Tal vez cuando estaba filmando alguna de las películas de la saga Crepúsculo, Kristen Stewart no soñaba con que un viernes por la noche iba a presentar, en el Festival de Cannes, una película, pero dirigida por ella. Y así fue. Recibió una ovación cuando Thierry Frémaux, el director general del Festival, la anunció ante el público.
Los aplausos no fueron los mismos cuando La cronología del agua, el título de su opera prima, terminó sus dos largas, prolongadas, inacabables horas de proyección.
Kristen Stewart, toda de blanco
Toda de blanco, con un trajecito blanco, con pantaloncitos cortos y medias altas que algo desentonaban con sus zapatos de gala y taco aguja y una gorra, Stewart primero pasó por la alfombra roja del documental de Bono (Stories of Surrender) porque las funciones de la sala donde exhibieron su película no tienen lugar para los fotógrafos. A todos los de Un certain regard les sucede lo mismo.

Y pese a la cancha que tiene en esto de subir a un escenario y presentar películas de otros, parecía un poco nerviosa arriba del escenario de la Sala Debussy. Es más: casi todo lo que dijo lo leyó desde la pantalla de su iPhone (ver el video que grabamos en la sala).

La película no se basa en una historia escrita o imaginada por ella, si no en la autobiografía de la escritora Lidia Yuknavitch.
A la protagonista, que no es encarnada por Stewart, sino que delegó la interpretación en la premiada británica Imogen Poots (28 semanas después, El padre, Navidad sangrienta) entonces le pasa de todo.
Un padre abusivo
Lidia, de chiquita, vivía con su hermana mayor, hasta que ésta se cansa y se va del hogar porque no soportaba a su padre abusivo. Corren los años ‘80 y a Lidia le encanta el agua, le fascina nadar y hasta alcanza un récord de natación en equipo en los Estados Unidos.

Pero nada será tan transparente como el agua en su adolescencia y hasta su primera adultez. Lidia se vuelve adicta, consume drogas, bebe vodka, tiene sexo con hombres y mujeres, se lastima, sangra, se masturba, masturba a otros, hasta defeca, y le pasa algo que no vamos a spoilear, pero que es tan fuerte que le cambiaría la vida a cualquiera.
Pero Lidia lejos está de ser un ser común y corriente. Ella misma se autopregunta en los tantos soliloquios en voz alta que tiene “¿quién podría enamorarse de una mujer como yo?”.
Eso. ¿Quién? No faltarán candidatos, y así les irá, a ellos y a ella.

El debut de Kristen Stewart
Y la película es tan pretenciosa como abrumadora. Kristen Stewart después de todo es una debutante. Y en su primera película decidió, como le pasa a muchos directores noveles, contar todo, sin tomarse un respiro, ni dárselo al espectador, que llega un momento que se pregunta cuánto más le puede pasar a Lidia, y cómo puede ser que le sucedan tantas calamidades.
Por momentos el filme pareciera narrado por un estudiante de cine: los cortes de las tomas son abruptos, como queriendo demostrar que puede narrar en pocos fotogramas, o ralentiza las imágenes sin necesidad expresiva, solo porque sí.

La inclusión de La cronología del agua en la sección Una cierta mirada es por lo menos acertada. Se supone que aquí compiten las producciones más arriesgadas, las más osadas y atrevidas.
Nuestro compatriota Nahuel Pérez Biscayart, jurado en Una cierta mirada, se debió haber agarrado la cabeza. O tal vez, todo lo contrario.