los think tanks pueden cumplir un rol central como puente entre regiones, produciendo análisis estratégicos, facilitando diálogos interregionales y organizando encuentros conjuntos que identifiquen prioridades comunes. La cooperación entre centros de estudio como CARI y TRENDS permite sostener un canal de comunicación estable, menos sujeto a vaivenes políticos. Además, mediante publicaciones colaborativas, redes académicas y programas de formación, se puede construir una agenda compartida en temas como cambio climático, gobernanza tecnológica y seguridad, con impacto real en las políticas públicas.
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