Donald Trump regresó al poder el 20 de enero más preparado y radicalizado, con más apoyo y mejor rodeado que en el 2017. En casi cinco meses, ha firmado más órdenes ejecutivas que ningún otro presidente y ha declarado ocho emergencias nacionales para aprobar medidas que son competencia del Congreso, como los aranceles. Cuando los tribunales han bloqueado decenas de estas políticas, su Administración ha mostrado un total desprecio a la justicia y directamente ha desobedecido algunas de las órdenes de los magistrados, tachándolos de activistas. Ha combinado este ataque a los dos contrapoderes federales –el legislativo y el judicial– con un asalto sin precedentes a la libertad de prensa, las universidades, las instituciones culturales, los bufetes de abogados y cualquier organismo que promueva el pensamiento crítico y democrático.
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