El seleccionador de Paraguay, Gustavo Alfaro hizo como siempre las referencias del momento y cómo está la Albirroja actualmente en las Eliminatorias Sudamericanas.
Señaló que anteriormente era un campeonato de seis equipos y que ahora Paraguay se desprendió de Venezuela y Bolivia, pero asegura que el camino sigue siendo muy difícil y la tarea está aún lejos de ser completada.
«El partido de Chile nos abrió esa puerta para entrar en ese «descanso» por si se quiere decir, nos falta solo esa escalera, nos falta un piso, nos falta un metro. En esa escalera solo entra uno, y estamos a un solo esfuerzo de poder entrar a la Copa del Mundo, esa última puerta de arriba es clasificar a la Copa del Mundo», aseguró con sus ejemplificaciones clásicas el DT albirrojo.
De seguido habló de los que vienen atrás, Venezuela y Bolivia, de los que Paraguay no se puede descuidar, porque quieren entrar por la puerta que quizás se puede descuidar.
«Ahora el problema es que la puerta de atrás está abierta, y en esa puerta de atrás están mirando Venezuela y Bolivia, que quieren nuestro lugar, y ahí nosotros tenemos que luchar. El desafío es ese, cuidar lo que nosotros conseguimos, eso no quiere decir que tenemos que volvernos mezquinos», afirmó.
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A lo largo del tiempo, la selección paraguaya ya sustentado sus grandes campañas en la fortaleza que tiene en el Defensores del Chaco.
Desde 1958, cuando disputó su primer partido en el mítico estadio de Sajonia, la Albirroja ha disputado un total de 86 partidos y ha ganado 51 juegos, empatando 14 veces y cayendo en 21 oportunidades.
Paraguay ha conquista el 65 % de los puntos que ha jugado históricamente en el Defensores del Chaco, por eliminatorias Sudamericanas. Además, hizo 136 goles y recibió 84 tantos.
La selección favorita como local ha sido siempre Bolivia, selección a la que se le ha ganado en 10 oportunidades, seguida por Ecuador, a la que la Albirroja venció en 9 oportunidades.
El rival de turno, Uruguay, es la quinta selección a la que Paraguay más la ha ganado como local por Eliminatorias, derrotándola en 5 oportunidades, siendo la última vez para el Mundial de Sudáfrica 2010.
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Ya venía siendo determinante en partidos claves, se lució en el estadio más alto del mundo, desafiando a los más de 4 mil metros ante Bolivia y en Barranquilla hizo una exhibición de talento, valentía y fantasía pura.
El delantero paraguayo de 21 años empezó a ofrecer todos sus recursos a favor del juego colectivo de Paraguay y cuando el contexto no ofrece jugar en equipo, Enciso inventa espacio, gambeta, que los que más le gusta y resuelve solo como aquel golazo ante los cafeteros.
Jugando de segundo punta por momentos a la hora presionar y como enlace en la figura del 4-2-3-1, entre Almirón y el otro extremo, a la hora de atacar, Julio mostró todo el repertorio que tiene, jugando con una naturalidad admirable y sabiendo adaptarse a todas las dificultades del juego.
Ya no abusa con los regates interminables, aunque en el gol ante Colombia se agradece el par de amagues demás…
Enciso ha comprendido perfectamente su rol dentro del equipo: tiene libertad para moverse preferentemente por el medio y una gran virtud que adoptado últimamente es que siempre descifra líneas de pase para recibir, ya sea entre o detrás de los volantes defensivos rivales.
Entiende además que hay veces en la que debe bajar para asociarse cerca del mediocampo con los volantes nuestros y ser opción de salida o de lo contrario, distraer y atraer a los zagueros o mediocentros rivales.
Ante Colombia tuvo la virtud de leer muy bien el partido; zafó de la asfixia que suele proponer Lerma con su juego físico y siempre lo tomó mal parado al cafetero. Se tiró también por los costados para buscar juego asociado, preferentemente por izquierda, para hacer su clásica diagonal y abrir una línea de disparo. Generó un montón de faltas a favor y Paraguay respiró con él en momentos tensos.
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