El incendio en el supermercado de Asunción causó más de 360 muertes y dejó heridas profundas en la sociedad. Los familiares aún reclaman memoria y reparación
viernes 01 de agosto de 2025 | 18:55hs.
El 1 de agosto de 2004, a las 11.20 de la mañana, un voraz incendio en el supermercado Ycuá Bolaños de Asunción provocó una de las mayores tragedias de la historia reciente de Paraguay. Las llamas se desataron en la zona de comidas y en pocos minutos consumieron buena parte del edificio. La tragedia dejó un saldo oficial de 364 muertos, más de 200 heridos y seis personas desaparecidas, aunque los familiares aseguran que las víctimas fatales fueron al menos 400.
El supermercado, ubicado en el barrio Santísima Trinidad, había sido inaugurado en diciembre de 2001 y era considerado uno de los más modernos del país. Ocupaba una superficie cubierta de más de 8.300 metros cuadrados, con un salón de ventas de 4.000 m² y un patio de comidas en dos niveles con capacidad para 600 personas. En aquel momento, la tienda era un símbolo de progreso para la zona. “Era el orgullo de Santísima Trinidad porque tenía lo más moderno, tecnología de punta”, recordó Calixto Prado, cuya hermana Ana Karina, de 25 años, murió ese día cuando fue al lugar para celebrar el Día de la Amistad.
Las pericias realizadas por un equipo de la agencia estadounidense ATF (Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) determinaron que el fuego se originó dentro de la chimenea de la parrilla de carnes. La grasa y el calor acumulado en la estructura alimentaron las llamas, que avanzaron imperceptiblemente por el techo. El colapso del cielorraso aceleró la propagación del fuego: las llamas cayeron sobre la gente y se combinaron con corrientes internas de aire que inyectaron oxígeno, extendiéndose como olas por todo el lugar, incluso hasta el estacionamiento.
“El incendio fue como vivir mil incendios en uno solo”, graficó Alejandro Buzó, director de Prevención de Incendios de la Municipalidad de Asunción, quien acudió ese día como bombero voluntario. Buzó explicó que, además del fuego, hubo explosiones, humo denso y gases tóxicos como monóxido de carbono y ácido cianhídrico que agravaron la situación. A todo esto se sumaron relatos de testigos que denunciaron que las puertas del lugar fueron cerradas, lo que habría incrementado el número de víctimas. “No fue solo por las puertas cerradas; hubo personas que murieron intoxicadas, otras que no pudieron escapar, y algunas sobrevivieron cubiertas por cuerpos sin vida”, relató el funcionario.
La Coordinadora de Víctimas y Familiares del Ycuá Bolaños sostiene que la cifra oficial no refleja el impacto real: contabiliza 400 muertos —incluyendo fallecidos días después y personas no identificadas—, 304 heridos (contra los 244 registrados oficialmente), 204 huérfanos y seis desaparecidos, entre ellos dos niños. “Hubo información cruzada, caos y mucho subregistro desde el Estado”, denunció Liz Torres, vocera de la organización. “El Ycuá Bolaños es el reflejo de todo lo que nos falta para ser un Estado serio”, afirmó.
La Justicia paraguaya condenó al dueño del supermercado, Juan Pío Paiva, a 12 años de prisión; a su hijo Víctor Daniel Paiva (fallecido en 2020), a 10 años; y al guardia Daniel Areco, a 5 años. Paiva padre obtuvo libertad condicional tras ocho años. También fueron condenados el arquitecto Bernardo Ismachowiez y el accionista Humberto Casaccia, a dos años y dos años y medio, respectivamente. Sin embargo, para muchos sobrevivientes, el fallo judicial fue insuficiente. “El Estado no estuvo a la altura, pero el verdadero fracaso fue el del Poder Judicial”, opinó Angélica Roa, quien perdió a cuatro familiares. A 21 años de la tragedia, muchos afectados aún no recibieron indemnización y siguen inmersos en procesos judiciales sin final.