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domingo, junio 8, 2025

El escándalo del fútbol de Paraguay que salpica a la política

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Robert Harrison no sólo preside la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF); la investigación reciente del medio chileno CIPER confirma lo que muchos en el ambiente intuían: es el hombre que maneja los hilos del fútbol paraguayo en todos sus niveles. Liga, contrataciones, selección nacional y ahora también el negocio de las apuestas. Literalmente, todo pasa por él.

Audios y chats filtrados muestran que Harrison no sólo influye en decisiones deportivas clave, como convocatorias a la selección (que dirige el DT argentino Gustavo Alfaro), sino que también tiene vínculos directos con representantes de jugadores, como Pedro Aldave y Juan Appleyard. Con ellos coordinaba maniobras para inflar cotizaciones, bloquear pases al extranjero que no beneficiaban a su entorno, o incluso simular ofertas truchas para negociar mejores precios.

En una de las conversaciones, Appleyard admite haber presentado una oferta falsa a nombre de Udinese por Cristian Colman, jugador de Nacional: “Se la estoy diciendo que sacaste del club, que es oficial, pero que es para hacerle correr a los otros boludos”.

Harrison, que también integra el Consejo de la FIFA y mantiene relaciones aceitados con la cúpula de Conmebol, nunca cortó sus lazos con el club Nacional, del que fue dirigente. Según CIPER, siguió favoreciendo intereses privados desde su posición de poder, negociando con managers que tienen incidencia directa en clubes y hasta en la selección paraguaya.

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La filtración deja al descubierto un sistema que convierte al fútbol paraguayo en un negocio personalizado, donde la meritocracia deportiva parece tener menos peso que la conveniencia económica del entorno dirigencial.

Pero la historia no termina ahí. Harrison también decidió desembarcar en uno de los negocios más lucrativos y controvertidos: las apuestas online. En marzo, el Grupo Harrison —del que es uno de los principales dueños— compró el 50% de las acciones de Solbet, una de las plataformas de apuestas deportivas y casino online más importantes de la región. La operación se concretó justo después de que el presidente Santiago Peña reformara la Comisión Nacional de Juegos de Azar (Conajzar), que ahora depende directamente de la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios (DNIT), facilitando el ingreso de nuevos actores al mercado y abriendo la puerta a la competencia contra el histórico monopolio de Daruma SAM (Apostala).

La entrada de Harrison al negocio de las apuestas representa un conflicto ético y reglamentario de proporciones. La FIFA prohíbe expresamente que dirigentes de fútbol estén involucrados en empresas vinculadas a las apuestas deportivas, dado el riesgo de manipulación de resultados y conflictos de interés.

Sin embargo, Harrison no sólo ignoró esa norma: con esta movida, pasó a controlar el fútbol paraguayo desde la cima dirigencial, desde los escritorios de los clubes y representantes, y ahora también desde las plataformas que lucran con los partidos.

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La compra de Solbet —que incluye ruleta, tragamonedas, blackjack, póker, apuestas deportivas y más— fue presentada como una apuesta por la innovación tecnológica y la diversificación del grupo empresarial. Pero en la práctica, significa que el mismo dirigente que puede decidir qué jugador va a la selección, o influir en una transferencia local, ahora también gana dinero si ese jugador hace un gol y alguien lo apostó en su casino. El círculo cierra de manera perfecta… para él.

En Paraguay, como en otros países de la región, las apuestas deportivas crecieron exponencialmente en los últimos años. En 2025, el negocio mueve cifras millonarias y atrae cada vez a más empresarios.

Pero la llegada de Harrison a este rubro no es sólo una oportunidad comercial: es una señal clara de que el fútbol dejó de ser meramente un deporte. En su versión paraguaya, es un ecosistema dominado por un hombre que combina poder institucional, lobby político, contactos empresariales y ahora control financiero directo sobre la industria del entretenimiento deportivo. Robert Harrison no es simplemente el presidente de una federación. Es el dueño del juego.

Redacción

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