Antonio Berni nació el 5 de mayo de 1905 y no el 14 como dicen casi todas sus biografías. El dato me lo da su hijo, José Antonio. El 14 lo inscribieron con un nombre que no aparece en el santoral católico: Deliso Antonio Berni. Murió el 13 de octubre de 1981. Pronto a cumplirse otro aniversario más de su nacimiento, el artista argentino sigue siendo muy respetado, conocido y cotizado en el mercado internacional pero también uno de los más falsificados y robados.

“Antonio Berni va hasta un mueble, abre un cajón, busca revolviendo papeles, vuelve a sentarse y dice mostrándome una fotografía. Aquí tiene el momento más extraño y obsesionante que me ha tocado vivir. Representa aquel momento y al mismo tiempo constituye un enigma que me acosa desde hace más de 20 años que no le encuentro explicación por más que la busco”.
Berni se refiere a la obra “La muerte acecha en cada esquina”, exhibida por primera vez en la retrospectiva que el Di Tella le dedicó en junio de 1965, se supone hecha en Rosario, una obra que parte de una experiencia vivida en Granada, España. La historia completa se la narra a un periodista en 1947 y luego es recogida por su biógrafo, Fernando García, en Los Ojos. Vida y pasión de Antonio Berni.
Se vio por última vez en Malba en 2005. De un surrealismo tosco como pampero, según señala García, la obra es una de las 15 que fueron robadas en Buenos Aires en el año 2008. Al igual que las demás se desconoce su paradero.
Sobreviven en fotos
El decapitado sanguinolento, muy parecido al ruso Vladimir Ilich Lenin aunque algunos creen ver también la cara de Berni en esa época, yace en el piso; una V gigante, que puede ser una puerta abierta al vacío o el féretro del que habla Berni en la historia, una descomunal pesa en primer plano, el edificio del hotel granadino, donde se refugió y huyó aterrado, una casa de tres pisos y seis ventanas, que yo creo saber dónde está; solo sobreviven en fotos y en la que su hijo José Antonio Berni mando a hacer y exhibió en “Patrimonio ausente”, una muestra que se hizo años después, para llamar la atención de la opinión pública sobre la magnitud del más grande robo a la obra de su padre, sobre todo por el período en el que fueron hechas (1905-1981).
El 26 de julio del 2008 en Buenos Aires, un comando robó de camión a camión 15 obras del artista que iban en préstamo al Museo Nacional de Bellas Artes. Dos, por su tamaño, se salvaron. Los ladrones y cómplices fueron detenidos, y cumplieron cortas condenas.
El o los instigadores del robo nunca han sido descubiertos. Las obras robadas siguen sin aparecer. Se supone que fueron destruidas. Hipótesis y suposiciones variadas sobreviven en el tiempo. Algunas pistas también. La causa penal prescribió no así la civil.
La abogada de la familia Berni, y de muchos otros artistas importantes, Graciela Molinelli quien fuera amiga del pintor y la última en ser pintada por él (ella es la célebre Graciela Amor) dice: “La causa de las 15 obras está pendiente y tengo deber de confidencialidad. Puede haber prescrito el delito penal pero no el tema civil por lo que todo poseedor de mala fe no es titular legítimo así que sobre ese tema no podemos hablar”.
El robo del 2008 es el más importante por la cantidad de obras desparecidas de Berni, de una vez, pero no es el único.Los titulares de los periódicos dan cuenta de muchos más. Algunas veces se trata de una sola obra, otras son varias.
Algunas veces acompañan a Berni otros importantes pintores argentinos y extranjeros. Algunas veces no se denuncian los robos. En 2009 Interpol recuperó 35 obras de Berni del asalto al domicilio de un coleccionista.
El crecimiento del interés en el mercado del arte de la etapa surrealista de Berni y la aparición de nuevas obras en portales de venta por internet me hace preguntarle a García.
