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sábado, junio 7, 2025

«El Parkinson me pegó una patada y me corrió de la vida»: el actor Javier Lombardo cuenta su dura realidad en un documental

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«Acá estamos, tratando de encenderme. Mis días van del off al on y viceversa, pero hay días y días, es muy cambiante esta enfermedad, para qué te voy a mentir… es una mierda», resume el actor Javier Lombardo (65), quien recibe a Clarín en su casa del barrio de Constitución.

Espera sentado en el sillón del living para charlar sobre «La vida de a ratos», el documental que se estrena en el cine Gaumont este miércoles, que dirige Bernarda Pagés y lo tiene como centro de la escena. Hay otra función prevista para el 10 de junio en el cine Empire.

¿Por qué la obra lleva ese título? «Creo que resume lo que me pasa con la enfermedad, que me tiene atrapado hace años y no me puedo zafar… Yo vivo por momentos, viste, pero, a veces, soy un fantasma, me siento lejos del reino de los vivos«, grafica Lombardo, quien padece Parkinson desde 2008 y el último trabajo que realizó fue «Los caminos de la vida», en 2019, por TV.

«Extraño mucho poder actuar, sobre todo expresarme y comunicarme como lo hacía antes, pero ya está, no puedo hacer nada, ni una hora de radio. Hice un programa que se llamó ‘Faro del Alma’, en Radio América y estuve mientras me mantenía digno, hasta que no pude más», desliza con franqueza.

Añora, sin dudas, aquellos tiempos dorados como actor, cuando tuvo su esplendor protagonizando «Historias mínimas», de Carlos Sorín. «¡Qué época! Por entonces era un ombliguista, pensaba sólo en mi carrera, vivía para mí, para mi vanidad. La enfermedad barrió con todo, me lo arrancó… Y curiosamente la enfermedad me convirtió en mejor persona», recuerda.

«La gente cree que el Parkinson es un tipo temblando y eso es sólo una parte», grafica Javier Lombardo. Foto: Fernando de la Orden.

Se le pide que amplíe esto último: «Al tener una limitación, un dolor, te metés sí o sí para adentro y dejás de juzgar, de emitir juicios de valor. Sos más consciente del dolor del otro.» Busca otra manera de ejemplificar lo dicho. «Antes de enfermarme vivía montado en mi ego, la enfermedad me volvió más sincero, más humilde, porque el Parkinson me puso los límites que antes no tenía», dice.

Vive con sus dos hijos, Joaquín (23) y Lautaro (25), y se mantiene con dos jubilaciones, una de ellas por discapacidad. «El estreno del documental me tiene nervioso, ansioso… -dibuja una sonrisa-, finalmente, después de dos intentos fallidos, pude concretarlo con Bernarda (Pagés, actriz y directora)».

Lombardo luce erguido, hace movimientos pausados y se expresa de manera fluida. «A veces patino un poco», sostiene, aunque con un tono bajo, producto de la medicación.

«La gente cree que el Parkinson es sólo un tipo temblando y eso es apenas una parte, la que más se ve, pero en lo personal, a mí me pegó una patada de la vida, me corrió de todo… Me robó el alma, hizo mierda la relación con mi mujer, me dejó improductivo y sin trabajo a al fuerza…», describe.

A su vez, el actor sostiene que todo eso modificó sus «herramientas expresivas», lo que lo llevó a «un aislamiento voluntario», aunque no por el rechazo del otro. «Es más por uno, que no quiere exponerse», aclara.

Una escena del documental Una escena del documental «La vida de a ratos», en el que Javier Lombardo cuenta su vida con Parkinson.

Pide una jarra con agua y saca de su bolsillo un pastillero. «Es Levodopa, una medicación que tomo cada dos horas y me enchufa. Es una sustancia química natural que pasa al cerebro y se convierte en dopamina, que es lo que me falta», explica y se levanta su remera. «Acá me pusieron una batería, tengo cables por dentro y un chip en el cerebro», se señala una cicatriz.

«Este cablerío me otorgó algo más de autonomía, tartamudeo menos, pero mi voz está muy baja y me canso mucho, un combo demasiado cuesta arriba para laburar», añade.

Hace una pausa y se toma un respiro. «Cansa esta movida, qué te creés», suelta y mira al cronista con una mirada cómplice. Su expresión denota calidez y un espíritu de lucha que viene desde hace mucho. En medio de su tsunami personal, hace unos años murió Paula, su mujer de toda la vida y también su sostén. En ningún momento Javier exhala quejidos ni expresa bronca por su condición.

«Me dediqué a pelearla desde el vamos, el tema es que cada día es una historia distinta. Ojalá se tuvieran más certezas pero es una enfermedad degenerativa que no da tregua«. explica.

Luego, reaparece el tema laboral y el prematuro adiós de la actuación. «Con este tono no puedo hacer una función de teatro, lo intenté, pero no funciona. Me llamaron hace dos meses para cubrir un reemplazo en una obra, pero no me puedo comprometer, porque yo no sé si a las ocho de la noche voy a estar bien, ¿capisce?», dice.

Y, en ese sentido, continúa: «Yo trabajé siete años después de diagnosticado el Parkinson, cuando me alcanzaba con una pastilla por día, hoy ni en sueños podría por cómo avanzó la enfermedad».

