Cada vez duele más ser mujer en Paraguay. No hay respuestas del Estado, y de la justicia, mucho menos. El mismo gobierno niega la existencia de la violencia de género. La vida de las mujeres, niñas y adolescentes vale cada vez menos para esta sociedad patriarcal.
El caso de Fernanda, una adolescente de 17 años, nos atraviesa el cuerpo y la rabia. Conmociona a todo un país que nos sigue fallando. En Paraguay, estamos expuestas a que nos maten, nos violen, nos secuestren, y encima, la justicia no actúa o llega tarde. El Estado, lejos de protegernos, nos revictimiza.
¿Qué responsabilidad tiene el Estado?
No actúa de forma inmediata ni ofrece mecanismos reales de cuidado y protección.
No hay contención ni asistencia psicológica con perspectiva de género.
La Fiscalía y la Policía, pilares de esta democracia burguesa, están podridas por la corrupción, la inoperancia y la complicidad machista.
El Ministerio de la Mujer recibe migajas del presupuesto nacional. Desde años anteriores, se vienen destinando 2 millones de dolares que serian apenas 15.000 guaraníes por mujer afectada: una burla criminal.
Además, las mujeres sordas no tienen acceso a intérpretes en los espacios institucionales. No pueden llamar al 911, ni comunicarse en comisarías, fiscalías o juzgados. El sistema no está pensado para que ellas denuncien, y muchas veces no son tomadas en serio.
Necesitamos una línea directa de WhatsApp para emergencias con accesibilidad garantizada y personal capacitado. La violencia machista no se detiene por falta de presupuesto, pero sí puede agravarse por el silencio obligado.
Mientras tanto, sí hay plata para las Fuerzas de Tarea Conjunta a las cuales se destinan 85 veces más en cuestion de presupuesto (170 millones de USD aproximadamente) para reprimir campesinos en el norte del país y desaparecer niñas.
Para colmo anualmente se sigue inyectando plata a la Policía Nacional, que se lleva millones y millones para reprimir al pueblo.
Y ahora, encima, el gobierno de Peña-Cartes, alineado con el ajuste del FMI, quiere eliminar el Ministerio de la Mujer para reemplazarlo por uno de “la Familia”, con la excusa de ahorrar presupuesto. Pero esto no es ahorro: es recorte de derechos que conseguimos con lucha.
¡Defendamos nuestros derechos, y exigimos presupuesto para políticas públicas reales!
No defendemos el Ministerio en abstracto. Queremos políticas públicas reales: con recursos, autonomía, sin corrupción y con participación directa de las mujeres trabajadoras y organizaciones sociales.
Queremos políticas que se enfoquen en refugios, guarderías, intérpretes en espacios clave, atención integral gratuita (psicológica, legal, social), subsidios, y educación sexual integral en todas las escuelas.
Educación sexual y machismo estructural
El Estado también nos niega la ESI (Educación Sexual Integral). En las escuelas y centros de salud no se enseña lo mínimo. Se oculta, se estigmatiza. Así, se reproduce el machismo, la violencia y la impunidad.
Es urgente implementar una educación que prevenga la violencia desde la adolescencia, que promueva el consentimiento, el cuidado y el derecho a vivir una sexualidad libre de culpas y abusos.
Pero el Estado no es el único que falla
Vivimos en un país donde se naturaliza la violencia en el hogar. Donde a lxs hijxs se les exige ser mejores, mientras se les muestra la peor cara del mundo: golpes, silencios, frustraciones. Donde se crían varones a los que se les enseña a no llorar, a golpear para imponer respeto, a desconfiar de sus emociones.
Y se crían niñas para obedecer, callar, planchar, cuidar hermanitos. A esconder su menstruación como si fuera una vergüenza. A soportar en silencio porque “así es ser mujer”.
La familia paraguaya: pilar y prisión
Se nos vende que “la familia” es el pilar de la sociedad, pero esa misma institución es muchas veces la fuente primaria de violencia, silencios y castigos sin sentido. El ñembuepoti reemplaza al diálogo. El miedo reemplaza a la empatía.
Necesitamos un nuevo modelo: solidario, libre de violencia, feminista y socialista.
¿Qué nos deja el caso de Fernanda?
Nos deja claro que en este país no se respeta el cuerpo de las mujeres. Que no podemos decidir por nosotras mismas. Que se nos impone la maternidad o se nos niega. Que se nos juzga viva o muerta.
Tal vez Fernanda no quería abortar. Tal vez sí. Pero eso no es lo que importa ahora. Lo que importa es que no le permitieron decidir. Se apropiaron de su cuerpo, de sus pensamientos, de su libertad. La mataron con crueldad, y luego, la expusieron al morbo mediático.
Exigimos
– Que se activen y se cumplan de forma inmediata los protocolos de emergencia por violencia de género
– Presupuesto real para prevenir y actuar ante la violencia machista
– Investigación profunda, independiente y con perspectiva de género para llegar a los responsables
– Penas agravadas y sin impunidad para violentos y feminicidas
– Accesibilidad garantizada en todo el sistema judicial y de atención: intérpretes, líneas de WhatsApp, protocolos inclusivos
– Salud pública digna y libre de violencia obstétrica para quienes deciden maternar
– Educación sexual integral desde la prevención, el consentimiento y el respeto
¡Ni una menos!
¡Justicia para Fernanda y para todas!
¡El Estado y el capitalismo patriarcal son responsables!
Por Johana O’Higgins – Juntas y a la Izquierda Paraguay
