“Estaba ansiosa, en el sentido de cómo sería esa alfombra roja, ese teatro que uno siempre vio por televisión. ¿Cómo será todo?, ¡¡¡¿qué pasará?!!!«, revive a puro entusiasmo Cecilia Monti (54) aquella noche del 7 de marzo de 2010 en la que el filme El secreto de sus ojos ingresaba al Olimpo del cine tras obtener el Oscar como Película extranjera, con Juan José Campanella recibiendo de Pedro Almodóvar y Quentin Tarantino la estatuilla dorada en el elegante escenario del Kodak (hoy Dolby) y con Revista GENTE siendo testigo presencial de las epopeya.
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-Las imágenes recuerdan a Juan besándola, reverenciando a quienes aplaudían y acercándose con elegancia al escenario. ¿Dónde le tocó sentarse durante aquella 82º edición de los Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, que fuera televisada en directo a más de 200 países?
-A dos butacas de Lauren Bacall, un ícono de Hollywood, de las actrices más grandes de la historia, y quien cuatro años y medio después falleciera. ¡Yo no podía creer que en la misma cita, la misma noche, en el mismo lugar estuviéramos ella y yo!… Me acuerdo de muchas cosas. Por ejemplo, lo primero que noté fue que no parecía tan grande el lugar. Uno se imagina por las cámaras y semejante movida que todo que es inmenso. Y no, se trataba de algo mágico y bastante acogedor. Fue inolvidable. Me vienen como flashes.
-¿Por ejemplo?
-De repente lo veías a John Travolta ahí, que debía decir algo a cámara y se le tomaba por cámara la parte del traje de arriba, desde la cintura, ya que abajo lucía un jean, mientras figuras y figuras se te entrecruzaban alrededor. Te la pasás asombrándote…
-¿Qué tal los nervios previos a la entrega de Película Extranjera?
-¿Sabés que yo no los experimenté demasiado? Pasa que en un momento te sentís como una espectadora dentro de un espectáculo del que sos parte. Entonces ibas mirando todo lo que iba pasando, las presentaciones, lo que sucedía en los cortes. En serio, era como una sensación especial.
“CON LOS DÍAS NOS QUEDAMOS PENSANDO: ¿HABRÁ SIDO NOMÁS QUE EL RUN RUN ERA MUY FUERTE Y POR ESO NOS LO ANTICIPARON?”
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Cuando faltaban 41 minutos para el cierre de la transmisión de tres horas y media, y Pedro Almodóvar pronunció “¡The winner is El secreto de sus ojos!”, Campanella estalló de la emoción. Saludo al genial español, al no menos genial Quentin Tarantino e improvisó un discurso de cuarenta y cinco segundos, agradeciendo, bromeando sobre el tanque Avatar, de James Cameron, y solidarizándose con los hermanos chilenos, que acababan de sufrir un terremoto. Pronto subieron a su encuentro Guillermo Francella y los productores Vanessa Ragone, Gerardo Herrero y Mariela Besuievsky.
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Continúa reviviendo Cecilia Monti, ahora en un monólogo:
“Nosotros habíamos pasado por la nominación de El hijo de la novia (2002). Hablamos de un largo proceso que ya conocíamos cómo era: hasta el final no se sabía qué iba a pasar. O sea, vos podés tener un indicio por las proyecciones de la película, pero nadie te dice nada, hasta que se menciona al mundo vos no sabés quién se llevará el Oscar. Hay como un runrún, sí, pero no se sabe. Te pueden anticipar: «Mira, yo creo que esta es la favorita”, y después quizá nada… Sin embargo, recuerdo que uno de los distribuidores lo llamó a Juan la noche anterior: «Por las dudas, tenete preparado algo, algún discurso”. «Sí, siempre», contestó mi marido en forma de reflejo. Pero como en El hijo de la novia, igual que en El secreto de los ojos, también habíamos escuchado un runrún y no ganó, nos relajamos”, relata retrocediendo el almanaque.
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Y redondea con el entusiasmo de otrora, remontándose desde la memoria lo que en aquella noche el corazón le dictaba: “Mi marido preparó alguna cosita, no más. ¡Pero El secreto… ganó! Con los días nos quedamos pensando: ¿Habrá sido nomás que el run run era muy fuerte y por eso nos lo anticiparon? Nunca lo supimos. Admito que a mí por lo menos me sirvió para tomarme la previa con tranquilidad. ‘Si te dan el Oscar, bien -pensaba-, y si no te lo dan, como a El hijo de la novia, hay que seguir gozando estar acá. ¿Quién tiene semejante posibilidad dos veces en la vida? Con el valor que representa contar con una película nominada, considerando que votan siete mil miembros de la Academia (en la actualidad son 9.500), ¡formar parte de los cinco filmes del año en lengua no inglesa ya es ganar! Disfrutémoslo’. Nos sacamos esa presión», reconoce.
“JUAN DEBIÓ HACER UNA LARGA COLA PARA QUE LE TALLARAN LA PLAQUITA DEL OSCAR”
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-No obstante ganamos, ustedes y Argentina explotaron de la emoción y nos llevamos, hasta la fecha, el segundo de los ocho Oscar a Película extranjera por los que competimos en nuestra historia… ¿Cómo siguió la noche culminada la ceremonia? -invitamos a Cecilia Monti a desandar los últimas vivencias de aquella inolvidable experiencia transitada el domingo 7 de marzo de 2010 en Hollywood, Los Ángeles, California, Estados Unidos.
-Salimos y no teníamos mucha idea de qué iba a pasar, de cómo seguía el asunto. Y ahí te llevan a una cena para los nominados y los ganadores. Sucede que en el caso de los vencedores, deben hacer una larga fila con su Oscar…
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-¿El llamado Baile del Gobernador?
-Tal cual, la tradicional fiesta en un salón enorme que se encuentra encima del teatro, donde me la pasé reconociendo celebridades y hablando con una legendaria diseñadora de vestuario de Disney, cuyo nombre -te pido mil disculpas- ahora mismo no recuerdo, y con su marido.
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-¿Entonces?
-Volvió Juan con su Oscar tallado, nos quedamos ahí un rato largo en esa cena y partimos, atentos a que estaban ustedes, todos los periodistas, esperando para hablar con él y con Guillermo. ¿Te puedo decir algo? Yo me hubiera quedado en la cena, porque estaba fascinada con las celebridades que me iba cruzando (risas).
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-Pero finalmente llegaron al Hotel Mondrian, de Sunset al 8440. La recordamos con su hijo Federico, de dos años y diez meses, en brazos…
-Tal cual, Fede, a quien chocha alcé en brazos. ¿Te dije que fue inolvidable, no?
Fotos: Alejandro Carra, gentileza de C.M. y Archivo Revista GENTE
Portada y retoque digital: Darío Alvarellos