–¿Por qué no se vendieron en vida sus cuadros surrealistas?.
–En su época la aristocracia prefería ir por los impresionistas franceses o pintores españoles como Sorolla o Romero de Torres. El arte surrealista de Berni (en el sentido estricto del término sus obras de juventud en Europa, pero la pátina surrealista nunca lo abandonó) no entraba en el interés de esas colecciones. Los pintores argentinos relacionados al PC (Berni, Spilimbergo, Castagnino) encontraron su mercado en la burguesía industrial de la colectividad judía. Y en este nicho tampoco eran esas obras las pretendidas sino más bien los retratos. Tampoco encontraron mercado en vida las obras de Juanito y Ramona porque como explica Marcelo Pacheco en Los Ojos, ningún coleccionista quería tener un villero o una puta en el living.”

Pintura sobre pintura
Vuelvo a preguntarle a Fernando García, Berni ¿solía repintar sus obras? ¿Eliminar detalles? La aparición de una pancarta oculta en la obra «Manifestación» era una práctica común hasta donde sabes?
–Como muchos otros artistas, a veces lo hizo. Con “Manifestación” hay demasiadas especulaciones y hasta fantasías como esa idea de que se usaba como pancarta en las marchas de los años 30. El trabajo de investigación dirigido por Bustillo ha sido muy serio, pero ponerse a especular con la frase que pudo haber escrito antes de “Pan y Trabajo” me parece innecesario. Los casos más emblemáticos de esta sobrepintura de Berni son “Domingo en la chacra”, cuadro de su etapa neoclásica, el mismo cuadro que lo acompaña en su velatorio, a la que le aparece un Juanito, lo cual forma parte de su capacidad para guiar al personaje por su propia iconografía. Lo mismo, aunque dentro de su taller, sucedió con «Orquesta Típica», obra de su acercamiento a la cultura popular en los años 40, que corrige en 1975 para que formase parte de una exposición de retratos de cantantes populares. O, en los 70 –sigue–, cuando le pidieron a Berni que restaurase su mural de Galerías Pacífico. Y, claro, hizo lo que hace un gran artista, una obra nueva”. Para García, el mural de las Galerías Pacífico, se luce más ahora porque cambió la paleta terrosa original por los acrílicos. En ese momento era el único de los pintores del grupo del Taller Mural que estaba vivo y fue su decisión actualizarlo, pero también hacerlo sobresalir por sobre el resto”
En la Argentina es conocida la historia de cuando Antonio Berni entró a una galería porteña y descubrió que las obras que llevaban su firma eran falsas. Dicen que las descolgó y se las llevó consigo.
En la sede de la oficina de Interpol en Argentina hay un cuadro con un certificado de autenticidad supuestamente firmado por su hija. A la obra burda, para enmarcarla, le cortaron la cabeza y le inventaron un nombre.
Varios galeristas han dicho públicamente (está escrito en diarios) que cuando le ofrecen una obra que piensan que puede ser falsa, ante la duda, no la aceptan, pero no la denuncian. Algunos toman fotografías o apuntan el nombre.
Le pregunto a Fernando Garcia.
–¿A qué crees que se deba que Berni sea uno de los artistas más falsificados?
–La falsificación de obra no es mi expertise pero puedo arriesgar una hipótesis. Siendo Berni, durante casi cinco décadas una fábrica retratos (siendo desconsiderado en esta faceta por su carácter comercial) abundan obras de valor accesible en los remates, donde según el rigor de algunas casas pueden ofrecerse retratos de Berni en los que se toman los rasgos más destacables de su figuración “comercial”, los ojos, sobre todo. Mucho más complejo puede ser falsificar los Juanitos y Ramonas de mitad de los 60. Pero no llevo un racconto de sus falsificaciones y falsificadores, que, según tengo entendido empezaron por ayudantes de su propio taller en los 70”.
