“Algo mágico sucede en las obras sucede, y me encargo de que suceda, que es como una provocación que yo genero para el espectador, para que nunca entiendas bien cómo está construida, hay desvanecimientos sobre la formalidad, que desaparece”. Quien habla es Jorge Miño, artista correntino que por estos días exhibe en el Museo de Arte Moderno La cuarta pared, una pequeña exposición con obras en blanco y negro, de espacios impersonales, indefinidos, exhibidas en una sala que se asemeja a un pasillo, pero que Miño considera perfecta para su trabajo.
Sus imágenes, producidas entre 2018 y 2024, exploran la arquitectura como un escenario y proponen al espectador, ante la ausencia de figuras humanas en sus trabajos, ser parte activa de la obra.
La selección, realizada por el curador Raúl Flores, en enmarca en el programa anual del Moderno, que este año se diseñó bajo la premisa Arte es teatro y busca difundir el diálogo entre las artes visuales y el teatro.

Realidades ilusorias
Miño, que se desempeñó mucho tiempo como parte del equipo del museo, es uno de los grandes referentes de la fotografía contemporánea argentina.
Construye realidades ilusorias a partir de ángulos imposibles, volúmenes que desafían la perspectiva y geometrías dinámicas que invitan al movimiento. Su trabajo se sitúa en un punto de tensión entre lo concreto y lo mental, lo real y lo ficcional, invitando a repensar el espacio y su representación.

“Yo siento que mi obra tiene una consecuencia y una relación a partir de mucho contacto con lo que es la colección del museo. Esta muestra es una invitación a que el espectador sea parte de mi obra. La obra es la que mira al espectador, la obra es la que deja una tensión y una convivencia dentro de la relación. La obra siempre tiene una situación muy estática, pero con una tensión como que algo siempre está por suceder”, plantea.
Miño juega con la percepción del visitante, pensado como un espectador que acude a una obra de teatro y que se sitúa, en el marco de la muestra, en el instante previo a que los actores salgan a escena.

Frente a él, tendrá espacios vacíos, impersonales, construidos a base de ángulos, luces y sombras. Algunos son reales, otros, pura invención del artista. “En mi obra hay algo que siempre está por suceder; no sabes qué, pero tenés que quedarte a esperar que algo suceda», insiste.
Espacios creados
Las imágenes del fotógrafo muchas veces no existen, son creaciones que surgen cuando se sienta frente a su computadora y crea espacios, simula texturas, juega con las luces y las sombras. “La plasticidad que tiene la imagen se construye mucho con la sutileza”, explica a Clarín.

Y añade: «No hay salida, no hay entrada, no hay arriba, no hay abajo, hay una vivencia intrínseca dentro de la obra, siempre las imágenes se vuelven como una necesidad de tiempo dentro de la obra”.

La directora del museo, Victoria Noorthoorn, pone el foco sobre esta característica. “Hay algo que sucede en estas imágenes de Jorge que es la construcción de un espacio. Intelectualizamos que esto es fotografía y entonces uno piensa, ‘bueno, este espacio es real’, pero es altamente también ficcional”, reflexiona.
Noorthoorn plantea también prestar atención a como Miño desarma no solo la realidad, sino el verosímil que se conjuga alrededor de una fotografía. Si se trata de una imagen, debería ser garantía de un registro fidedigno; sin embargo, el artista rompe con esta afirmación y engaña a la percepción con sus espacios.
Jorge Miño. La cuarta pared en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (San Juan 350). Lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19; sábados, domingos y feriados de 11 a 20. Miércoles gratis.