Una familia, aparentemente normal, acaba de descubrir que ha estado quince años codeándose con una persona que tiene alta discapacidad visual. No se habían dado cuenta de que la mujer que trabajaba en su casa, dos mañanas a la semana, no veía tres en un burro. Curiosa expresión equina, por cierto, rodeada de bulos y misterios turbios: basta un vistazo en internet para descubrir que nadie sabe qué burro fue ese, qué le pasaba ni qué tres cosas no visibles llevaría encima, si es que las llevaba. Pero decíamos que esta familia no se había enterado de que su trabajadora se movía a tientas por la casa, en un mundo borroso, difícil de imaginar. La noticia de que ahora vende cupones, en un puesto de la ONCE, ha sido un mazazo.
]]>