El acuerdo a cuatro bandas para que Gibraltar, la histórica colonia británica situada en el Sur de España, continúe dentro de la Unión Europea al mismo tiempo que su metrópoli –Londres– se mantiene fuera tras el Brexit, no ha sido un camino fácil. La prueba es el dilatado tiempo de negociación (casi cinco años), con vísperas sucesivas de acuerdos de mínimos que nunca llegaban a cristalizar, y la escasa concreción de las condiciones acordadas entre Reino Unido, Main Street (la calle comercial del Peñón) y Madrid. Hasta ayer esta cuestión parecía un asunto enquistado y sin fecha. Casi un imposible. Hoy ya es un hecho, aunque pendiente de detalles importantes, en especial los que se refieren a la convergencia fiscal.
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