El Barça es la nostra vida, vociferaba Montjuïc, que se vistió de gala. Que vibró. Que gozó. Y que se rebeló ante el Real Madrid de Mbappé y también ante el escandaloso arbitraje de Hernández Hernández, colegiado que, pese a los vídeos emitidos por la televisión oficial del club, se empeñó en remar a favor de los blancos. Pero nada ni nadie pudo silenciar la voz del barcelonismo, que terminó batiendo el récord de asistencia en su último clásico de la temporada —y, presumiblemente, el último en la montaña olímpica— con 50.319 espectadores ondeando sus banderas. Celebrando que los suyos están a un paso de campeonar en una Liga que se han ganado a pulso en un año de recuperación motivacional.
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