Entre críticas, persianas y polémicas, este lunes se abrió paso una leyenda. Miguel Ríos entró en La Revuelta con actitud rockera, camiseta de merchandising bajo el brazo y a ritmo de bombo. “Gran público”, agradecía al pisar el plató. Y no defraudó: se mostró divertido, lúcido y con ese tono suyo, entre socarrón y profundo, que no caduca con los años.
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