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miércoles, mayo 14, 2025

La reforma de la Rambla dejará sin floristas el paseo todo un año

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Una mujer se para ante el colorido e histórico puesto de flores Carolina de la Rambla, presente desde la Exposición Universal de 1888 en el paseo más internacional de la ciudad. Y pregunta por un tipo de planta. “Es una dipladenia. Una planta resistente”, le responde con una sonrisa Mercè Pallés.

Ella y su hermana Carolina regentan este negocio y ya son la quinta generación familiar dedicada a la flor en la Rambla. Son también un ejemplo de resistencia y de resiliencia. Los próximos meses deberán afrontar un traslado temporal forzoso por la reforma integral que hay en marcha.

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Los puestos de flores ya conviven con las obras de reforma integral de la Rambla

Ana Jiménez

Cuando las obras lleguen al tramo central, los ocho puestos actuales de flores y de semillas en funcionamiento se ubicarán de forma provisional en la plaza Catalunya. En concreto, en la parte de la acera del lado del café Zurich, a partir de donde acaban las terrazas, en los entornos de la calle Bergara.

Fuentes municipales informan de que la pre­visión es que las floristas abandonen el paseo a principios del 2026 y re­gresen aproximadamente en un año, en función de la evolución de la obra, cuya finalización se espera para el 2027, después de haberse redu­cido el plazo de la reforma de seis a tres años.

“De momento, estamos conviviendo bien con las obras porque se ejecutan por tramos. Hay polvo pero creíamos que sería más caótico. Lo más engorroso será cuando tengamos que irnos”, comenta Mercè. “Cuando hay obras siempre hay afectaciones. ¡Qué le vamos hacer! No nos gustaría movernos, pero ya volveremos a la Rambla”, añade Laura, de la parada Flors Maria-Laura, cuya bisabuela Maria ya regentaba un puesto de flores en el bulevar.

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El traslado provisional de los quioscos de flores a plaza de Catalunya se prevé para principios del próximo año

Ana Jiménez

Las floristas, informadas recientemente del calendario previsto, piden que este traslado se haga antes del día de San Valentín del próximo año ya que para ellas supone una jornada relevante en cuanto a ventas. Así, si no hay imprevistos, la diada de Sant Jordi ya no la celebrarán en la Rambla sino en la plaza Catalunya.

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Paradas de flores con caballetes y tablones de madera en 1907

Frederic Ballell Maymí / Arxiu Fotogràfic de Barcelona

Ante esta inevitable mudanza, el Ayuntamiento aprovechará para renovar las paradas de flores y construirá ocho nuevas manteniendo las concesiones existentes. Por ello, ha sacado a concurso una licitación por un importe de 447.184,80 euros para definir los futuros modelos.

Estas casetas, que dependen del Institut Municipal de Mercats de Barcelona, han evolucionado a lo largo de los años hasta llegar a las de hoy en día. En este sentido, la licitación señala que los futuros quioscos han de cumplir con el doble objetivo de dar respuesta a “las nuevas necesidades” de las floristas y mejorar “la calidad urbana” del paseo.

Las floristas piden estar ya en plaza de Catalunya para San Valentín

Sobre el diseño, el pliego de condiciones destaca que las instalaciones deberán tener “coherencia de estilo” –tanto de materiales como de colores– con el resto de los elementos urbanos del bulevar a fin de dar “una visión unitaria del conjunto”. Por otro lado, se detalla que las paradas tendrán “la máxima funcionalidad” y el diseño facilitará su mantenimiento, además de incorporarse cerramientos antivandálicos y vidrios más fáciles de limpiar si son objeto de los grafiteros.

En la licitación se argumenta que este cambio también responde a la propia configuración de los quioscos al “no permitir los movimientos” que requiere la reurbanización del paseo. De hecho, los nuevos puestos que se instalarán en la plaza Catalunya serán los mismos que luego regresarán a la Rambla por lo que cada uno ha de estar fabricado en un solo bloque para permitir la carga y trans­porte con un camión sin necesidad de desmontarlo. El periodo para hacer los quioscos no podrá superar los cinco meses, concreta la licitación.

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Inauguración de los primeros quioscos de flores en 1933

Josep Domínguez/ Arxiu Fotogràfic de Barcelona AFB3-126 

En cuanto a las medidas, se prevé que las casetas sean similares a las actuales y no podrán superar las dimensiones de 4,40 metros de longitud por 2,80 metros de ancho y una altura máxima de 2,70 metros, tal como establece el Plan Especial de Ordenación de la Rambla. Asimismo, se permitirán toldos y la ocupación del espacio pú­blico para la venta del género no podrá superar los 1,10 metros de ancho y una longitud de 8,60 metros.

Los puestos que sí han abandonado definitivamente la Rambla son las antiguas pajarerías. A principios de este año se completó el derribo de las once paradas tras recuperar la titularidad el Ayuntamiento por la vía judicial. El espacio donde estaban estos puestos ya ha sido ocupado por material de obra y en algunos tramos las máquinas están en pleno funcionamiento.

Las flores forman parte de la historia de la ciudad y dan color y carácter a su paseo más universal. Se conoce que ya había floristas ambulantes en la Rambla desde el siglo XIII aunque no se establecieron las primeras paradas fijas hasta mediados del siglo XIX, hechas al principio con caballetes y tablones de madera.

En los años 30 del siglo pasado se estrenaron los primeros quioscos y los más veteranos del lugar recuerdan que los actuales tienen más de tres décadas de vida. “En los años 90 renovaron la parada. Recuerdo que entonces no nos movimos y nos pusieron al lado una caseta de obra para continuar con la actividad”, rememora la florista Laura.

“En la época de mi abuela, en el primer tercio del siglo XX, había 33 paradas de flores”, comenta con cierta nostalgia Mercè, de Flors Carolina. En su interior, conserva recortes de prensa y fotografías antiguas, como la del grupo de floristas de la Rambla a las que el poeta Federico García Lorca invitó a una representación a puerta cerrada de Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores. O la imagen de su abuela Carolina Ruiz entregando un ramo de flores a Alexander Fleming, el padre de la penicilina, en una visita que hizo al paseo y del que quedó impresionado. 

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Carolina Ruiz entrega a Fleming un ramo de flores en la Rambla

Carlos Pérez de Rozas / Arxiu Fotogràfic de Barcelona AFB1-001 Ajuntament de Barcelona

En una nota dirigida al entonces alcalde de Barcelona, José M. de Albert, barón de Terrades, el premio Nobel escribió: “Barcelona es ciertamente una ciudad de flores y flores bonitas traen alegría al corazón”. La Rambla también es la Rambla de las Flores, en mayúscula.

Redacción

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