Mientras el Festival de Cannes ya proyectó sus primeras películas, con todo su glamour en las alfombras rojas, la realidad en las calles no muy lejanas al Palais des Festivals es un tanto distinta. El contraste es evidente en las mismísima Rue d’Antibes, la calle más chic, de una sola mano, donde hasta no hace mucho sólo había casas de haute couture (alta costura) y hoy hasta hay un Zara. Y una casa Etam, de ropa femenina, que resonará a quienes tienen memoria en la Argentina.
Pero junto a quienes están dispuestos a gastar un dineral en euros (zapatos bastante simples a no menos de 250 de la moneda de la Comunidad europea) hay gente que no la pasa tan bien. Gente de la calle, que pide limosna sentada en la vereda, algunos con carteles (“j’ai faim”: tengo hambre), otros sencillamente con un vaso de cartón de Starbucks donde se ven algunas monedas.
Es difícil que las estrellas que llegan al Festival más glamoroso del mundo se choquen con estas imágenes. Quien tal vez las contempla o advierta es nuestro compatriota, Nahuel Pérez Biscayart.
Nahuel es el primero en llegar de los pocos argentinos que están en el Festival de Cannes y decir presente. El arribó por avión a París, y ayer martes estuvo en la gala de apertura, como invitado especial.

Es que el actor, de 40 años, que hace 20 años tenía un rol secundario en El aura, de Fabián Bielinsky, es uno de los cinco miembros del Jurado de la sección Un certain regard.
Y por lo que le contó a Clarín, recién ayer se cruzaría por primera vez con sus compañeros del Jury en la ceremonia de apertura.
Nahuel, ningún improvisado
Nahuel ya nos dirá que no es precisamente un improvisado en esto de juzgar los trabajos de otros. Ha sido varias veces jurado, y su carrera corre en paralelo entre Francia y nuestro país, con algunas producciones en España.

En la Argentina lo último que estrenó fue El jockey, de Luis Ortega, que tuvo su premiere internacional en el Festival de Venecia el año pasado. Y a Cannes… A Cannes ha venido tantas veces que ya se le hace difícil recordar cuántas.
Lo que sigue es un extracto de la entrevista que mantuvo con Clarín, previo a que comience su labor cotidiana como jurado, ya que el contacto con la prensa es algo que tienen especialmente vedado.

-¿Cuándo se comunicaron con vos para ofrecerte formar parte del Jurado de Un certain regard?
-Hace un mes, un mes y algo. Con Thierry Frémaux (director del festival) intercambiamos mensajes una vez que me invitaron para agradecerle. Pero no, no se comunica él con vos. No hace esas cosas, lo hace el equipo del festival.

-Ya fuiste jurado en varios festivales.
-Sí, muchos, muchos, muchos. Hace 18 años que formo parte de jurados en distintos festivales. La verdad es que no me acuerdo de todos, pero bueno, estuve en San Sebastián, en Mar del Plata, Buenos Aires, Luxemburgo, Kabul, Honshu, Corea. Hice muchos jurados, pero la verdad, después empecé a aflojar porque bueno, es una tarea interesante, enriquecedora, pero no deja de ser un trabajo bastante arduo y hay que tener la mirada limpia, fresca y ganas de ponerse en ese lugar que es un lugar delicado, el de decidir sobre qué pelis se pone, el foco, la luz.

-¿Qué expectativas tenés este año? ¿Fuiste leyendo los títulos, los directores…?
-No soy muy de expectativas nunca, porque no me gusta anticiparme. Mi trabajo tiene que ver con no anticiparse. Así que lo aplico también al trabajo de ser jurado. Leí un poquito por arriba, conozco a un par de directores y directoras, no muchos. Me gusta que hay muchas primeras películas, lo cual nos pone a todos en una situación de “no a priori” y de no tener ninguna idea, digamos, ningún prejuicio.

Y bueno, con ganas también de conocer a los compas de jurado, que siempre es una instancia muy especial, porque conocerse viendo pelis es como una manera muy íntima de conocerse, porque uno entiende la sensibilidad de las personas con las que vamos a pasar diez días juntos.
-¿Qué es lo más importante para vos, a la hora de juzgar una película, para ver si la premiás, y qué le premiás?
-No sé si tengo criterios fijos. Tampoco es que me dedico a juzgar, ¿eh? Me parece que está bueno que así sea. En darle lugar al instinto, a la respuesta más inmediata que uno puede tener después de ver una peli. Valoro mucho los gestos audaces, irreverentes, potentes, personales, que no necesariamente quieran hacer una buena película, sino que la energía del gesto llegue al que ve la peli.
Por eso, quizás, a veces estuve en jurados en los que premiamos por ahí pelis imperfectas, pero que tienen una potencia muy, muy especial. Me gustan las voces que cuentan cosas que no hemos visto, o que nos acercan a mundos invisibilizados, a sensibilidades alternas. Sobre todo, escaparle a las construcciones de gusto que puedan vivir en uno, o a las nociones de lo que está bien y lo que está mal.

