A simple vista, el lago Lanalhue parece un remanso de paz en el sur de Chile. Pero bajo su superficie, los científicos han detectado señales preocupantes: floraciones algales inusuales, aumento de temperatura y cambios drásticos en su equilibrio natural. Un nuevo estudio, apoyado por herramientas de teledetección, busca descubrir qué está alterando este ecosistema clave para el Biobío.
Tecnología satelital para monitorear la salud del lago

Gracias a una colaboración internacional entre Chile y Francia, un equipo liderado por la Universidad San Sebastián ha comenzado a estudiar el lago Lanalhue con datos satelitales. El objetivo es entender cómo afecta el cambio climático y el uso intensivo de suelo a este ecosistema. La altimetría permite medir con precisión el nivel del agua, su volumen y superficie sin necesidad de estar físicamente en terreno.
El foco del estudio, explica La Tercera, está en la eutrofización: un exceso de nutrientes, especialmente fósforo, que favorece la proliferación de algas. Las imágenes por satélite muestran un aumento en la frecuencia e intensidad de estas floraciones, lo que indica un deterioro del ecosistema lacustre. La zona sur del lago, en particular, parece ser la más vulnerable.
La transformación de la cuenca agrava el problema

Entre 2000 y 2022, las plantaciones forestales en la cuenca del Lanalhue pasaron de 36.000 a casi 59.000 hectáreas, reemplazando paisajes de pastizales y agricultura. Esto altera la filtración natural del agua y aumenta la escorrentía de nutrientes hacia el lago. El predominio de especies como el pino y el eucalipto también modifica el balance hídrico regional.
Los científicos advierten que esta transformación no solo empeora el estado del lago, sino que podría amplificar los efectos del calentamiento global. En cuerpos de agua vecinos, como Villarrica o la Laguna Grande de San Pedro, ya se observan floraciones más tempranas y persistentes.
Proteger Lanalhue antes de que sea tarde
Actualmente, el Lanalhue no cuenta con una norma secundaria de calidad del agua, lo que limita su protección y vigilancia sistemática. El equipo científico propone incorporarlo a la lista de lagos monitoreados oficialmente, como ya sucede con Villarrica o Llanquihue. También plantean fortalecer el uso de tecnologías satelitales para anticipar cambios críticos.
Las floraciones algales pueden provocar malos olores, afectar la fauna acuática, poner en riesgo la salud humana y reducir el atractivo turístico de la zona. Las comunidades mapuche, que dependen ancestralmente del lago, también ven afectado su entorno. Con estos datos en mano, los investigadores esperan contribuir a una gestión más responsable de los recursos hídricos en el Biobío y más allá.