Cuando creíamos que nada podía superar la atroz singularidad de Auschwitz, Trump habló de convertir Gaza en el resort más lujoso de Oriente Medio. Fue en febrero y la comunidad internacional, mostrando la pizca de dignidad que le queda, reaccionó con asco a la ocurrencia. Ahora Netanyahu ha mencionado de nuevo el proyecto en una reciente rueda de prensa, confirmando así la voluntad de los vencedores de tratar el final de la persecución desde un enfoque tecnocrático que les exima de cualquier objeción moral. En favor de los alemanes cabe decir que asumieron la culpa: en lugar de un resort, edificaron un memorial. Y si bien es cierto que ambas cosas se parecen (también en Auschwitz abundan los turistas que se hacen selfies en actitudes poco congruentes con la solemnidad del lugar), no son lo mismo.
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