Los habitantes de Cannes, la mayoría gente “retirada” de la escena laboral, sabe que este fin de semana, mejor no salir ni acercarse a la Croisette, el boulevard al que da el Palais des Festivals.
Es que siempre el sábado del medio, el que queda como jamón del medio del sandwich que es el Festival de Cannes, es el día en que los programadores se esfuerzan por fechar si no las películas más importantes, sí las que tienen las figuras delante o detrás de la cámara que van a hacer que hablar al mundo cinéfilo y hasta farandulero.
Y llegaron los turistas
A eso súmenle que los cruceros o los yachts privados que llegan para el fin de semana a Cannes y ya se pueden imaginar lo que es la ciudad, la calle, los cafés y los restaurantes.
Ah, y también, las salas.
Por un lado, coincidieron en Cannes, pero con distintos filmes, las figuras de la saga Crepúsculo. Ya hablamos del pequeño bodrio que es La cronología del agua, el debut como realizadora de Kristen Stewart. Distinto es el caso de Die My Love, con Robert Pattinson como la pareja del personaje de Jennifer Lawrence.
Los tres intérpretes rondan por la misma edad (ellas tienen 35, él, 39) y son parte de la nueva generación a la que Cannes también apela para enganchar otro público.
Jennifer Lawrence y Robert Pattinson: pareja
En Die My Love (Muere mi amor) Grace y Jackson se mudan a una casita en la pradera, pero no son precisamente La familia Ingalls. Tras la pasión y el sexo desenfrenado, Grace empieza a mostrar signos de que algo no anda bien en su cabeza. Su suegra (Sissy Spacek) apuesta a que es por un postparto prolongado, pero todo indica que es más un caso psicótico. Algo de eso le pasaba en ¡Madre!, pero la directora Linney Ramsey se la juega más, y en todo sentido.
Jennifer Lawrence llegó a la première de «Die My Love vestida de blanco, junto a Robert Pattinson… Foto EFE
Pero a la salida, llevaba uno negro… Junto a Robert Pattinson y la directora Lynne Ramsay. Foto APLas reacciones de Grace hacen que la actriz de Los juegos del hambre, que venía filmando poco, se tire a la pileta con una interpretación que va a dar que hablar.
La británica Lynne Ramsay ya trajo aquí Tenemos que hablar de Kevin, y probablemente vuelva el año que viene -si no llega a Venecia, donde jamás compitió- con Joaquin Phoenix y su pareja Rooney Mara con Polaris.
Joaquin Phoenix, emocionado
Hablando de Phoenix, otro tanque hollywoodense, pero no del tamaño de Misión: Imposible – La sentencia final es Eddington, el western contemporáneo que transcurre en mayo de 2020 en la epidemia del COVID. La ovación que despertó tras su paso ante el Jurado que preside Juliette Binoche hizo lagrimear al actor de Joker.
Emma Stone reacciona ante una abeja, junto a Phoenix, el director Ari Aster, Austin Butler y Pedro Pascal. Foto ReutersEl filme de Ari Aster, un director que llega a Cannes desde el lado del terror o el horror psicológico (El legado del Diablo, Midsommar) comienza como una sátira política, enfrentando al alcalde que busca la reelección (Pedro Pascal) y al sheriff del pueblo (Joaquin Phoenix), que se niega a usar máscara y está decidido a pelear democráticamente por ocupar su lugar. Las cosas comenzarán a desmadrarse, Aster saltará de un género a otro, pero con la mira en que los personajes protagónicos -y todos, absolutamente todos los demás- son tan desagradables como manipuladores y patéticos. No habría que descartarla entre las que podrían llegar a aspirar a un premio dentro de una semana.
Nouvelle vague, lo mejor
Y para el final dejamos la mejor de las nueve películas vistas que van por la Palma de Oro. Es Nouvelle vague, la primera película de Richard Linklater (la saga Antes del amanecer) hablada en francés y rodada en blanco y negro básicamente en París.
Sigue, claro, al movimiento que revolucionó al cine, se sitúa en 1959 y se centra en el rodaje de Sin aliento, la película de Godard, con Belmondo y Jean Seberg.
El director Richard Linklater y sus actores Guillaume Marbeck (Godard) y Zoey Deutch (Jean Seberg). Foto ReutersGodard, como sus colegas Truffaut, Rivette, Rohmer y sigue la lista saltaron de la crítica cinematográfica de la revista Cahiers du Cinema a la realización. Es sabido que Godard filmó su opera prima prácticamente sin guion, que se enfrentó a muerte con el productor y con la estrella femenina, y le dio la oportunidad de su vida a Jean-Paul Belmondo, que por entonces alternaba el boxeo amateur con el cine.
Lo mejor de Nouvelle vague, que mantiene la fotografía en blanco y negro, como era Sin aliento– no es solo el amor por mostrar el cine dentro del cine, sino que a esos apuntes jugoso les suma frases y un “color” que la hace accesible y disfrutable hasta para quienes nunca escucharon hablar del movimiento al que hasta Roberto Rossellini envidió.
Lo dicho: fue un sábado para estar en el cine o, para los cannois, para alquilar balcones si se vive frente a la Croisette.
