Es euroescéptico, pero sobre todo un cara dura. Miente más que habla, promete lo que no puede dar y le dice a la gente lo que quiere oír. Nigel Farage es un espécimen más de la nueva política internacional, que no desentona al lado de otros ilustres populistas que se han apoderado de la Tierra. No tiene principios, ni lo pretende. Pero si no gustan sus ideas, no duda en cambiarlas por otras. Es el camaleón perfecto, que se adapta a cualquier situación y ambiente. No solo muda de color, sino también de discurso. Le gusta llevar corbatas, que igualmente se acomodan a sus entornos.
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