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jueves, mayo 15, 2025

El inolvidable álbum de Dire Straits que cumple 40 años: la amistad con Vilas, los shows para el Rey Carlos y los hits de MTV

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Una portada azulada (amarilla en el cassette argentino, una rareza) que enmarca una antiquísima guitarra con resonador flotando en el cielo no es exactamente la mejor descripción de la música de Brothers in Arms, el quinto álbum de estudio de Dire Straits, bajo el control total de su guitarrista, cantante y compositor Mark Knopfler,

El disco festeja este 13 de mayo su aniversario con una reedición sus cuarenta años. Un logro artístico y a la vez un impensado conjunto de récords de venta que los catapultó a un status mamutesco. Fue y vino del primer puesto del ranking británico, incluyendo diez semanas consecutivas, totalizando catorce.

También fue número uno en Billboard por nueve entregas, pero esas son sólo la raíces de sus laureles. Le tocó ser el primer disco que superó el millón de ejemplares vendidos en CD. Las plantas de prensado de compactos no daban abasto, postergando la producción de otros álbumes.

La tapa del clásico
La tapa del clásico «Brothers in arms» de Dire Straits

Por primera vez, un long play alcanzaba la categoría de décuplo (diez veces) platino en su país de origen. Al día de hoy, se sumaron cinco platinos más. Y sigue estando en los diez álbumes más vendidos de allí. En Estados Unidos, se entronizó en el tope de Billboard por nueve semanas. Todo eso suma 15 millones de copias.

Con todas estas cifras, se explica en parte por qué Knopfler desbandó el grupo a mediados de los años ’90, cansado, justamente, de ese gigantismo. De hecho, para 1988 el grupo ya había entrado en el freezer. Knopfler tiene una carrera solista prolífica y variada, pero opera en una escala menor: según él, la maquinaria Dire Straits, convertidos desde Brothers in Arms en la realeza del rock británico, esa que participa en eventos benéficos de toda índole, no sólo Live Aid sino también apariciones para la fundación del hoy Rey Carlos se había vuelto demasiado enorme. Bien por su reticencia.

Records en Argentina y amistad con Vilas

Volviendo por última vez a las cifras: los criterios para otorgar distinciones varían de país: en Argentina, editado al igual que en todo el mundo salvo el Reino Unido (Warner) por Vertigo/Phonogram es disco de oro, con 30 mil copias despachadas. Aquí también, un viejo poster del grupo decoraba el hábitat del Manosanta de Alberto Olmedo.

Mark Knopfler, fundador de Dire Straits, en un show como solista en 2013. Foto: EFEMark Knopfler, fundador de Dire Straits, en un show como solista en 2013. Foto: EFE

Además, la edición argentina, en su título propiciaba uno de esos grandes equívocos para archivarse junto con aquel Vendiendo Inglaterra por una libra de Genesis, también publicado aquí por Phonogram. El Hermanos abrazados argento es otra aberración pero mucho menos reivindicable: Hermanos en armas literalmente refiere a los miembros de un ejército que han compartido la experiencia de una guerra; algo que Knopfler trata en el noveno y último tema.

Si no un hermano, Knoplfer tiene un amigo argentino: Guillermo Vilas. Se conocieron en Manhattan, comprando guitarras en la misma casa de música del luthier argentino Rudy Pensa (también frecuentada, entre muchos, por Spinetta).

Más adelante, en París, Vilas consiguió un pase permanente para el backstage de Dire Straits y ahí se cimentó la amistad, continuada en el tiempo; una amistad que va más allá de las vinchas que Willy vestía en los courts y eran una fija del vestuario de Knopfler a mediados de la década.

La grabación en el Caribe

Los récords antes nombrados tienen música detrás. Y, junto a Knopfler (que venía de producir varios discos como Infidels de Bob Dylan, componer para cine y otros proyectos paralelos), un co-productor muy arraigado a la época, quien había trabajado con Knopfler dentro y fuera del grupo, y luego produjo a Sting o a Paul McCartney: Neil Dorfsman.

Mark Knopfler, líder de Dire Straits.Mark Knopfler, líder de Dire Straits.

Ambos consiguieron un sonido acorde a la época –ganaron un Grammy a la mejor grabación no-clásica-; lleno de espacio, con baterías naturales pero con mucho ambiente: un estilo de producción que ha sido recientemente emulado por bandas de gran repercusión crítica aunque lejos en nivel, como The War on Drugs.