Javier Lombardo junto a la  actriz y directora Bernarda Pagés. Foto: Fernando de la Orden.Javier Lombardo junto a la actriz y directora Bernarda Pagés. Foto: Fernando de la Orden.

También empezó a hacer catarsis a través de la escritura y sus textos se convirtieron en versos que llegaron a ser «Poemi», el libro así titulado que se editó en Italia.

Por lo que averiguó, no hay dos síntomas de enfermos iguales, dice: «Yo estoy como en el medio, no la pasó tan mal, ni tiro manteca al techo. Tomo siete de estas pastillas por día para evitar ponerme rígido y para dormir me alcanza con un miligramo de clonazepam. Necesito apagar el cerebro, disminuir la ansiedad y poder descansar para no maquinar tanto.»

Una espera que llega a su fin

Emerge el tema del documental «Vivir de a ratos» y otra sonrisa enciende su rostro ameno. «A Berni (por Pagés) la conozco hace más de veinte años, cuando hicimos la película ‘El favor’, y pegamos una onda bárbara que se transformó en una hermosa amistad», retoma.

Según Lombardo, cuando le contó a Pagés sobre sus intenciones, ella se sumó enseguida al proyecto y gracias a su intervención pudieron concretarlo. «Yo tenía la imperiosa necesidad dejar un testimonio de cómo es vivir con Parkinson, ya que hay muchísima gente que no sabe de qué se trata», relata.

Ella es una actriz de recorrido que hoy está más abocada a la dirección. En casa de Lombardo, se encuentra detrás de bambalinas, respetuosamente, pero se acerca por pedido de este medio.

Mientras tanto, el anfitrión prosigue: «El Parkinson te destruye la autoestima y eso es demoledor. Uno ya no quiere ser observado… Me llaman de la tele para ir a una entrevista y la verdad que no quiero, me produce pudor e incomodidad no poder ser comprendido.»

Javier Lombardo y otra escena de Javier Lombardo y otra escena de «La vida de a ratos», que se estrenará este miércoles en el cine Gaumont.

Lombardo y Pagés se miran con afecto y ella lo abraza. «Yo lo vengo acompañando en todo el proceso, desde que me compartió su idea de llevar su enfermedad al cine», cuenta la directora.

«Empecé a filmarlo en distintas situaciones, aún cuando tenía mucha disquinesia (movimientos involuntarios anormales) y ese material pudimos utilizarlo. Fue muy rico trabajar juntos a pesar de nuestras exigencias y ansiedades. Quedamos muy conformes con el trabajo terminado», señala.

¿Qué es «La vida de a ratos» para la directora? «Es la vida de un artista valiente que se muestra luchando contra la enfermedad, esforzándose para pelear el día a día. Es cómo un actor querido transita su enfermedad. Puedo decir que es una película dura, pero sin golpes bajos y con pinceladas de humor», responde.

Y buscamos que resulte un granito de arena para que, por un lado, se concientice; por otro para visibilizar una enfermedad de la que conocemos poco», responde.

«Avanza en silencio»

El Parkinson es la segunda más frecuente entre las enfermedades neurodegenerativas, después del Alzheimer. No importa la edad, la religión o la historia personal: puede tocarle a cualquiera. «Avanza en silencio, poco a poco, y va robando algo tan básico como el movimiento», explica a Clarín el médico cirujano Fabián Piedimonte.

Este especialista, que operó a Lombardo, detalla que «en Argentina se estima que hay unas 90.000 personas que viven con la enfermedad».

Javier Lombardo junto al médico Fabián Piedimonte, previo a la cirugía que se le realizó al actor.Javier Lombardo junto al médico Fabián Piedimonte, previo a la cirugía que se le realizó al actor.

¿Cómo aparece el Parkinson? «Cuando ciertas células del cerebro dejan de producir dopamina, una sustancia clave para que podamos movernos con fluidez. Aunque muchas veces se diagnostica después de los 60 años, cada vez afecta a personas más jóvenes», dice el neurocirujano.

Respecto a los síntomas, Piedimonte indica que «son difíciles de ignorar: el temblor constante, la lentitud en los movimientos y una rigidez muscular que impide hasta ponerse de pie o caminar».

Lombardo y Piedimonte se conocieron en 2017. «Hacía una década que a Javier le habían confirmado el diagnóstico. Durante años, los medicamentos lo ayudaron a vivir con cierta normalidad, pero con el tiempo dejaron de surtirle efecto. Peor aún: empezaron a provocarle movimientos involuntarios, bruscos, que le complicaban tareas simples y deterioraban su calidad de vida», cuenta el médico.

«Fue entonces cuando surgió una esperanza: la Estimulación Cerebral Profunda (DBS). Este tratamiento no es para todos, pero se calcula que uno de cada cinco pacientes podría mejorar con esta técnica. En el caso de Javier, era una posibilidad real», agrega.

La DBS consiste en colocar unos pequeños electrodos en zonas específicas del cerebro. «Esos electrodos se conectan a un dispositivo similar a un marcapasos, que se implanta bajo la piel. Desde allí, se envían señales eléctricas que regulan la actividad cerebral, ayudando a controlar los síntomas y, en muchos casos, devolviendo al paciente algo que creía perdido: su autonomía», cierra Piedimonte.

AA

Redacción

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