
Nueva York. Corresponsal
El escaparate de las aberraciones humanas se exhibe a diario en un tribunal del Bajo Manhattan desde hace casi un mes.
Por el estrado han pasado varios testigos que han descrito a Sean ‘Diddy’ Combs, de 55 años, el artista y magnate de la música juzgado por los delitos de crimen organizado y tráfico sexual, como un auténtico depredador que convertía a las mujeres en verdaderos objetos sin alma ni sentimientos, esclavas sexuales para satisfacer sus pasiones peor que bajas.
La que fuera su exnovia, la cantante Cassie (Casanddra Ventura), explicó con todo lujo de detalle el significado de lo que él denominaba freak offs , sesiones maratonianas de más de un día, con la ayuda de drogas, en las que ella se veía obligada a mantener relaciones sexuales con un prostituto mientras su novio miraba y grababa.
Esta misma semana, la testigo que responde al nombre de Mia, exasistente del también conocido como Puff Daddy, relató en varias sesiones que el que fuera su jefe la castigaba con privaciones del sueño y violencia, así como con asaltos sexuales. En una ocasión incluso entró en su habitación cuando descansaba y la penetró sin su consentimiento.
Frente a este muestrario de depravaciones, los analistas jurídicos se plantean que tal vez el único argumento que le queda a Combs, que se juega la cadena perpetua, sea subir al estrado y tratar de convencer al jurado de su inocencia y de que todo responde a un afán de las supuestas víctimas por lucrarse.
¿La única esperanza? Pues no. Aún le queda un clavo al que agarrarse: Donald Trump.
El primer presidente de Estados Unidos convicto y condenado por un delito penal no ha descartado conceder la gracia de su perdón al que fuera su amigo, según su propia expresión. Hay fotos sonrientes del entonces showman de la telerrealidad con el multimillonario gurú del hip-hop. En algunas también aparece la hoy primera dama, Melania, certificación de la buena relación entre ellos. Como ocurrió con el financiero pederasta y millonario, Jeffrey Epstein, cuando Combs cayó en desgracia ya se había creado una distancia entre ellos.
“No lo he visto ni hablado con él en años. Solía gustarme mucho. Creo que cuando me presenté a candidato esa relación se rompió, por lo que he leído”, sostuvo hace unos días en una rueda de prensa celebrada en la Casa Blanca cuando le preguntaron por un posible perdón.
“No lo sé, ciertamente miraría los hechos. Si creo que alguien fue maltratado, me gustara o no, eso no tendría impacto en mi decisión”, remarcó. No hace falta insistir que, bajo su punto de vista, el maltratado es Combs, no las supuestas víctimas de su perversión.
La pregunta se produjo a rebufo de la última oleada de 25 perdones de Trump, donde se saltó la habitual evaluación judicial, entre los que se contaron un gángster, varios evasores de impuestos y condenados por posesión de armas, hurto, asesinato, soborno y corrupción.
El rapero Curtis 50 Cent Jackson lanzó rápido una campaña para convencer al presidente de que no absuelva a su rival, del que está coproduciendo un documental. “Combs dijo algunas cosas realmente feas sobre Trump”, proclamó en un post en su Instagram.
“A Donald no le gusta que le falten el respecto y no olvida a los que eligen estar en su contra. Debe considerar el perdón para cualquier maltratado, no para Puff Daddy”, insistió este rapero y declarado fan de Trump, como Snoop Dog, Ice Cube, Lil Wayne o Kanye West.