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El Ciudadano | Montevideo
@|Un puente de carne, leche y futuro.
En tiempos de incertidumbre global, Uruguay tiene una certeza: necesita abrir mercados, no cerrarse. Y entre esos mercados, China no es solo una opción, es una necesidad estratégica.
China no es una amenaza, es una oportunidad. Un socio comercial que demanda con intensidad lo que nosotros mejor sabemos hacer: producir alimentos de calidad, con trazabilidad, seguridad y prestigio internacional. La carne vacuna uruguaya y nuestros productos lácteos gozan de un reconocimiento creciente en el mercado chino. Pero aún estamos lejos de aprovechar todo su potencial.
Más que vender: aprender.
La relación comercial con China no debe limitarse a exportar productos. Uruguay debe ir más allá. China ha logrado enormes avances tecnológicos en eficiencia productiva, automatización, manejo sanitario y distribución inteligente. El intercambio de conocimientos con sus centros de investigación, universidades y empresas puede darnos un salto cualitativo. No se trata solo de colocar contenedores: se trata de elevar la vara de lo que producimos, cómo lo producimos y a qué escala lo hacemos.
Contacto directo: del campo a la mesa.
Uno de los desafíos más importantes es establecer puentes directos entre nuestros productores y los consumidores chinos. Eso implica romper con intermediaciones excesivas, estimular el comercio directo y construir relaciones basadas en confianza y largo plazo.
Y aquí se abre una puerta que Uruguay debe atravesar con decisión: apoyar a los particulares que aceptan el desafío de representar a productores privados en China. Aquellos que viajan, que invierten tiempo y recursos en conocer el mercado, reunirse con autoridades locales, entender a los consumidores y negociar directamente con importadores, deben ser vistos como verdaderos embajadores del país productivo. Son ellos quienes pueden abrir caminos reales, concretos, para potenciar la comercialización de nuestras carnes y lácteos.
El Estado como facilitador.
El gobierno uruguayo tiene un rol clave: facilitar, no obstaculizar. No imponer controles absurdos ni trabas burocráticas. Se necesita apoyo real a quienes apuestan por el vínculo directo: facilitar trámites, acuerdos sanitarios, homologaciones técnicas, asistencia diplomática y acompañamiento logístico. Esa es la diferencia entre estar presente en un mercado o simplemente desearlo desde lejos.
Una política de Estado.
La apertura al mundo, y en particular a China, debe ser política de Estado. No una bandera partidaria. No se trata de ideologías, sino de visión estratégica. China es el mayor comprador de alimentos del planeta. Si no abastecemos nosotros, lo hará otro.
La producción uruguaya no puede depender de dos mercados históricos ni de viejos esquemas de representación. Hay una nueva generación de productores, empresarios y representantes comerciales dispuestos a conquistar mercados con talento, esfuerzo y diálogo. El país debe respaldarlos. Ellos no solo venden productos: venden al Uruguay confiable, innovador y competitivo que queremos mostrar al mundo.
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