Elon Musk ha estado 130 días en la Administración Trump, el tiempo máximo que podía estar sin que por ley debiera someterse a las obligaciones de transparencia y supervisión del Congreso. A la famosa frase de Mark Zuckerberg “muévete rápido y rompe cosas, ya te disculparás más tarde” parece que Musk le ha añadido “y no te preocupes por nadie”. La carrera de Elon Musk es una constante sucesión de conflictos. En todas sus aventuras empresariales se ha peleado con sus compañeros. En 1995 fundó Zip2 y se peleó con sus socios, que lo relegaron de la dirección. En el 2000 fundó PayPal y le pasó lo mismo. En el 2004 se incorporó a Tesla y a los tres años despidió al fundador, que se querelló contra él. En el 2015 fundó OpenAI y lo dejó al poco tiempo para aún hoy seguir insultándose en público con Sam Altman. En el 2016 fundó Neuralink y en apenas dos años seis de los ocho científicos fundadores abandonaron la compañía. Es de sobras conocido que en el 2022 entró en Twitter como un elefante en una cacharrería. Hay que reconocerle un estilo propio.
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