Para mí es un trabajo muy de soltar “a prioris” y habilitar la sensibilidad para poder responder a las películas, más allá de lo que uno haya visto o quiera ver. Salirse de la anticipación.
Me gustan mucho las pelis en las que la noción del tiempo se ve afectado, en las que por ahí pierdo conciencia de mí mismo, en las que me desconozco. Las que me confunden, las que me llevan a lugares incómodos, siento que hay algo de esas películas que son profundamente transformadoras y quizá de manera más misteriosa, ¿no? Así que eso, premiar la sinceridad, la audacia, la autenticidad, la irreverencia.
La ausencia del cine argentino

-No hay ninguna película argentina en ninguna de las competencias este año. ¿Cuál es tu apreciación?
-Y bueno, es que cada vez hay menos películas que se producen. Hablaba el otro día con una colega que programa en un festival y me decía que el año anterior habían recibido 300 películas argentinas y este año, cinco propuestas. O sea, cinco películas que se habían presentado para ser consideradas. Y que va a ser cada vez peor.
Un país sin fomento a la industria en general, y sin fomento a la industria cultural en particular, es un país que se empobrece en todo. Es un país que también pierde presencia en la escena mundial, es un país que pierde interacción, incluso económica, un país que deja mucha gente sin trabajo, en fin, todo lo que vemos, ¿no?
La gran precarización industrial que está viviendo nuestro país para volver a los patrones económicos más de la Argentina que ellos tanto anhelan, que es la Argentina de principios de siglo, con clases sociales muy marcadas, con una economía muy primarizada.

Y obviamente la industria audiovisual es una industria de mucho valor agregado. Lo vemos ahora con el estreno de El Eternauta como un gran ejemplo de eso ¿no? Del talento, de la capacidad, la dedicación, del amor que todos los trabajadores del audiovisual tenemos. Pero bueno, como toda industria, sin un fomento por parte del Estado es muy difícil que se sostenga. Todas las industrias tienen fomento, pero ahora la del audiovisual no. Pero la automotriz y la farmacéutica sí, y muchas más, sí. Es muy injusto. Así que, resistiendo. Y esto es lo que produce menor presencia de nuestro cine en todo el mundo.
-¿Recordás cuántas veces viniste a Cannes acompañando películas?
-Siempre que vine acá fue por películas, o por ser jurado. A ver, la primera vez fue con La sangre brota, de Pablo Fendrik, a la Semana de la Crítica. Luego con un corto, en la Cinéfondation, que se llamaba Pude ver un puma, de Eduardo Williams. Después fui a Un certain regard con Grand Central, una película de Rebecca Zlotowski, con Léa Seydoux, a la Quincena con otro corto de Eduardo Williams, volví a la Quincena con El empleado y el patrón, de Manuel Nieto. Fui al jurado de la Semana de la Crítica, volví a la Semana de la Crítica con otra peli, a la oficial con 120 pulsaciones por minuto. Creo que fui a todas las secciones, ahora que lo pienso, menos a la ACID. Eso. No sé cuántas veces, si querés las contamos. Habrán sido unas ocho veces.

-¿Hay alguna anécdota que recuerdes de Cannes pasados?
-A ver… No se me ocurre alguna. Soy muy, muy malo con las anécdotas. Me las olvido, las normalizo todas, la verdad.
La última película de Nahuel, posterior a El Jockey, de Luis Ortega, es La mitad de Ana, que estrenó en España y “que no la he visto todavía, así que la verdad, oops, no puedo hablar mucho, un poco de vergüenza me da –admite-, así que me debo esa peli todavía”.

-¿Tenés algún proyecto entre manos?
-Estoy leyendo muchos guiones. Y no hay ninguno por ahora que me esté llamando muchísimo la atención, pero hay un par que están ahí, interesantes. Bueno, igual es una respuesta muy inútil porque como nada está confirmado no te puedo decir nada, pero hay pelis para este año para rodar y estamos esperando el estreno de Narciso, una peli de Marcelo Martinessi, y otra peli de Graham Guit, que se llama Plus forts que le diable, con Asia Argento, Marine Vacth, Melvil Poupaud y un elenco muy espectacular, que ya debería estar por terminarse, así que supongo que en algún momento de este año se estrenará.