Barcelona
La histórica librería Sant Jordi de la barcelonesa calle Ferran levantará de nuevo sus persianas a finales de este verano como una suerte de nuevo espacio cultural. Acogerá actividades artísticas y tendrá una pequeña cafetería para adaptarse a estos tiempos tan turbulentos. Un acuerdo a tres bandas entre una agencia de viajes que de vez en cuando hace sus pinitos en los mundos culturales, la propiedad de este local del barrio Gòtic y sus libreros de toda la vida harán posible este esperado renacer. La Sant Jordi abrió sus puertas hace 41 años, y las cerró a finales de febrero. Más de uno ya estaba del todo seguro de que una tienda de camisetas con mensajes groseros se haría finalmente con el establecimiento. Y también más de uno no termina de creérselo, aún cruza los dedos desconfiado ¿una agencia de viajes al mando? ¿una librería con cafetería ahí en el Gòtic? a ver cómo termina todo esto…
Porque la mayor parte de las veces que un nuevo gestor toma el relevo de un negocio histórico de la ciudad con la promesa de que nada cambiará y de que conservará el espíritu de siempre del lugar los resultados acostumbran a ser como poco muy decepcionantes. A veces hasta se te rompe el corazón. Y en este caso aún es muy pronto para descruzar los dedos, la verdad. Pero en esta historia todavía cabe la esperanza en tanto que este acuerdo viene avalado por Cristina Riera, por la viuda de Josep Morales, por la mujer de quien fuera de siempre el alma de estos estantes, por la persona que más se preocupó por no traicionar el recuerdo de aquel librero que a su manera tanto hizo para que el Gòtic no dejará de ser un barrio de verdad, de esos donde vive la gente, para que no terminara de convertirse en un parque temático de dudoso gusto para deleite de los nómadas.
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Porque lo último que habría querido Morales es que sus históricos estantes hubieran terminado atestados de gafas de sol baratas, de machadores de hojas de marihuana, de souvenirs de Barcelona con forma de falo muy grande… Y este acuerdo recién suscrito, tal y como confirma la propia Riera, recoge que este mobiliario catalogado y protegido continuará acogiendo libros, porque la Sant Jordi continuará vendiendo libros, una empresa en realidad tremendamente complicada en este lado de Barcelona, donde hace ya años que las tiranías inmobiliarias hacen que estas actividades de corte cultural sean muy difícilmente viables. Las vidas dan muchas vueltas, y en el futuro de Riera y los suyos no cabía ya gestionar una librería, pero a pesar de ello nunca dejaron de esforzarse en tratar de proteger este patrimonio inmaterial, la herencia de Morales. De hecho, los nuevos gestores también se hacen ahora con buena parte del fondo documental de la vieja Sant Jordi. Y, qué demonios, una ciudad que no respeta el recuerdo de sus muertos no tiene espíritu ni legado ni corazón.
Según un comunicado de prensa difundido este martes por Riera y los nuevos gestores del negocio, la librería Sant Jordi pasará a llamarse Espai Sant Jordi, y contará con una cafetería donde se ofrecerán principalmente productos de proximidad. Pronto arrancarán los trabajos de reforma necesarios a fin de que la reinauguración tenga lugar a finales de este verano. Al parecer la agencia de viajes barcelonesa Temps d’Oci ya participó en el 2019 en la transformación de la librería Quera en el Espai Quera, “combinando libros, restauración y propuestas culturales. Como bien saben los amantes de los libros, sobre el papel todo es posible. Luego, en ocasiones, la realidad es otro cantar.
