Barcelona acogerá hoy la vigésimo octava edición de la conferencia de presidentes, con la asistencia, en principio, de todos los mandatarios autonómicos y bajo la presidencia del rey Felipe VI. Dada la atmósfera de crispación que envuelve la política española, quizás sea en primer lugar oportuno recordar el propósito de estas conferencias, propias de los países descentralizados. Un propósito que se resume en debatir y alcanzar acuerdos beneficiosos para el funcionamiento del estado autonómico y, por tanto, para todos sus habitantes.
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