¿Qué se sabe de la vida de los y las trabajadoras de principios del siglo XX en Uruguay? ¿Cómo se organizaban? ¿Cuáles eran las condiciones de trabajo en las fábricas? ¿Cuánto ganaban y cuántas horas trabajaban? ¿Cuál era el rol de las mujeres en estos espacios? Las respuestas a estas preguntas no abundan; más bien son difíciles de encontrar en registros históricos.
Por eso, hace dos años, un grupo de investigadores de las facultades de Ciencias Sociales (FCS) y de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República se organizó para preservar el que podría considerarse el mayor archivo empresarial del país. Se trata de registros de los Frigoríficos Swift y Armour (antes Artigas), que funcionaron en el Cerro de Montevideo entre 1912 y 1957; y de la textil Campomar y Soulas, que operó en Juan Lacaze entre 1898 y 1998. Es decir, 100 años de historia documentada. Entre los materiales se encuentran libros contables, registros de ventas, balances, correspondencia, fotografías, planos, planillas de pago, entre otros.
Foto: gentileza
“Hay información muy variada de suma importancia para la historia económica y social de nuestro país. Lamentablemente, son escasos estos acervos, dado que muchas empresas no han cuidado y conservado sus archivos”, dice María Camou, doctora en Historia Económica y docente de la FCS, en entrevista con Domingo.
Las industrias textil y frigorífica fueron las que emplearon más trabajadores en la primera mitad del siglo XX en Uruguay. “Entre un 30% y un 40% del empleo industrial estaba concentrado en esas ramas. Y, dentro de ellas, Campomar y estos dos frigoríficos fueron de las empresas más grandes en ese momento”, contextualiza Camou sobre las firmas que empleaban entre 2.000 y 3.000 trabajadores cada una.
“Es un volumen de gente importante para la época. Además, nosotros tenemos estadísticas sobre el trabajo entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, pero todo el periodo que va de 1920 a 1970 es un gran vacío en la historia del país. No tenemos mucha información que nos cuente cuánto ganaban las personas, qué significaba eso medido en calidad de vida, qué edades tenían, si eran extranjeros o uruguayos; o sea, hay una cantidad de preguntas que tenemos para tratar de reconstruir esta historia tan importante, y estos documentos lo permiten”, sostiene la investigadora.
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Y añade: “La historia de los trabajadores es muy importante, pero la gente común está poco representada cuando uno busca información. A veces, ni siquiera la historia sindical muestra tanto, porque aparecen más los reclamos de los trabajadores, pero se dice poco sobre sus condiciones de vida”.
En el caso de los frigoríficos, la documentación permaneció durante varios años en las instalaciones del Parque Tecnológico Industrial del Cerro. Allí se conservaban las planillas de salarios y las fichas de personal, utilizadas por extrabajadores para acreditar sus años de servicio al momento de solicitar la jubilación. “Pero como ya se estaba agotando el período en que había gente que necesitaba esos archivos, los iban a quemar. Alguien nos avisó de casualidad y pedimos que no los tiraran, porque nos interesaba, como historiadores económicos, conservar esa información”, relata Camou sobre lo que pudo haber sido un final trágico para un material de enorme valor histórico.
En ese momento, obtuvieron financiamiento de la Universidad de Harvard para comenzar la reconstrucción de los archivos. Contrataron a una bibliotecóloga y a varios ayudantes, y organizaron en un espacio alquilado dentro de la universidad. Sin embargo, cuando se terminó de construir la FCS, el local alquilado fue devuelto y en el nuevo edificio no había espacio para el archivo. En una primera instancia se llevó para un local en la Facultad de Agronomía; finalmente, fue llevado en camiones del Ejército a Fray Bentos en 2010. “Se puso todo ese material en un galpón, pero no había fondos para preservarlo y quedó desordenado durante más de 10 años”, suma Camou.
Como el archivo corría riesgo de perderse, en 2023, un grupo de investigadores, entre los cuales está Lucía Siola, historiadora y docente de la FHCE, sometió la propuesta de recuperación a un fondo de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Udelar. Al ganarlo, empezaron un trabajo en conjunto con el Museo de la Revolución Industrial.
“Contactamos con Mauro Delgrosso (director), y a partir de su entusiasmo por recuperar y poner a disposición estos archivos, logramos articular el proyecto, que por suerte salió financiado”, cuenta Siola.
Foto: Francisco Flores
Actualmente, el grupo —conformado por cuatro investigadores y dos funcionarios del museo— logró ordenar un 40% del archivo, que suma un total de 182,45 metros lineales. El material, que fue evaluado inicialmente por técnicos prevencionistas, se encuentra ahora en etapa de limpieza para la remoción de polvo y ácaros, y luego pasará a la fase de organización.
“Por suerte, la parte de los frigoríficos y gran parte del archivo de Campomar son libros muy bien encuadernados y eso ayudó a preservarlos. Además, tienen en el lomo el año, entonces una vez que estén limpios, no será difícil organizarlos. Algunas cartas y boletas, material suelto en cajas, algo se perdió”, detalla Siola, pero enfatiza que lo más importante se pudo salvar.
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Para acelerar ese proceso, esta semana realizarán jornadas de trabajo y charlas explicativas (ver abajo). La idea es que, en breve, el archivo esté disponible para consultas, algo que, según Mario Delgrosso, permitirá explorar nuevas aristas del mundo del trabajo en Uruguay.
“El documento como fuente primaria de la investigación es clave a la hora de poder tener nuevas visiones y complementar las que ya existen”, dice el director del museo que en 2015 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
El local donde quedará el archivo, cuenta, era una antigua sala de salmuera del Frigorífico Anglo. Un espacio emblemático que recuperaron y sumaron a las visitas guiadas.
“Tener en custodia estos documentos nos posiciona a nivel país como un centro no solo de lo que ya somos, un lugar turístico, cultural y patrimonial, sino también de investigación histórica”, finaliza Delgrosso.
Pablo Gomez
Recuperar este archivo, sostienen los entrevistados, significa ofrecer una fuente de información que da testimonio de un período clave de la economía del país y abre la puerta a nuevos estudios. Todo eso, ahora, estará al alcance de toda la población.
Jornadas de trabajo y charla a la comunidad
Del 29 al 31 de mayo se realizarán jornadas para trabajar colectivamente en el archivo. De Montevideo saldrá un grupo de aproximadamente 15 estudiantes e investigadores de las facultades de Ciencias Sociales y de Humanidades. La actividad se realizará con la intención de ayudar en las tareas de limpieza y ordenamiento de los documentos. Además, se organizarán charlas para la comunidad fraybentina, con la finalidad de explicar el contenido de estos documentos y su importancia.
“La idea es contar en qué consisten estos archivos, el valor que tienen y también generar entusiasmo para que puedan consultar o interesarse por esas temáticas que atraviesan también la historia de Fray Bentos”, resume Lucía Siola. También se realizarán visitas guiadas por las instalaciones del Museo de la Revolución Industrial.
Foto: Hector Gomez