En los últimos días he podido ver obras de Berni que no se exhiben públicamente. Vi los dibujos eróticos y poco conocidos que compró el coleccionista argentino Julio Crivelli y estando en España, hace unos días, fui testigo circunstancial de la adquisición de una de las escasas obras surrealistas de Berni.
Están a punto de comprarla. Y yo estoy cerca. No había duda de su autoría, pero uno de sus futuros dueños, un coleccionista interesante que tiene –según dice el– el récord en haber sido estafado con obra argentinas a las que les falsificaba las firmas, borraba la original y agregaba la del artista junto a certificados falsos que adosaban a los cuadros, sacó de un bolsillo varios documentos y preguntó por la firma.
Berni tenía diferentes modalidades de firmas. En letra cursiva, incluso con variantes, con nombre y apellido, solo Berni o con inicial del nombre y el apellido), y en otras técnicas artísticas firmaba en letra imprenta «BERNI». Las dudas del coleccionista fueron zanjadas.
No es la primera vez que me topo con la pregunta sobre las falsificaciones de firmas de pintores como práctica extendida. De hecho si alguien hoy entra al portal de venta más importantes y ponen el nombre de Berni, podrá comprobarlo por si mismo.
Fácil de falsificar
Para la calígrafa Alejandra Leyva de Givoa, que trabaja en Latinoamérica, principalmente en Argentina y Brasil, “en general, cualquier firma efectuada en letra imprenta es más fácil de falsificar que las ejecutadas en letra cursiva; más aún si además se trata de imprenta mayúscula y es breve, pero no es tan fácil tampoco”.
Lo mismo dice Ana Suárez Gisbert del laboratorio español www.artvaluetprojet.com . Ambas remiten a que ante la duda la solución es una consulta.
Algunas veces, obras de Berni robadas, han aparecido en subastas. El desnudo de Nicole, un óleo hecho en París en 1928, y La Dama de Rosa, de tres décadas después, dos pinturas que ocupan el anverso y el reverso del mismo lienzo, estuvieron a punto de ser subastadas en Buenos Aires con un precio de base de 150.000 dólares. Una denuncia y la actuación de Interpol Francia y Argentina. lo impidió. Las casas subastadora, no aseguran la atribución de una obra, sino su procedencia que casi siempre está acotada a sus últimos dueños.

Las obras se exponen antes de las subastas para que los futuros compradores tengan tiempo de visitarlas con expertos. El certificado de autenticidad lo otorga la galería o los herederos, con un costo por el trámite. Si un comprador tiene duda puede apelar a estudios más minuciosos.
Otras obras de las que hay documentación, están perdidas. Entre ellas, la Instalación realizada en el baño de La botica del ángel, el local de tango y arte de Eduardo Bergara Leumann, una serie de muñecos- fetos envasados como metáfora de los abortos de Ramona. Para verlos había que hacer cola como para ir al baño. Por esta obra se clausuró el lugar, en tiempos difíciles para la Argentina.
Ahora cuando llega un nuevo aniversario, del pintor más importante de Argentina, y crecen los homenajes a Antonio Berni, y se recuerdan obras importantes como «Manifestación», «Juanito Laguna», le estoy preguntando a muchos si creen que aparecerán las obras perdidas, robadas, de Berni. La mayoría dicen que no.
El único hijo de Berni culpa a la moral institucional de un país entero. “Es más para preguntar a la policía que, a mí, ellos deben saber, yo no sé”, me dice. Cuando en un país desaparecen tantas obras de arte, el estado debe tomar cartas en el asunto”.
Más adelante significa: “Si uno lucha contra un falsario surge otro al otro día, si uno denuncia uno, surge otro, después, al otro día así que no creo que eso se revierta. El comprador debe asegurarse bien de dónde viene la obra. La obra buena de mi padre se conoce toda y todo eso que surge de la nada sin referencias anteriores, es siempre muy muy dudoso. Hay algunas obras que aparecen de golpe. Cosas que nunca existieron”.
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