La desaceleración de la inflación, una de las banderas económicas del Gobierno nacional, pasó a ser una anécdota y, en los últimos dos meses, la escalada de precios se recrudeció, sobre todo, en los alimentos. Y, en este aspecto, la carne, predilecta en la mesa de los argentinos, impulsa con fuerza la categoría.
Según un reciente informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en base a datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), en abril, los precios en mostrador de los distintos cortes de carne bovina aumentaron 4,1 por ciento mensual. En marzo, la suba había sido de 7,5 por ciento.
El mayor incremento mensual correspondió al pollo entero, con 10,7 por ciento; seguido por el osobuco, la paleta y la tapa de nalga, con 6,5; la cola de cuadril, con 5,7; las hamburguesas, con 5,6; y el roast beef, con 5,4. Además, en la medición interanual, el alza de la categoría es de 60,1 por ciento, frente a una inflación general promedio de 47,6.
Sin embargo, quizás el dato más alarmante sea que, desde la asunción de Javier Milei en la presidencia, noviembre del 2023, los valores en mostrador de los distintos cortes de carne bovina se encarecieron 264 por ciento. En el mismo período, la inflación promedio fue de 244,5 por ciento, es decir, 20 puntos menos.
Consumo interno y exportaciones
Por otro lado, según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (CICCRA), en marzo, el consumo per cápita de carne bovina fue de solo 48,9 kilos. Este descenso en el consumo interno estaría relacionado con la pérdida de poder adquisitivo, principalmente, por la merma salarial de los trabajadores y los jubilados.
En contraposición, las exportaciones de carne argentina atraviesan un record histórico. En el 2024 totalizaron 935.261 toneladas de res con hueso, ubicándose un 9,7 por ciento arriba del acumulado del 2023, de 852.218 toneladas. Por eso, se concluye que la carne que se dejó de consumir en el mercado interno se depositó en el mercado externo.