“Hay algo del anonimato que prefiero. De poner el personaje por adelante de la persona que me da libertad. Obvio que ser reconocida, que se acerquen a hacerte una nota, a valorar mi carrera está buenísimo, pero no me gustaría perder ese lugar que me hace salir y entrar del mainstream al pequeño teatro y seguir siendo una más de la multitud”, cuanta Carla Pandolfi en dialogo con Clarín.
Estamos en el barrio de Villa Urquiza. El tibio sol del mediodía otoñal acompaña una charla igualmente cálida. Es viernes y, como cada semana a las 22.30, Carla Pandolfi se presentará en el teatro El Camarín de las Musas, con su primer unipersonal Ana por la ventana, donde personifica a una mujer de mediana edad que a través de un hecho fortuito comienza a replantearse lo que sentía seguro en su vida y sueña con animarse a cambiar su destino.
La historia de Carla comienza hace 43 años en Leones, provincia de Córdoba. Luego de estudiar licenciatura en Teatro en la Universidad de Córdoba, llegó a Buenos Aires a participar del reality Ser una Estrella Lux Star en 2003, el cual ganó. Casi inmediatamente, participó en cine en la película Erreway Cuatro caminos, con Luisana Lopilato. Pero después estuvo años buscando nuevas oportunidades haciendo casting de publicidad y viviendo en una pensión, sin demasiado éxito.
Hoy, 20 años después, tiene una extensa carrera en cine teatro televisión y plataformas. Envidiosa, Un Gallo para Esculapio, Espartanos e Inmaduros(con Adrián Suar y Diego Peretti) y Perfectos desconocidos (dirigida por Guillermo Francella) en teatro, son algunos de sus trabajos más reconocidos “Fue un camino para el que me preparé transitando y todavía estoy aprendiendo”, admite.
Solita y sola

-Este es tu primer unipersonal, ¿cómo lo llevas?
-Un desafío inmenso. Siempre admiré mucho a estos actores y actrices que pueden contar una historia completa ellos solos en el escenario. Y hoy lo estoy haciendo yo, y me parece increíble. Apenas me encontré haciéndolo pensé: ¿Qué estoy haciendo acá?. Lo veo como una exposición enorme. Es una actuación sin editar, sin mediaciones entre tu trabajo y el público (cosa que normalmente en cine y televisión pasa por una instancia de edición y armado). Acá sos vos en una hora contando un cuento.
Pero más allá de eso, es espectacular. Lo disfruto mucho y trato de estar a la altura de lo que una idealiza. Para eso hay que pelear con la propia cabeza que se quiere ir a mil temas a la vez. Casi como si fuera un partido de tenis, vos no te podés quedar enfocada en la pelota que pasó, tenés que ir siempre para adelante y estar concentrada, acá pasa igual, tengo que encontrarme.
-De eso tiene que ver la obra ¿no? De mirar, por la ventana y animarse a encontrarse
-Sin duda. De animarse. El texto de Alfredo Allende acompaña hermosamente, que fue lo que también me motivó mucho a hacerla. La historia habla de una mujer que está en ese momento particular de su vida en donde todo lo establecido, todo lo que ella sentía que era seguro, lo pone en duda. Pero ojo, porque no todo lo que arroja por la ventana es para tirar.
-¿Te encontrás muchas veces en tus personajes?
-No sé si “me encuentro”. Todos los personajes me van dejando algo. Viste que ahí una tiene como una elección, de lo que elegís hacer y lo que no. Lo que elegís siempre es por algo. Ya sea por el género o por o por la vertiginosidad del espectáculo o por la temática o por hacer diferentes personajes, incluso los que son diametralmente opuestos a lo que una piensa.
En el spin off de El marginal “En el Barro”, mi personaje es una policía. Y en mi genera muchas contradicciones en cómo construir un personaje tan polémico y tan alejado de mi. Pero si me preguntás, lo más hermoso que me puede pasar por la calle es que la gente vea que no soy así como el personaje; porque muchas veces esperan verte en la misma actitud que tenía tu interpretación en la pantalla o el teatro.

