Hay placeres sencillos como despertarse, abrir la ventana y ver las espectaculares vistas del mar sobre un acantilado, sin nada ni nadie que alrededor que pueda arruinar tan idílica imagen. Es una de esas escenas que parecen sacadas de un sueño, pero pueden ser reales. Sí, aún quedan rincones escondidos en el mapa donde se puede experimentar algo parecido al aislamiento absoluto. Por puesto, no están al alcance de todos.
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