No todo fue fácil en el estudio, que en noviembre de 1984 comenzó siendo la sede de AIR, propiedad de George Martin, en la isla de Monserrat, en el Caribe. La banda se había expandido, con una presencia cada vez mayor de teclados, sin descuidar por eso las guitarras.

A los miembros originales y únicos constantes en toda la historia Knopfler y John Illsley (bajo), se sumaban el segundo baterista que tuvieron, Terry Williams, el tecladista Alan Clark, y una nueva figura: Guy Fletcher, a cargo de todos los teclados digitales.

Pero al mes de grabación, Knopfler y Dorfsman coincidieron que había que reemplazar todas las partes de batería. En su defensa, el ex-Rockpile Williams alegaría que lo hicieron grabar con un metrónomo, lo que afectaba su espontaneidad. Mientras Williams -de quien en el disco final quedó poco y nada, principalmente la intro de Money For Nothing, aunque retornó para la gira- se dirigía al aeropuerto, el sesionista de jazz Omar Hakim volaba hacia Monserrat. Este regrabó todas las partes en menos de tres días.

Brothers in Arms fue finalizado en New York, en los estudios Power Station, donde el bajista Neil Jason reemplazó la parte original en One World y, más particularmente, el reciente visitante al país (con Beat) Tony Levin grabó su stick en Why Worry.

Otra colaboración la dieron en el hit con aires de bossa Your Latest Trick los hermanos Brecker, (trompeta sólo en la intro) y Michael (saxo); que por momentos suena como si Kenny G tuviese talento, y por qué no, a buena música para hotel alojamiento (Al menos, hace cuarenta años).

El primer simple y tema apertura, So Far Away, ya nos da unas cuantas pistas: el álbum es una evolución cuasi lógica del plan que Knopfler venía desplegando, con ese cruce en lo melódico, vocal y lírico entre Dylan, JJ Cale y Randy Newman, a quien no por nada produciría en 1988. Temas cada vez más largos, con mayores arreglos de teclados, sin que estos intimiden a sus guitarras (prácticamente todas fueron grabadas por él), pero tomando nota del formato CD.

Es por eso que el CD, el cassette y el streaming duran diez minutos más que el vinilo original, cercano a las duraciones menores a 45 minutos de los discos previos. Hasta se podría argumentar que, excepción de la cercenada trompeta de Randy Brecker, el Brothers in Arms en vinilo de 1985 es un mejor partido, menos redundante.

Para una banda con un guitarrista excelso, Walk of Life recurre a un motivo de teclados que a Knopfler le sonaba a música cajún. Una canción a mitad de camino entre un tributo a los músicos callejeros (y aquí cabe recordar al muchacho en la línea B del subte que solía o suele tocar Sultans of Swing como acto central) y al arte de saber atraer un público. Pero su videoclip, lleno de imágenes provenientes de partidos de fútbol americano, baseball y básquet, inevitablemente sesgó su destino de cortina de programas deportivos.

Y por último: Quiero mi MTV. El falsete del invitado Sting anunciando el mayor hit de la banda y otro Grammy, en este caso a la performance vocal: Money For Nothing. Knopfler alcanzó ese tan particular sonido de guitarra –un remedo del de ZZ Top, un grupo por entonces fijo en MTV, que marida a la perfección con el sintetizador de Fletcher- por accidente, con el seteo de unos parlantes y micrófonos que habían quedado mal ubicados, de una sesión previa.

Money For Nothing es una sátira a la idea de que los músicos la tienen muy fácil: «sólo es cuestión de tocar la guitarrita, tener un video y las minitas vienen gratis». Todo desde la perspectiva de los empleados de una compañía de mudanzas, animados por computadora en el videoclip.

Era un caramelo ácido que MTV no pudo dejar pasar, al punto en que se convertiría en el primer video proyectado cuando la cadena se lanzó en Europa en 1987. Demasiado triunfo para una persona, Knopfler, por lo general reticente a la idea de cualquier video que no se limite a él y sus músicos tocando.

Y si se de tocar se trata, ayer se editó –streaming incluido- una edición especial cuarenta aniversario de Brothers in Arms con el agregado de un concierto completo en San Antonio, de la gira del disco. Unos auténticos Sultanes del Ritmo.

Redacción

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