-¿Los personajes a veces son un escudo para resguardarse?
-Puede ser, es un poco cuidar la anonimidad de la ciudad. Ser alguien más de los que transitan, es algo que me gusta, pero son cosas que todavía estoy entendiendo. A veces cuando pienso por ejemplo en la abogada de Un Gallo para Esculapio, tan fuerte y que se lleva el mundo por delante, pienso que seria más fácil que “Carla” fuera así. Me pasaron cosas feas por ser más sensible, pero la verdad que no me sale algo distinto, soy quien soy.
Suar, Francella y Messi: amiga de los grandes
-Como actriz fuiste recomendada por Adrián Suar y Guillermo Francella para diferentes proyectos. Me imagino que es fueron grandes elogios en tu carrera.
-Totalmente. Yo los admiraba (y los admiro) mucho a los dos. Con los dos me pasó ese sentimiento de quien los ve casi inalcanzables. Algo muy propio de los que somos del interior, pero ellos se encargaron enseguida romper esa barrera. A Guillermo, cuando lo conoci, se estaba yendo Mercedes Funes de la obra, Perfectos desconocidos. Él era el director. Yo soy fanática de su trabajo desde De carne somos, y al principio era muy difícil no decirle que era su fan.
Le terminé diciendo, que lo admiraba de toda la vida. Y él me lo agradeció tanto, que le empecé a contar cosas, le digo, «Bueno, y dentro de todo lo que hago, también te imitaba cuando era chica.» Y se moría de la risa. Pegamos muy buena onda enseguida. Después trabajamos juntos en La extorsión y una pequeña escena en Granizo. Cuando cerramos Perfectos desconocidos, me enteré que había un personaje en Inmaduros, con Suar y Peretti que estaban buscando actrices y le dije que me encantaría tener la posibilidad, por lo menos de probar suerte y él (Francella) fue el que me habilitó para hacer la audición para ese personaje.
-¿Ahí trabajaste con Suar que después te convocó a participar de Argentina, Tierra de Amor y Venganza 2?
-Sí, tuve una pequeña participación, haciendo de la esposa del personaje de Federico Amador. Sabés que cuando lo conocía a Adrián primero estaba muy tensa y después me terminé aflojando más. Pero tenía que ver con mi percepción, no con él. Adrián es muy generoso laburando, lo mismo que Diego. Ellos enseguida te dicen “mandate, hacé”. Ellos manejan como nadie el pulso de la comedia, tienen el ritmo tan incorporado que decís, «Me van a tirar cosas piolas” y si vos sos piola y las agarrás, te potencias.
-Y en esas noches de El Nacional, haciendo inmaduros una vez cayó un tal Leo Messi.
-Eso fue increíble. Me acuerdo que la selección estaba jugando eliminatorias (ya era campeón de América, pero no del mundo). Entonces se sentía un movimiento raro ese día antes de la función. Yo me acerco a los técnicos de El Nacional y les pregunto ¿Viene Messi?, y nadie sabía nada. Pero había empezado un nerviosismo en el aire, que solo se calmó cuando Adrián nos confirmó que venía. Cuando terminó la obra sube al escenario a saludar a la gente y para que salga por los camarines, porque si no te imaginás.

La producción nos había habilitado una foto grupal y una individual de cada uno de los integrantes del elenco. Y vos lo veías a él y es el tipo más simple y agradable del mundo. Mi pueblo Leones es muy cerquita de Rosario, entonces tengo una forma de hablar (y mi personaje lo tenía más) de aspirarme la S y él me preguntó de dónde era, y cuando le dije de mi pueblo y lo conocía y había jugado ahí, y al segundo era un pibe más, que rompía todas las estructuras, que era Messi y parecía que no lo sabía. A mí eso me conmovió mucho.Yo le estampé un abrazo que le pido disculpas, porque no podía creerlo.
-¿Cómo conviven la mujer que intenta seguir teniendo una vida de “pueblo en la gran ciudad” y trata de pasar inadvertida con quien integra proyectos súper exitosos y masivos?
-Es que la carrera del actor tiene momentos. Hay proyectos súper exitosos que te dan notoriedad y muestran tu laburo, en todos lados y otros que son “susurros”, en proyectos más chicos e íntimos. Los dos mundos los disfruto un montón. Me gusta esto de salir y entrar todo el tiempo de estos dos mundos. Cuando hacia Inmaduros, solía ir de Pueyrredón al el Teatro El Nacional en Bici. Escuchando música tranquila cruzando la capital.
Alguien me ha dicho “che, como una actriz que trabaja en tal obra va a venir así” y yo la verdad que no lo entendía. Para mí era la felicidad misma. Soy quien soy y no me puedo poner una careta y una pose constante para encajar en los prejuicios de los demás.

El reality que nadie registra
-¿Y cómo fue tu paso por el reality?
-No hay ni registro de You Tube. Yo tengo todos los VHS. Cuando me enteré tenía muchos prejuicios con lo del reality. Esto fue hace 20 años, no teníamos la información que tenemos ahora. Pero así y todo, después de ganar ese concurso, participé de ErreWay Cuatro Caminos que era la película de Rebelde Way y donde hacía de la hija de Luisana Lopilato en el futuro y la que narraba un poco la historial. Luego de eso yo seguía estudiando y haciendo teatro independiente, pero el programa no me garantizó continuidad laboral
Yo me había quedado en Buenos Aires a seguir creciendo y pelearla. vivía en una pensión y trataba de hacer promociones e ir a casting de publicidad para generar ingresos (si bien tenía la ayuda de mi familia). Si yo no hubiese tenido los pies sobre la tierra hubiese sido muy duro, porque por ahí alguien pensaba que ganar un reality y participar en una película exitosa alcanzaba para no parar más, y no fue así. Yo no conocía bien al medio (tampoco lo conozco bien ahora)
-Tampoco venias de una familia del palo para que alguien te diga, “mirá que esto es así”.
-No, cero. Me costaba mucho saber cómo hacer un casting, como prepararme. Me acuerdo que hice una audición para una novela de Natalia Oreiro en Telefe que era El deseo, y me sentía muy desorientada. Yo venía del teatro y tenía que prepararme para la cámara, para lo audiovisual y era un mundo completamente distinto. Era un lenguaje nuevo para mí y mi preparación teatral para la cámara era como mucho. Todo eso lo fui entendiendo sola acá en esta ciudad enorme que es Buenos Aires con 20 años.
Si tuvieras que decirme qué esperás que se lleve la gente de tu unipersonal, ¿qué me dirías?
-Yo creo que la posibilidad de darse cuenta que todo lo que uno da por sentado puede no estarlo. O sea, si vos hacés una mirada y una escucha de lo que te pasa y estás bien, perfecto. Ahora, si te escuchás y hay algo que no te cierra, te podés animar a probar un poco qué te pasa. Tal vez te das cuenta que algunas cosas pueden cambiar y yo estoy también un poco en ese tránsito.